Nuncio Coppola: el último vistazo a México

(ACN, diciembre 15 de 2021).

Franco Coppola llegó a México el 28 de septiembre del 2016 como representante del papa Francisco, apenas seis meses después de la visita del pontífice a la nación mexicana y luego de éste evaluara personalmente el perfil diplomático-pastoral que necesitaba para hacerlo presente ante las autoridades civiles y eclesiásticas del país que aún conserva el segundo sitio entre las naciones con más católicos del orbe.

Tras cinco años de servicio en México, Coppola ha sido llamado por el Papa para asumir la representación diplomática de la Santa Sede en Bélgica, el corazón de Europa, y en Luxemburgo.

Coppola pasó momentos luminosos y otros ciertamente difíciles durante su servicio como Nuncio Apostólico en México: Un radical cambio de administración federal, una también notable transición dentro de los liderazgos en el episcopado mexicano y, a pesar de haber sufrido un accidente que le tuvo convaleciente varios meses, recorrió buena parte del territorio poniendo énfasis en algunas de las dolorosas periferias mexicanas marcadas por la pobreza, la violencia, la marginación y la falta de oportunidades. Quedarán para la posteridad sendas visitas a las zonas damnificadas por los sismos del 2017 y su audaz incursión a Aguililla, Michoacán, durante una de las más crudas crisis de violencia e inseguridad en la región de Tierra Caliente.

 

Antes de partir de vuelta a Europa, a Roma para atender varios asuntos con el Papa y la Santa Sede, a su amada región natal de donde se nutre de ejemplos familiares para explicarse pastoralmente y a su nueva casa diplomática en Bruselas, Coppola da un último vistazo a México y entre sus actos de despedida (que incluirá una pequeña recepción de despedida y una ceremonia en la Basílica de Guadalupe el 1° de enero del 2022) ofrece el siguiente diálogo con VCNoticias:

 

Felipe Monroy/VCNoticias: En estos cinco años como Nuncio Apostólico en México tuvo oportunidad de encontrarse con un país inmenso y con una gran cantidad de comunidades, ¿Qué gestos, experiencias o esencias se lleva de este país y esta Iglesia mexicana?

Franco Coppola: Salgo del país con algunas impresiones. Por un lado, impresionado por la acogida que recibí de su parte. Yo era un perfecto desconocido para ustedes pero me acogieron con generosidad por mi función, como representante del Papa. Siempre gocé de respeto, de atención, de puertas abiertas en todas las diócesis; me invitaron a todos lados. Estoy seguro que no por lo que soy sino por mi función de representar al Papa, es claro que la jerarquía católica en México tiene mucha relación con el Papa y le es fiel… aunque a veces quizá les puede costar serlo según las indicaciones que el Papa da, pero tienen fuerte esta relación.

 

VCN: ¿Cuáles fueron las primeras apreciaciones que tuvo del pueblo mexicano y, después de estos años, algo habrá cambiado? ¿Somos el mismo país al que usted llegó aquí?

 

COPPOLA: No. Es claro que no es el mismo país. Cinco años no son un gran lapso de tiempo pero me parece que México es un país vivo y por ser vivo, vive, camina, crece. En algunos aspectos pienso que hay avances y en otros, no. No se ha encontrado el camino para enfrentarlos y, por lo tanto, algunos problemas han ido empeorando. Esto es lógico porque cuando uno tiene una enfermedad debe tratarla para sanar, de lo contrario va empeorando.

«En lo político, tengo que reconocer que siempre he tenido buena acogida de parte de todos, tanto del gobierno de Peña Nieto como del presidente López Obrador y las distintas autoridades con las que he tenido que tratar».

Durante el gobierno de Peña Nieto, por ejemplo, se nos manifestó la posibilidad de una reforma de la Ley de Asociaciones Religiosas y se trabajó mucho, en colaboración con la Secretaría de Gobernación y con las demás iglesias. Llegamos a un proyecto de ley consensuado con las iglesias y con Gobernación que se presentó a finales del 2017 o inicios del 2018 que era ya periodo electoral.

 

Sin embargo, fueron suficientes algunos comentarios periodísticos hostiles que veían una amenaza a la laicidad del Estado mexicano para bloquear todo. Pero, hay que decirlo, no se trataba en absoluto de amenazar la laicidad sino de permitir al Estado mexicano tener una laicidad adecuada a nuestros tiempos actuales.

