Hace 498 Años Cayó la Gran Tenochtitlán

En la segunda Rendición, 1847, faltó un Cuauhtémoc y sobraron Traidores

 

Por José Agapito Salazar Ibarra. (130819, D-S21).

 

Previa su Noche Triste y su rearme, Hernán Cortés, sus 600 compañeros peninsulares y 150,000 Tlaxcaltecas, quienes de ese modo se sacudían el yugo azteca… iniciaron su marcha para someter a Tenochtitlán, “un día después de la Pascua de Navidad del año 1520” y la culminaron el 13 de Agosto de 1521.

 

Así lo precisa quien sí vió y vivió, como protagonista, el nacimiento del nuevo pueblo mexicano, el historiador de la Conquista, Bernal Díaz del Castillo.

 

Eso fue el inicio de la  primera transformación en esta parte del Continente, tras su descubrimiento por Cristóbal Colón, 29 años atrás. Las que hoy son dogma oficial, están como tantos otros dogmas de la historia gobiernista de los últimos 2 siglos: son sectarias.

 

La sede del reino azteca fue convertida en la Capital mexicana. Y volvió a ser tomada 326 años después, previo minado subterráneo, moral, mental y psicológico, de sus clases dirigentes, Por esto, ante la invasión “gringa” de  1847, faltaron suficientes jefes dignos y sobraron cobardes y traidores. El Honor Nacional fue preservado por unos muchachos: los Cadetes del Castillo de Chapultepec.

 

La toma de la Gran Tenochtitlán, de la que arranca la formación de la Nación Mexicana, es fecha ignorada por los calendarios oficiales, pero persiste, pese a todo. Es vital para nosotros, porque esa forja nacional es una odisea, valorada más fuera que dentro de México, y es referencia valiosa para nuestra actual generación, que carga con un peligroso vacío existencial, pues le faltan asideras, ejemplos, motivaciones grandes: es pobre en Trascendencia.

 

De ahí que el hedonismo y toda clase de desviaciones contra Natura sean exaltadas como si fuera progreso… cuando son perversa maniobra de maniáticos que se sienten, ya, amos del mundo, que lo quieren de esclavos.

 

Y lo hacen, por ejemplo, desde la misma ONU, creada para evitar otra guerra y propiciar progreso y paz a la humanidad. Este organismo surgió tras la II Guerra Mundial, con cargo a 50 millones de muertos, una destrucción infernal,  y los primeros atomicazos, ya sin necesidad, contra el Japón y, en él, casualmente, arrasaron comunidades católicas de Nagazaki e Hirosima.