Celebra la Iglesia a 133 Mártires Iberos

Hoy se conmemora a 233 mártires de la guerra civil española.

 

Redacción ACI Prensa, 220919.

 

El 22 de septiembre la Iglesia recuerda a 233 mártires de la guerra civil española que fueron beatificados por San Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001. Entre ellos se encuentra el Beato José Calasanz, quien sirvió por un tiempo como misionero salesiano en Cuba.

El Beato José Calasanz Marqués nació en España en 1872. Conoció personalmente a San Juan Bosco en Barcelona (1886) y profesó como salesiano en 1890. Fue ordenado sacerdote en diciembre de 1895.

Trabajó como secretario del Beato Felipe Rinaldi por varios años y luego se le encargó la dirección de un colegio. Después viajó como misionero a dirigir la naciente obra salesiana de Camagüey en Cuba. Luego pasó a ser Provincial de la Inspectoría Peruana-Boliviana y desde 1925 fue superior de la Inspectoría salesiana de Tarra­conense, que comprendía Barcelona y Valencia en España.

Se distinguió por su gran corazón, lleno de amor a los hermanos, a los superiores y a la congregación, demostrando una actividad incansable en el servicio.

En la persecución religiosa en España, después de pasar una semana en la cárcel, fue nuevamente detenido con otros salesianos. Mientras era llevado a Valencia, por el “puente de San José”, murió de un disparo a la cabeza. Era el 29 de julio de 1936.

Pocos días antes de Partir a la Casa del Padre, en una carta a su superior, dejó escrito: “nuestra confianza está puesta en Dios y en la protección de María Auxiliadora y de nuestro Padre San Juan Bosco”.

Entre los 233 mártires hay sacerdotes diocesanos, miembros de la Acción Católica, dominicos, franciscanos, jesuitas, salesianos, hijas de María Auxiliadora, hermanos de las escuelas cristianas (de La Salle), carmelitas, entre otros.

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“Los mártires nos preguntan: ¿Vives con el amor de Cristo?”, cuestiona Cardenal.

POR BLANCA RUIZ | ACI Prensa, 121117.

El Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid (España) presidió en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena la celebración de una Misa de acción de gracias por la beatificación de 60 mártires de la Familia Vicenciana que tuvo lugar el pasado 11 de noviembre en Madrid.

Durante la homilía, el Arzobispo de Madrid recordó que la vida de estos 60 mártires “es un libro escrito con su propia sangre. Ellos han fundido en su existencia el ‘amor a Dios y al prójimo’” y precisó que “nos dan una lección sobre lo que es evangelizar pues, dando su vida por amor a Cristo y perdonando a quienes se la quitaban, nos recuerdan dónde está la clave de la auténtica evangelización”.

“Hoy damos gracias a Dios por estos hermanos nuestros que, enamorados de Jesucristo, no dejaron de anunciar al mundo que solo Él salva”, porque “sin el Amor que viene de Dios, no hay presente ni futuro”, aseguró.

“Los mártires hoy nos hacen estas preguntas: ¿vivo con el amor de Cristo? ¿Cómo estoy de sensatez, es decir de amor de Cristo?” y afirmó que nos recuerdan que “estamos llamados a llenar de luz la noche, a llenar este mundo del amor mismo de Dios, a llenar esta tierra del gozo del Evangelio”.

“El Señor que nos ha hablado también se hace realmente presente en el misterio de la Eucaristía. Cuando nos alimentemos de Él, digámosle desde lo más profundo de nuestro corazón: Señor, tú que eres nuestra lámpara, mantén encendida en nuestra vida la lámpara del amor, del perdón y de la esperanza. Que siempre te sigamos”.

El Cardenal Osoro subrayó que también que estos mártires mostraron con sus vidas “la dedicación de San Vicente de Paúl durante toda su vida al Evangelio y a la Caridad”.

Por eso, dirigiéndose a la Familia Vicenciana, el Purpurado recordó que la beatificación de estos 60 mártires es una llamada a “revitalizar el tesoro y la herencia” recibida y a transmitirla “con la fuerza e intercesión que estos mártires nos dan”.

“Sed esos discípulos seguidores de san Vicente y de santa Luisa de Marillac que hoy siguen acogiendo a los pobres, que hoy tienen un nombre: ‘forastero y refugiado’”, afirmó.

En ese sentido, el Purpurado recordó en la homilía que los 60 mártires “estaban eucaristizados” porque “era en la Eucaristía donde ellos vivían el encuentro personal con Cristo, al escuchar la Palabra que les hacía arder su corazón”.

Poniendo como ejemplo la vida de estos mártires que fueron asesinados durante la persecución religiosa de los años 1936-1939 en España, el Cardenal animó a “dejarnos envolver por la sabiduría de Dios”, para que “nos aborde y nos llene para poder realizar el camino de nuestra vida perdonando y amando siempre”.

“Como los mártires, seamos conscientes de la suerte de quien da la vida por otro” porque “en la vida y en la muerte somos de Dios”, por lo que animó a  escuchar “la invitación de Jesús a estar siempre preparados”.

Ante los desafíos que plantean la época actual que vivimos, el Cardenal Osoro pidió unir “nuestras vidas a estos mártires por la causa de Cristo y de la verdad de los hombres. Y, junto a ellos, renovemos nuestra fe, proclamando con alegría a los hombres de nuestro tiempo la misma noticia por la que ellos dieron la vida: Jesucristo”.

“Hoy el Señor, a través de los mártires, nos vuelve  dar una oportunidad, nos dice: llenad vuestras vidas de mi amor. Ahí tenéis el ejemplo de los mártires vicencianos”, afirmó el Arzobispo de Madrid.

El Purpurado pidió que “los mártires por quienes hoy te damos gracias nos hagan comprender que, en seguirte a ti, está el poder tener y comunicar la Luz de la Vida que eres Tú”.