 

«El Estado mexicano tiene una laicidad parecida a la de la Revolución francesa, de hace dos siglos, como si el tiempo no hubiera pasado».

Me parece raro que una juez -con todo el respeto que hay que tener por los jueces-, diga que no es posible aceptar que un cardenal sugiera a los ciudadanos católicos el pedir a Dios ‘luz’ antes de ir a las elecciones a votar, sin dar ninguna indicación de un partido sí o no, contra o pro; sólo pedir ‘luz’ a Dios. Si esto no se puede aceptar -como dijo la juez en la sentencia-, no veo cómo este Estado se pueda llamar laico. Es un estado ateo, no laico. Porque no acepta que se pueda nombrar siquiera el nombre de Dios.

 

VCNEs claro que hay mucho por hacer en materia de laicidad y libertad religiosa; pero ¿qué decir sobre otros asuntos de libertades y principios? ¿Sobre los asuntos referentes a la vida y la familia? ¿Hay avances o son parte de las ‘enfermedades’ que aún no tienen cura?

 

COPPOLA: No. Es un tema complicado. Llegué a México cuando el presidente Peña había presentado un proyecto para el matrimonio así dicho igualitario y después de las elecciones en que la ciudadanía había manifestado su inconformidad. Justo hubo varias manifestaciones en todo el país para manifestar la inconformidad con esta posición. Tengo que reconocer, que el gobierno en ese momento se dio cuenta de cuánto estaba equivocada esta iniciativa. El propio presidente se dio cuenta y pidió que no se tratara ni se diera seguimiento, aceptó que se retirara.

 

Hubo también, en esas ocasiones, muchas denuncias ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) a propósito de la manera de expresarse de los obispos en estos meses. Se hicieron todos los trámites, se explicaron largamente y detalladamente las posiciones por cada uno de los denunciados y finalmente el gobierno reconoció que los clérigos no se habían extralimitado de sus derechos como ciudadanos.

 

«Por eso, el trabajo [en materia de libertad religiosa] con el anterior gobierno fue importante, daba esperanza de dar un paso hacia adelante, importante para todo el país. Pero no se pudo realizar; probablemente porque en el mismo gobierno, en su interior, no todos pensaban que esto fuera oportuno. Ya se sabe que en tiempo de elecciones, el cálculo electoral puede tener más peso que lo realmente importante. De hecho, no se concluyó; es un proyecto que está allí o no sé si está, pero quedó en el cajón«.

 

VCN: ¿Pasa igual con el actual gobierno?

COPPOLA: Con el nuevo gobierno… Es un gobierno liderado por Morena, un movimiento que reúne muchas instancias diferentes entre ellas. Claro, están todos dentro lo que se puede llamar la banda izquierda del panorama político, pero con instancias muy diferentes. La campaña electoral que condujo el presidente estuvo centrada sobre algunos temas muy precisos: la lucha contra la corrupción y el tratar de hacer más igual un país que tenía muchas desigualdades. Alrededor de estos temas, muchos católicos se reconocieron y los consideran como temas importantes, prioridades en la vida del país; y por eso el movimiento tuvo respaldo de muchos católicos. De hecho, dentro de los diputados y senadores de Morena, hay muchas personas católicas.

El presidente, sin embargo, nunca tocó temas de orden moral en su campaña. En septiembre de 2018, una vez elegido, aceptó la invitación de los obispos y vino a visitarnos; ahí, frente a las preocupaciones que le expresaron los obispos a propósito de los temas morales de la vida, de la persona, lo social y de la familia, él dijo que su postura era que son temas divisivos que confrontan al pueblo; mientras lo que él necesitaba era unidad del país para la lucha contra la corrupción y para enfrentar este reto de hacer más igual las oportunidades para el pueblo.

 

«Dijo que se comprometía a que, bajo su gobierno, no se iban a tocar estos temas porque los considera divisivos».

 

Lo ha dicho en las ruedas de prensa de la mañana, para él son temas personales en los cuales lo mejor sería preguntar a la gente directamente cuál es su postura y que, no es cuestión de que desde los diputados o senadores se trate imponer su punto de vista. Y debo decir que él ha sido consecuente de este punto de vista. Aunque ha habido proyectos que se han presentado en la cámara [de diputados] o el Senado de parte de individuos o de varios partidos en relación a estos temas, de hecho no han prosperado. De hecho, no se han tocado

 

VCN: ¿Confiaría en que se mantuviera igual el resto del sexenio?

