Cumbre sobre acción climática ONU 2019: una carrera que podemos ganar
Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano
Las emisiones a nivel mundial están alcanzando unos niveles sin precedentes que parece que aún no han llegado a su cota máxima.
Los últimos cuatro años han sido los más calurosos de la historia y las temperaturas invernales del Ártico han aumentado 3 °C desde 1990. Tal como revelan los últimos informes elaborados por Naciones Unidas, los niveles del mar están subiendo, los arrecifes de coral se mueren y empieza a verse el fatal impacto del cambio climático en la salud a través de la contaminación del aire, las olas de calor y los riesgos en la seguridad alimentaria.
Los impactos del cambio climático son reales y se perciben en todas partes del mundo, concretamente en la vida de las personas. Las economías nacionales se están viendo afectadas por este fenómeno, aunque comienza ya a reconocerse a nivel global que existen soluciones asequibles que permiten dar el salto a economías más limpias y resilientes.
Hay que actuar ya
Los últimos análisis indican que, si se actúa ya, se pueden reducir las emisiones de carbono en los próximos 12 años y frenar el aumento de la temperatura media anual por debajo de los 2 °C, o incluso a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, según los datos científicos más recientes.
Al respecto, destaca el Acuerdo de París, un marco normativo visionario, viable y puntero que detalla exactamente las medidas a tomar para detener la alteración del clima e invertir su impacto. Un acuerdo que sin embargo, no tiene sentido en sí mismo si no se acompaña de una acción ambiciosa y conjunta que busca el bienestar de toda la tierra.
Llamamiento a los líderes del mundo
En este contexto, el Secretario General de la ONU, António Guterres, ha hecho un llamamiento a todos los líderes para que acudan a Nueva York el 23 de septiembre con planes viables y realistas para mejorar sus contribuciones concretas a nivel nacional para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050.
Tal como se lee en el comunicado, para que sean efectivos y fiables, estos planes no pueden enfrentarse a la reducción de forma aislada: deben mostrar una vía hacia la transformación completa de las economías siguiendo los objetivos de desarrollo sostenible. No deberían generar ganadores y perdedores, ni aumentar la desigualdad económica:
“Tienen que ser justos, crear nuevas oportunidades y proteger a aquellos que se ven afectados por los impactos negativos en el contexto de una transición justa. También deberían incluir a las mujeres como principales encargadas de la toma de decisiones: solo la toma de decisiones desde la diversidad de género es capaz de abordar las diferentes necesidades que surgirán en este próximo periodo de transformación fundamental”, explica Guterres.
Soluciones ambiciosas en seis áreas
Por su parte, la Cumbre reunirá a gobiernos, sector privado, sociedad civil, autoridades locales y otras organizaciones internacionales para desarrollar soluciones ambiciosas en seis áreas: la transición global hacia energías renovables; infraestructuras y ciudades sostenibles y resilientes; la agricultura y ordenación sostenible de nuestros océanos y bosques; la resiliencia y adaptación a los impactos climáticos; y la convergencia de financiación pública y privada con una economía de emisiones netas cero.
Resulta evidente que la aceleración de las medidas contra el cambio climático puede fortalecer nuestras economías y crear empleos, al mismo tiempo que genera un aire más limpio e impulsa la conservación de los hábitats naturales, la biodiversidad y la protección del medio ambiente.
Una carrera que podemos ganar
Asimismo, las nuevas tecnologías y las soluciones ofrecidas por la ingeniería ya producen energía a un coste menor que la economía basada en combustibles fósiles. La solar y la eólica, por ejemplo, son actualmente las fuentes de energía más baratas en casi todas las principales economías. Es por ello que esta iniciativa busca poner en marcha cambios radicales sin demora, si de verdad se pretende salvar al planeta, ya que tal como dice el lema de la Cumbre, estamos ante “una carrera que podemos ganar” pero solo uniendo fuerzas y voluntades.
Así lo explica también el Secretario General de Naciones Unidas, asegurando que esto significa acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles y a la agricultura alta en emisiones para promover el cambio hacia la energía renovable, los vehículos eléctricos y prácticas de agricultura inteligente.
“Significa fijar un precio del carbono que refleje su auténtico coste de emisiones, desde los riesgos climáticos hasta los peligros para la salud que provoca la contaminación del aire. En otras palabras, acelerar el cierre de las centrales de carbón, parar la construcción de nuevas y reemplazar los puestos de trabajo con alternativas más saludables para que la transición sea justa, inclusiva y rentable”.