Papa invita a creer en la oración de Jesús que convirtió a Pedro en apóstol valiente.
Redacción ACI Prensa, 230420.
En la Misa celebrada en Casa Santa Marta este jueves 23 de abril, el Papa Francisco explicó cómo pudo San Pedro pasar de ser un hombre cobarde que renegó de Jesús por miedo a la cárcel, a un apóstol valiente capaz de enfrentarse al Sanedrín.
La clave, explicó el Santo Padre, es la oración de Jesús. Jesús rezó por Pedro para que no perdiera la fe.
En la Primera Lectura de este jueves, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, se narra el interrogatorio al que los miembros del Sanedrín someten a Pedro y los apóstoles. El Sumo Sacerdote les dijo: “Os prohibimos severamente enseñar en ese nombre”, es decir, en el nombre de Jesús, “y sin embargo vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre”.
Pero Pedro respondió con contundencia: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un madero”.
Ante esta valiente reacción de Pedro, el Papa se preguntó: “Pero, ¿este es el Pedro que había renegado de Jesús? ¿Aquel Pedro que tenía tanto miedo? ¿Aquel Pedro que era un cobarde? ¿Cómo ha llegado ahí?”.
“¿Cuál fue el camino de Pedro para llegar a este punto, a esta valentía, a esta franqueza para exponerse?”. Porque Pedro no siempre había sido así. Pedro “era un hombre entusiasta, un hombre que amaba con fuerza, también un hombre temeroso, un hombre que estaba abierto a Dios, hasta el punto de que Dios le revela que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”.
Sin embargo, “poco después, inmediatamente después, se deja caer en la tentación de decir a Jesús: ‘No, Señor, por ese camino no. Vamos por otro’: la redención sin Cruz. Y Jesús le llama ‘Satanás’”.
Pedro era un hombre “que pasaba de la tentación a la gracia, era capaz de arrodillarse ante Jesús y decir: ‘Aléjate de mí que soy un pecador’, y luego tratar de sobrevivir sin ser visto y que para no terminar en la cárcel reniega de Jesús”.
Pedro era “inestable, era muy generosos y también muy débil. ¿Cuál era el secreto? ¿Cuál era la fuerza que encontró Pedro para llegar hasta aquí?”.
Para explicarlo, el Pontífice recordó cómo “antes de la Pasión, Jesús dice a los apóstoles: ‘Satanás os ha buscado para moleros como al grano’. Es el momento de las tentaciones: ‘Seréis así, como el grano’. Y a Pedro le dice: ‘Yo rezaré por ti, para que tu fe no disminuya’”.
“Y este es el secreto de Pedro: la oración de Jesús. Jesús reza por Pedro, para que su fe no disminuya y pueda confirmar en la fe a los hermanos. Jesús reza por Pedro”.
Francisco aseguró que al igual que rezó por Pedro, Jesús “reza por nosotros; reza delante del Padre. Nosotros estamos acostumbrados a rezar a Jesús para que nos dé esta gracia o aquella otra, pero no estamos acostumbrados a contemplar a Jesús que hace ver al Padre las heridas; a Jesús el intercesor; a Jesús que reza por nosotros”.
“Y Pedro fue capaz de hacer todo este camino de cobarde a valiente con el don del Espíritu Santo y gracias a la oración de Jesús”.
El Papa invitó a pensar en ese camino de Pedro gracias a la oración del Señor. “Dirijámonos a Jesús, agradeciéndole que rece por nosotros. Jesús reza por cada uno de nosotros. Jesús es el intercesor. Jesús quiso llevar consigo las heridas para mostrárselas al Padre”.
“Es el precio de nuestra salvación. Debemos tener más confianza, más que en nuestras oraciones, en la oración de Jesús”, concluyó su homilía el Papa Francisco.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 5:27-33:
27 Les trajeron, pues, y les presentaron en el Sanedrín. El Sumo Sacerdote les interrogó
28 y les dijo: «Os prohibimos severamente enseñar en ese nombre, y sin embargo vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre.»
29 Pedro y los apóstoles contestaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un madero.
31 A éste le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen.»
33 Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
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