COPPOLA: Hasta ahora lo ha hecho, no veo por qué lo cambiaría. También porque pienso que él, sobre este asunto, está consciente de que su mismo Movimiento tiene posiciones divididas. Tengo información de que, después de la elección del 2018, sobre la ola del triunfo legal que tuvo Morena, algunos senadores del partido presentaron un proyecto de ley para permitir el aborto en todo el país y, no sé cuánto de esto sea cierto, pero me han comentado que una tercera parte de estos senadores de Morena dijeron en asamblea que ellos no iban a respaldar este proyecto. Es la realidad: Morena tiene dentro de sí muchos participantes que son católicos, y los católicos no pueden respaldar este tipo de asuntos.

 

«Ahora, Morena es libre de decidir el rumbo que quiere tomar. Si quiere tomar un rumbo evidentemente incompatible con los católicos, lo tomará, es su libertad. Pero, hasta el momento, la campaña la lideró el presidente López Obrador, él no tocó estos temas y esto permitió a muchos católicos de votar a Morena porque se reconocían en la necesidad y prioridad de dar lucha contra la corrupción y en la lucha para que los más pobres pudieran participar un poco de la riqueza del país. Porque México es un país rico, no es un país pobre».

 

VCN¿Qué informe le dejará al próximo nuncio apostólico? ¿Qué tipo de México se encontrará y de qué manera hay que caminarlo, conocerlo y entenderlo para hacer un buen servicio tanto diplomático como apostólico?

 

COPPOLA: México es un país grande, es un país que está abierto a todo lo que pasa en el mundo; no es un país aislado. Tiene un recurso más que el resto del primer mundo o de los países occidentales, Europa y Estados Unidos no tienen. México está abierto a esta realidad, la respira, la recibe como ellos; pero tiene un recurso añadido que lo diferencia: Tiene un pueblo muy vivo religiosamente y tiene a la Virgen de Guadalupe, es algo que los demás no tienen. Viniendo de Europa, sé que es un recurso muy importante y muy diferente.

 

Los desafíos que el mundo moderno pone a la Iglesia son importantes y no siempre ha encontrado la manera de seguir anunciando la buena nueva de Jesucristo, su Resurrección y su presencia entre nosotros a las generaciones de hoy. Aquí en México, como en el resto del mundo, también la Iglesia tiene dificultad de anunciarlo a las nuevas generaciones. Pero tenemos aún apoyo de las generaciones de adultos y adultos mayores. Pienso que en Europa y EU este apoyo es mucho menor; aquí se tiene un apoyo en la población adulta y también hay muchos muchachos que responden y viven la fe, pero desafortunadamente son una pequeña minoría.

 

VCN: Recientemente tuvo oportunidad de asistir a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, ¿qué aspectos de esta asamblea cree que son útiles para poder compartir en Europa?

 

COPPOLA: Ha sido una experiencia riquísima, participar de esta asamblea eclesial. Nunca había participado en eventos del CELAM. Ha sido una grata sorpresa; pues veo que en otros países la vida de la Iglesia y de la comunidad eclesial, es una vida mucho más participada, México quizá tenga un poco menos. En Latinoamérica los laicos están incluidos y los religiosos están incluidos en la vida de la Iglesia. Ellos también, como Europa y EU, no tienen esta presencia de adultos cristianos y fieles como lo tiene México y por eso a veces hay opiniones o propuestas que salen un poco de lo que es el camino del Evangelio y de la tradicional cristiana. Pienso que es muy útil esta vida juntos, de México con el resto de Latinoamérica, porque México tiene una tradición fiel, cristiana y católica que no se puede perder, que es buena y es correcta; y que los demás no tienen ya. En cambio, los demás tienen una experiencia de vida de Iglesia participada que me parece que México debe desarrollar más, que no tiene. Se pueden enriquecer el uno con el otro.

 

«Durante la Asamblea se enumeraron 41 desafíos pastorales y de estos se distinguió a doce más urgentes. Ahora, si se miran todos los desafíos, ¡cuántas veces está el verbo acompañar! ¡Muchas veces! Pienso que esta es la clave de cómo tiene que cambiar la Iglesia respecto a los siglos pasados».

