Wagner dejarìa de ser problema para Putin?

¿Ayudó alguien a Prigozhin? El papel del general Surovikin

Mikhail Bushuev.

(DW, 290623).- Putin reitera que las fuerzas de seguridad del país reaccionaron unidas a la sublevación del Grupo Wagner, pero ¿cómo pudieron llegar los mercenarios de Wagner casi hasta Moscú? ¿Ayudó alguien?

 

“Hay que admitir que la cuestión de la colaboración está sobre la mesa. Las tropas de Wagner utilizaron en su convoy grandes equipos del Ejército ruso”, subraya Gustav Gressel, experto militar del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

 

“El convoy pasó por Rostov del Don y Voronezh, importantes ciudades de guarnición. El hecho de que no se encontrara allí a nadie aparentemente que se opusiera a las unidades Wagner es muy, muy extraño”, afirma el experto.

 

¿Qué sabía el general Surovikin?

Los expertos ven con escepticismo las sospechas expresadas contra Surowikin en The New York Times (NYT) del 27 de junio. “Surovikin es actualmente comandante de las fuerzas aéreas y estas fueron las únicas que contrarrestaron a las fuerzas de Wagner atacándolas desde el aire.

 

Eso no encaja realmente con la imagen de un traidor”, afirma Gustav Gressel. Y añade que tampoco no basta sospechar que el general “Armagedón”, como llaman a Surovikin, no tenía una buena opinión de Gerasimov y fue empujado por Putin a abandonar el puesto de la llamada “operación especial”, como denomina el Kremlin a la guerra contra Ucrania. Surovikin había contradicho a menudo a Putin, especialmente en lo que se refiere a la retirada de Jersón, que el jefe de Estado había rechazado.

 

El experto británico Mark Galeotti, como muchos otros observadores, señala en Twitter que Surovikin fue el primero en apelar públicamente a Prigozhin y a sus tropas para que detuvieran la sublevación. “Hizo una clara declaración de lealtad al Kremlin, en contra de las sospechas expresadas anteriormente”, afirma Galeotti. En su opinión, esto podría ayudar a Surovikin a “limpiar su reputación” y convertirlo de nuevo en candidato al puesto de jefe de “operaciones especiales” o incluso al de jefe del Estado Mayor después de Gerasimov. “Insisto en que se trata sólo de especulaciones, pero la sospecha de una responsabilidad compartida en la “traición” de Prigozhin, según las palabras de Putin, podría ser una jugada inteligente para impedir precisamente el regreso de Surovikin”, dijo Galeotti. Reforzar su posición sería “una mala noticia para Ucrania”, opina el experto.

 

¿Mala organización o frustración?

Tal y como se desarrolló el levantamiento, hay mucho que decir en contra de que alguien de la cúpula militar y Surovikin personalmente estuvieran implicados en él. Tatiana Stanovaya, Senior Fellow del Carnegie Russia Eurasia Center de Berlín, así lo cree. Cree que Prigozhin quería obligar a Putin a prestar atención a las tropas de Wagner y defenderlas. Stanovaya no descarta la posibilidad de que Surovikin conociera los planes. “Pero en el momento oportuno se puso claramente del lado del Estado”, dijo la experta en Telegram.

 

Stanovaya, que fundó su propia empresa de análisis “R.Politik”, recuerda que hace tiempo que se sabe que la cúpula militar está dividida: entre el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y el jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, por un lado, y Surovikin, por otro. Según ella, se trata menos de una lucha de poder que de cómo luchar en Ucrania y cómo relacionarse con los ejércitos privados.

 

“Purgas” en el Ejército ruso

Tampoco está claro si la proximidad de Surovikin al Grupo Wagner repercutirá negativamente en su futuro destino. El centro “Dossier”, una iniciativa de Mijaíl Jodorkovski, informó el 28 de junio en relación con el artículo del NYT que Surovikin ya se había convertido en miembro honorario del grupo mercenario en 2017.

 

Mientras tanto, los corresponsales de guerra pro-Kremlin escriben que la desconfianza se extiende entre los militares rusos. “Creo que Prigozhin tenía simpatizantes en el ejército. Sería más correcto llamarlos descontentos con Shoigu y Putin. Pero, ¿se puede, si se quiere, convertir a los simpatizantes en conspiradores y utilizarlo esto para las purgas?”, se pregunta la politóloga Tatiana Stanovaya.

