El terrible «salvoconducto» del crimen organizado a los migrantes en México
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Allison Dinner / ANADOLU AGENCY / Anadolu Agency via AFP
Jaime Septién – publicado el 05/08/22, en ALETEYA.
Los inmigrantes son marcados como ganado por las mafias tras el pago de un “rescate”
Una investigación del Grupo Milenio ha puesto en relieve otro de los infiernos que viven los migrantes a su paso por México: el acoso, el secuestro; el «pago de liberación» (los que pueden); la desaparición y el “salvoconducto” que les dan para continuar su paso hacia la frontera norte, camino a Estados Unidos.
Ya no son solamente migrantes procedentes de Centroamérica (principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador). Según los activistas pro-derechos humanos – muchos de ellos pertenecientes a los albergues católicos –; gran cantidad de migrantes están llegando de Venezuela, Haití, Perú, Colombia, Puerto Rico, Brasil. Incluso de lugares tan lejanos a México como Ghana y Bangladesh, entre ellos niños y mujeres embarazadas.
Las sucesivas olas migratorias que han desbordado al país de tránsito hacia el norte, sobre todo a partir de 2018, se han cobrado muchas víctimas de secuestro a partir de la acción de bandas criminales que operan en estados como Veracruz, paso obligado de los migrantes que se dirigen a la frontera más cercana: la peligrosa frontera que divide a Tamaulipas con Texas (Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo y el Valle del Río Grande).
Marcados como ganado
Un activista –que omitió su nombre por evidentes razones de seguridad—dijo a Grupo Milenio: «Ahora los marcan (a los migrantes secuestrados) de la nariz para que vayan por toda la república y sepan que ya pagaron; los marcan de la nariz, esa marca empieza aquí en el estado de Veracruz en la nariz les cortan con una navaja, en la nariz, entre ceja y ceja».
Tristemente, esos migrantes secuestrados por los grupos criminales son los «afortunados», los que pudieron pagar su «rescate». De acuerdo con las declaraciones del mismo activista (y con la investigación publicada en el periódico Milenio del 4 de agosto de este año), los migrantes secuestrados pagan entre 3,500 y 6,000 dólares a sus captores para poder seguir su camino. Los que no tienen ese dinero, simplemente desaparecen.
Alzar la voz, aunque ya nadie escuche
El motivo de las marcas «como al ganado», sigue diciendo la fuente consultada por Grupo Milenio, no solo es un «salvoconducto» que les proporcionan los criminales para que más adelante no los vuelvan a secuestrar. Significa, también, «que tienen familiares en Estados Unidos; es decir, abre la posibilidad de obtener más recursos» antes de abandonar el territorio mexicano.
«Los migrantes que son recibidos en refugios del Estado de Veracruz (en la costa del Golfo de México) identifican los puntos en donde ocurren con frecuencia los secuestros: la carretera libre de Acayucan al puerto, Coatzacoalcos, Alvarado, Catemaco, Tierra Blanca y Tres Valles», subraya la investigación de Milenio. «Y aún más grave, acusan complicidad de las policías municipales y funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM); pues si no se concreta el secuestro son víctimas de robo, tortura o violaciones», agrega.
Los registros de organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes estiman que seis de cada diez migrantes que transitan por el territorio mexicano son víctimas de algún delito grave. El «negocio» de transportarlos en cajas de tráilers – como el que provocó en San Antonio, Texas, la muerte de 53 personas – es ahora el más socorrido por los coyotes y por los migrantes que logran cruzar la frontera de México con Guatemala.
Impotencia y tristeza
«La verdad es muy lamentable porque uno siente impotencia, tristeza. Hay quienes vienen huyendo de su país por la violencia, salvaguardando su vida para llegar a un país tan inhumano, de verdad es inhumano ver como los golpean, los agreden y después dicen que se golpearon en el tráiler», dijo a Milenio la fuente consultada, quien, además, pone como ejemplo de lo que está sucediendo en Veracruz el albergue en el que trabaja junto con un sacerdote:
«Tenemos la casa llena, tenemos 120 personas, tenemos 52 niños, son familias que están huyendo… Ya hay mucho aumento de migrantes está aumentando tenemos casi lleno y sigue aumentando la garita llena de familias. Podría decir que aumentó como un 30 por ciento más que el año pasado, 30 o 40. Sigue creciendo sí. Ahora se da muchísimo en esta zona lo de los tráileres con gente, por ejemplo. (…) Se lo he dicho al sacerdote, yo sé que si soy víctima por abrir la boca no vamos a resolver nada, pero por lo menos vamos a alzar la voz».
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