 

En los siglos pasados, la Iglesia estaba acostumbrada en que convertía al rey y convirtiéndolo a él seguía todo el pueblo eventualmente. Esto hizo que, en el pasado, la Iglesia se limitara a privilegiar la relación con las autoridades; porque una vez que estas estaban convencidas del bien de la Iglesia, todo seguía automáticamente. En el mundo democrático de hoy esto ya no funciona. Y eso lo vemos incluso desde casa.

Cuando era pequeño, mi papá decidía todo; ahora no creo que el padre pueda decidir. Antes que todo, tiene que concordar con la esposa y luego también con los hijos, pues tienen mucha voz en las decisiones de la casa. Claro que esto es mejor, porque esto permite a todos expresarse y es enriquecedor. Pero también esto complica todo un poco, porque antes el papá decía una palabra y se ponía de inmediato a ejecutar; ahora hay que encontrar un consenso y después que se ejecute. El camino es más complicado pero pienso que esta manera es más efectiva en el sentido en que después, cada uno lo siente propio. No lo hace sólo para obedecer sino que ha participado en la decisión y la siente suya.

 

«Esto  también pasa en la Iglesia. La Iglesia tiene que aprender a acompañar a sus fieles, no se puede contentar sólo de tratar con las autoridades. Lo que falta gravemente en toda la Iglesia -aunque hablo por México, que conozco mejor- es justamente este acompañamiento».

 

Hay un tipo de acompañamiento de catequesis presacramental para introducir a la Primera Comunión y la Confirmación, pero después no hay nada. Algunos movimientos tienen atención a jóvenes y muchachos, pero son realidades pequeñas, no son nada frente a los 60 millones de jóvenes que hay en México, no se hace nada para ellos, no hay nada previsto a nivel nacional para acompañarlos. Y se dejan solos en el momento más complicado, en su adolescencia, cuando uno comienza a ponerse preguntas y busca respuestas. Ya nuestros papás no están equipados, no tienen las herramientas para contestar a estas preguntas y la Iglesia no les ofrece ningún espacio para poder expresarlas y tener las respuestas que se requieran.

 

VCN: ‘Acompañar’ viene con esta petición de estar en contacto, tocar las heridas del pueblo. ¿Cómo hacer ese acompañamiento con las emergencias más apremiantes en México?

 

COPPOLA: Recientemente hablando de la necesidad de acompañar hice referencia a los discípulos de Emaús que, cuando ellos regresan a casa están desilusionados porque esperaban al Señor y ya pasaron días de estar sepultado; al regresar a casa, Jesús se aparece a su lado e inicia a caminar con ellos; pero no se manifiesta de inmediato sino que les pregunta por su cara triste, les permite expresarse. Es decir: Antes que todo hay que escuchar. En el acompañamiento hay que escuchar. Él les escuchó y les permitió expresar lo que había pasado, las razones de su desilusión; sólo después de haber escuchado y aprovechando los puntos de sus inquietudes, Él les explica cómo todo debía pasar, pero desde el punto que ellos habían manifestado.

 

«Nosotros, por el contrario,  tenemos la costumbre de hablar sin escuchar; es una costumbre muy mexicana que me ha puesto en dificultad. Todos los periodistas -sobre todos los de Iglesia- me piden de inmediato ‘un mensaje’; y yo no estoy acostumbrado a dar mensajes. Esa mala costumbre no nos hace bien. Hay que escuchar y luego contestar desde la riqueza del corazón de cada uno».

 

Explicando esto a un grupo de sacerdotes, uno me contestó con sencillez y franqueza cómo es que podía hacer esto; pues también les comentaba una tradición de mi pueblo en donde el cura todos los años recorre todas las casas en lo que se llama la ‘bendición de los hogares o de las familias’. No es tanto para echar agua bendita sino para entrar en las casas de todos los feligreses de la parroquia, conocer y encontrar cosas que a veces se encuentran encerradas dentro del muro de la casa que la persona no quiere manifestar.

«Y uno me comenta: ‘¿Cómo tengo que hacerlo yo, que tengo que celebrar diez misas cada día?’ Además de que el Derecho Canónico prohíbe celebrar tantas misas -y sé que lo hacen con la mejor intención- esto es hacer lo contrario, exactamente lo opuesto de lo que recomienda el Señor en la parábola del Buen Pastor«.