Ella supone que especialmente el ministro de Defensa Shoigu quiere aprovechar la oportunidad de las “purgas” para consolidar sus posiciones. “Tengo la fuerte sospecha de que, curiosamente, Shoigu es el principal beneficiario de toda esta historia. Putin, al deshacerse de Prigozhin, ha recibido una fuerte vacuna contra los ejércitos privados, como contra una plaga. Ahora puede ocuparse de su propio ejército”, afirma Stanovaya.

(jov/el).

 

NOTA RELACIONADA.

 

Tropas Wagner: ¿se acerca el fin de los ejércitos privados?

Oliver Pieper

27/06/202327 de junio de 2023

Las así llamadas “compañías militares privadas” juegan un papel cada vez más relevante en los conflictos bélicos. ¿Cómo surgieron y qué reglas rigen para ellas?

 

Se suele calificar a las integrantes del grupo Wagner de mercenarios. Sin embargo, eso no es acertado, en el sentido estricto de la palabra. En rigor, se trata de una “compañía militar privada”.

 

El origen de los ejércitos privados se remonta al término de la II Guerra Mundial, cuando muchos Estados occidentales privatizaron sus fábricas de armamentos; el próximo paso fue la privatización de servicios militares.

 

Cuando la Guerra Fría llegó a su fin en la década de 1990, y sobre todo Estados Unidos, Gran Bretaña y los antiguos estados de la Unión Soviética redujeron sus fuerzas armadas, muchos soldados profesionales quedaron en la calle. Estos encontraron un lugar es las nuevas “compañías militares privadas” y con frecuencia los propios Estados les han encomendado intervenir en conflictos internos de baja intensidad, para no tener que involucrarse militarmente en ellos en forma activa.

 

Ventajas económicas

Katharina Stein, quien trabaja en el Instituto de Derecho Público de la Universidad Albert-Ludwig, de Friburgo, y escribe una tesis doctoral sobre sobre el uso de ejércitos privados, explica: “Quienes brindan servicios militares privados son a veces empresas insertas en grandes estructuras empresariales, que pueden ofrecer mucho. (Por ejemplo) entrar, liberar a un rehén y salir”.

 

Una de las ventajas de contratar a estos grupos radica en que, en un primer momento, resultan más económicos, porque no hay que capacitarlos. “No hay que pagarles para la jubilación, no hay que pagarles cuando se enferman. No hay que comprometerse a pagarles por diez años, sino que se paga por una operación, por ejemplo, por tres meses, para hacer una tarea”, dice la especialista en derecho internacional.

 

Se trata pues del clásico método de outsourcing, de acuerdo con un cálculo de costos y beneficios. Estados Unidos pagó entre 1994 y 2007 cerca de 300.000 millones de dólares a 12 empresas militares privadas.

 

El trabajo sucio

Sobre todo, las compañías militares privadas realizan el trabajo sucio, como el grupo Wagner en Siria y Ucrania. Las responsabilidades, por ejemplo en casos de crímenes de guerra, son más fáciles de evadir.

 

“Siempre se puede decir ‘nosotros no fuimos’, esa responsabilidad estatal directa se interrumpe. Las compañías militares privadas pueden contratarse también cuando, por ejemplo, el Parlamento no se decide a enviar militares”.

 

Pero ceder el monopolio de la fuerza no solo tiene ventajas, como se vio el fin de semana con la marcha del grupo Wagner hacia Moscú.

 

Estas compañías no suelen ser sometidas a procesos judiciales en los países de origen. “En las últimas décadas sólo se han conocido condenas relacionadas con el fallido golpe de Estado en Guinea Ecuatorial, en 2004”, dice Katharina Stein.

 

Zonas grises

Básicamente, las compañías militares privadas son más difíciles de controlar por parte de los órganos estatales, se mueven a menudo en zonas jurídicas grises y se sienten menos atadas a normativas, leyes y preceptos del derecho internacional. Un ejemplo de ello fue la masacre cometida por soldados estadounidenses de Blackwater en Bagdad, que dejó un saldo de 17 muertos, en septiembre de 2007. Cuatro empleados de esa empresa de seguridad responsables de los hechos fueron indultados en su día por el presidente Donald Trump.

 

Katharina Stein tiene la esperanza de que el caso Wagner conduzca a un cambio sustancial de forma de pensar y que aumente la presión social para crear una reglamentación internacional al respecto. Semejantes intentos han fracasado hasta la fecha. Según la especialista, “a nivel de la ONU ha habido varias iniciativas internacionales para lograr un acuerdo vinculante sobre compañías militares privadas. Pero han sido bloqueadas, sobre todo por Estados Unidos, Gran Bretaña, Sudáfrica e Israel. Estos son también los cuatro países que más recurren” a tales servicios.

(ers/elm).