El Papa instituye la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos.
Redacción ACI Prensa, 310121.
El Papa Francisco anunció, al finalizar el rezo del Ángelus en el Vaticano este domingo 31 de enero, la institución de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia el cuarto domingo de julio, “cerca de la conmemoración de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús”.
El Santo Padre explicó que el objetivo de esta Jornada Mundial es promover el encuentro entre generaciones, de los nietos con los abuelos y de los abuelos con los nietos, para “custodiar las raíces y transmitirlas”.
El Pontífice recordó que “pasado mañana, 2 de febrero, celebraremos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, cuando Simeón y Ana, ambos ancianos, iluminados por el Espíritu Santo, reconocieron en Jesús al Mesías”.
Señaló que “el Espíritu Santo también hoy suscita en los ancianos pensamientos y palabras de sabiduría. Su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y custodia la raíz de los pueblos. Ellos nos recuerdan que la vejez es un don, y que los abuelos son el eslabón de unión entre las diferentes generaciones para transmitir a los jóvenes la experiencia de vida y de fe”.
El Papa lamentó que “los abuelos muchas veces son olvidados, y olvidamos esta riqueza de custodiar las raíces y transmitirlas”.
Por ese motivo, “he decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la conmemoración de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús”.
“Es importante que los abuelos se reúnan con los nietos, y que los nietos se reúnan con los abuelos. Porque, como dice el profeta Joel, los abuelos ante los nietos soñarán, tendrán ilusión, y los jóvenes, tomando fuerza de los abuelos, saldrán adelante, profetizarán. Precisamente, el 2 de febrero, es la fiesta del encuentro de los abuelos con los nietos”, concluyó el Papa Francisco.
Primer fruto del Año de la Familia
En un comunicado difundido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida difundido tras el anuncio del Papa Francisco, el Prefecto del Dicasterio, Cardenal Kevin Joseph Farrell, explicó que la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos “es el primer fruto del Año Familia Amoris Laetitia, un don para toda la Iglesia destinado a permanecer a lo largo de los años”.
“La pastoral de las personas mayores es una prioridad inaplazable para toda comunidad cristiana. En la encíclica Fratelli tutti, el Santo Padre nos recuerda que nadie se salva solo. En esta perspectiva es necesario atesorar la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones”.
No dejar solos a los abuelos
La insistencia en la importancia de las generaciones más ancianas es una constante en la predicación del Papa Francisco.
El pasado 26 de julio, fiesta de San Joaquín y Santa Ana, el Santo Padre invitó “a los jóvenes a realizar un gesto de ternura hacia los ancianos, sobre todo a los que están más solos, en las casas y en las residencias, los que desde hace muchos meses no ven a sus seres queridos”.
En aquella ocasión, el Papa invitó a no dejar solos a los abuelos y recordó a las generaciones más jóvenes que sus ancianos “son vuestras raíces. Un árbol separado de las raíces no crece, no da flores ni frutos. Por esto es importante la unión y la conexión con vuestras raíces”.
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Las personas con lepra tienen derecho al cuidado integral de su salud, defiende el Papa.
Redacción ACI Prensa, 310121.
Con motivo de la Jornada Mundial de la Lepra, que se celebra este domingo 31 de enero, el Papa Francisco reclamó una mayor defensa del derecho a la salud de las personas más frágiles, y, en concreto, de las personas enfermas del mal de Hansen o lepra.
En un mensaje leído al finalizar el rezo del Ángelus dominical desde el Vaticano, el Papa recordó que esta Jornada se inició hace más de 60 años por iniciativa del periodista y promotor de la lucha contra la lepra, Raoul Follereau.
“Hoy se celebra la Jornada Mundial de los enfermos de Lepra, iniciada hace más de 60 años por Raoul Follereau e impulsada especialmente por las asociaciones que se inspiran en su labor humanitaria. Expreso mi cercanía a cuantos sufren por esta enfermedad, y animo a los misioneros, a los trabajadores sanitarios y a los voluntarios comprometidos a su servicio”, dijo el Santo Padre.
Además, señaló que “la pandemia (de coronavirus) ha confirmado qué necesario es proteger el derecho a la salud para las personas más frágiles: pido que los responsables de las naciones unan esfuerzos para curar a los enfermos del mal de Hansen y por su inclusión social”.
Por otro lado, el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Cardenal Peter Turkson, publicó un mensaje con motivo de esta Jornada Mundial de la Lepra en el que subrayó que el objetivo de la iniciativa es luchar contra la lepra, pero también “acabar con el estigma social que acompaña a esta difícil enfermedad”.
Destacó que “en las últimas décadas, los servicios de atención a la salud han avanzado notablemente en el tratamiento de la lepra o enfermedad de Hansen. La terapia multimedicamentosa ha demostrado ser eficaz y todo un éxito para curar la lepra infundiendo gran esperanza”.
Al mismo tiempo, destacó que “la atención sanitaria, además de tratar las dolencias físicas de la persona, debe también tener en cuenta las dimensiones sociales y psicológicas”.
Además, pidió “promover la inclusión de todas las personas en la sociedad y garantizar la integración en la comunidad, seguirán siendo prioridades”.
“El enfermo de lepra no solo padece la enfermedad misma, sino también la forma negativa en que se le acoge en la comunidad. La falta de adhesión social puede tener repercusiones profundamente negativas en la autoestima y la perspectiva de vida de una persona, haciendo que ésta sea aún más vulnerable a la enfermedad mental”.
Como ejemplo, de sanación integral a los enfermos de lepra, el Cardenal Turkson se detuvo en el episodio del Evangelio de San Lucas en el que Jesús sana a un enfermo de lepra. El Señor “aplica el bálsamo de la dignidad humana además del remedio físico. Se convierte en un hecho que afecta a toda la persona y cuyas consecuencias tienen un gran alcance”.
Ese ejemplo, continuó el Cardenal, muestra que “Dios desea sanar a todas las personas y a toda la persona. La salud integral abarca también la dimensión personal y social; incluye tanto la naturaleza espiritual de la persona como la física”.
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