 

El Buen Pastor se da cuenta de que una oveja se desvía, deja las 99 en el redil y va  a buscar a la que se perdió. En cambio, aquí los sacerdotes y los obispos nos hacemos ocupar nuestra agenda por los que están, los que nos piden misas, confesiones, coloquios; en fin, nos piden todo y nos ocupan todo el tiempo. Claro, después no tenemos tiempo de ir a buscar a la oveja. Estoy seguro, puedo poner la mano en el fuego, que nadie lo hace con mala intención; pero de hecho se portan de una manera opuesta a lo que nos sugiere Jesús en el Evangelio. Hay que hacer un cambio de mentalidad.

 

VCN: Habló de cosas que ‘están encerradas dentro de los muros de los hogares’ ¿cuáles serían algunas de las inconfesables vergüenzas que tendremos como pueblo mexicano? ¿Cómo salir de ellas?

 

COPPOLA: No soy yo el confesor de la Iglesia mexicana; no, no hay vergüenzas específicas. Lo malo o bueno que se hace en México, se hace en el resto del mundo. Lo que sí, los adultos hemos tenido la experiencia que impactó mucho en nuestra juventud que fue el ‘68, el movimiento juvenil y estudiantil que protestaba contra las incongruencias e injusticias; protestaba haciéndose sentir de una manera incluso violenta. Los adultos estamos acostumbrados a que, cuando algo no va, hay reacciones violentas y nos despiertan.

 

«Pero no nos hemos dado cuenta de que el panorama ha cambiado en estos cincuenta años, ha cambiado mucho. Ahora, los que están inconformes ya no protestan, silenciosamente se van. Y por eso, si yo no estoy atento, ni siquiera me doy cuenta».

No soy sociólogo, pero la explicación que me he dado es que el mundo, la sociedad de aquel entonces, era más unida. Y cuando uno quería salir, lo hacía de esta manera, protestando. No podía jugar en otro campo, era el único campo.

 

Ahora, gracias a los medios de comunicación, si uno no quiere jugar en un campo tiene otros diez en donde puede hacerlo, no es necesario protestar. Sencillamente me voy y juego en otro lado. Eso es lo que pasa. Con la generación juvenil y con muchos de los que padecen abusos, por ejemplo -que es una grave vergüenza-, se van. Esto pasa en la Iglesia y también con los abusos en la familia: Uno se va y dice ‘mi padre no existe ya’, ‘está vivo pero me voy por otro lado’, ‘la sociedad hoy es muy abierta, y me permite tranquilamente sobrevivir sin tener relación con mi papá’.

 

Ahora, si uno no está atento, no se da cuenta. Es por eso que el Papa hace esta iniciativa del Sínodo de la Sinodalidad. Inventó algo nuevo. Porque [la Iglesia] estaba acostumbrada cada tres años a un sínodo de obispos; es decir: el Papa reconocía que él sólo no tenía a la mano toda la situación de la Iglesia y entonces reunía a los obispos para que, con su ayuda, pudieran mirar la situación de la Iglesia del mundo.

 

«Sin embargo, ahora el Papa se ha dado cuenta de que ni siquiera los obispos saben cómo es la situación de la Iglesia. Es necesario iniciar desde la base».

 

Por ello invitó a todas las diócesis a iniciar un camino sinodal para entrar en contacto con toda la base, con todos los bautizados, no sólo con los que participan con la misa dominical, o con los agentes y no sólo ellos, sino también con los demás. Se trata de encontrar ocasiones, inventar ocasiones para escucharlos; como se hace en una familia cuando hay una situación difícil: Nos sentamos todos alrededor de la mesa para platicar, para ver qué se puede hacer y enfrentarlo.

 

Pienso que esa es la clave que puede cambiar completamente el rumbo de la Iglesia en todo el mundo y también en México. Es una oportunidad que el Papa ofrece, podemos aprovecharla o no; la tentación de desaprovecharla es fuerte porque es algo complicado, porque es algo que nunca se ha hecho y porque en la Iglesia existe la tradición de hacer ‘como siempre se ha hecho’.

 

«Las personas más abiertas entienden cuánta riqueza y prospectiva hay en la Iglesia con esta iniciativa; y los demás tienen miedo de qué va a pasar con esto. Están preocupados por lo qué va a pasar ‘si permito a mis hijos hablar’…».

 

Hay que subrayar –y me voy de México muy consolado con esta iniciativa del Papa- que espero que los obispos aprovechen esta iniciativa, porque podría permitir a México evitar el invierno de fe que conocen ya Europa y los Estados Unidos.

 

Por Guillermo Gazanini Espinoza.

Felipe Monroy.

Infovaticama.