Hoy, Época de Jóvenes como los de Chapultepec

Chapultepec, Puntal de nuestro Nacionalismo

 

José Agapito Salazar Ibarra. (D-S21, 130920).

 

Hoy recordamos el ejemplo de los Cadetes que resistieron heroicamente, en el Castillo de Chapultepec, la invasión de EUA a México, con la que perdimos gente valiosa y medio territorio, por nuestras divisiones y las traiciones de los mal nacidos.

 

Somos la Nación Mexicana que viene, no de la derrota de 1847, sino de la histórica integración nativo-española, a lo largo de casi tres siglos. Y Chapultepec, por aquéllos jóvenes, es nuestra más limpia y retadora referencia nacionalista, según el Maestro Don José Vasconcelos.

Además, somos llamados, desde el Tepeyac y por intervención directa de María, a ser un  nuevo Pueblo de Dios: privilegio que perdemos en proporción directa a nuestro paganismo bestializante, en las idolatrías del placer, la fama, el dinero y el poder.

De ello hablan unos 500,000 abortos, más de 150,000 asesinatos, más de 30,000 desaparecidos y la inseguridad y la violencia crecientes. Una bárbara delincuencia, asociada desde hace décadas a políticos, y con muchos –a todo nivel- de quienes debieran ser garantes de la paz y la tranquilidad públicas.

Hay que afirmar toda referencia a nuestro destino trascendente, frente a la globalización atea, inhumana, ecocida, liberal, falsamente democrática, iluminada por una minoría-minoría que la usufructúa y nos impone, incluso desde la misma ONU, un Modelo de Desarrollo que rechaza nuestras raíces culturales y cristianas.

Benedicto XVI denunció eso e instó a demandar el debido respeto a dichas  raíces.

Su Sucesor, Francisco, va más a fondo, procura despertar a los Laicos, juventud principalmente, y da Estandarte a la acción social-cristiana de hoy, por ejemplo, con su Encíclica Laudato sí, y demás Documentos y Mensajes.

MARCO DE LA INDEPENDENCIA

El temple español que rompió la esclavitud musulmana sufrida más de 8 siglos, que descubrió el Continente, y conquistó y civilizó Hispanoamérica con sus mejores hijos, (no los indignos de esa gran  Epopeya), liderados en México por Hernán Cortes… ¡ya no era el mismo temple al comenzar el siglo XIX!

Así, en 1,808 España pudo ser invadida por Napoleón Bonaparte, a quien se le entregó Carlos IV en favor de José Bonaparte, hermano del Corso. Después, pasado José Bonaparte, también abdicó el Rey Fernando VII, hijo de Carlos IV… Decapitado el Imperio, las Colonias tuvieron que tomar su iniciativa o soportar a cualquier extranjero.

Las Colonias, sin cabeza, fueron presa fácil de Inglaterra primero y después de EUA, cuyos piratas y bucaneros habían preparado el terreno, como vemos en la Historia con Pereyra, Vasconcelos, Gutiérrez, etc.

Ante eso, México resolvió consumar la Independencia iniciada en 1810 por Hidalgo, venida a menos por excesos suicidas como el de expulsar y matar españoles y echarles encima a los indios, idea instigada en nuestra aurora independiente, por Joel Roberto Poinsett, primero como agitador extraoficial –cuando intentó y no pudo manipular a Iturbide- y luego como Plenipotenciario del gobierno estadounidense, dominado desde entonces por los por plutócratas.

Poinsett y sus cómplices habrían sido colgados en EUA por solo proponer, en aquel tiempo, algo semejante contra los ingleses y sus descendientes. Cosa  parecida se vio en su Guerra Civil, incluida la táctica de “tierra arrasada”, cuando ese país fue  dividido y enfrentado entre si, a pretexto de la esclavitud negra, que era sangrante realidad. Este siglo ha visto cómo crece la amenaza de que se repita esa confrontación.

Don Agustín de Iturbide consumó la Independencia el 27 de septiembre de 1821, a base de consensos en torno al Plan de Iguala, aceptado hasta por el último Virrey español, Juan de O’Donojú, bajo la Bandera de las Tres Garantías: Unión, Religión e Independencia. El Congreso, manipulado por una minoría liberal financiada, organizada e iluminada desde el Norte, declaró Proscrito a Iturbide y éste fue fusilado en 1824, en Padilla, Tamps.

El rechazo a reconocer la anexión texana a EUA, –¡después de tan sólo 26 años de vida  independiente!- fue el pretexto para declarar esa guerra… cuando ya avanzaban sobre México tres ejércitos de tierra y atacaban sendas flotas a estratégicas urbes del Pacífico y el Golfo mexicanos.

A esas fechas, la sociedad mexicana ya estaba muy minada y peor en su Ejército, donde, con sus repetidas veleidades y traiciones, sembró desaliento y dejó negro precedente Antonio López de Santana. Comenzó por desobedecer a Iturbide que le ordenó en 1822 impedir que desembarcara Joel Roberto Poinsett, -quien todavía no traía personalidad alguna del Gobierno estadounidense- a Veracruz y, al contrario, le dio la bienvenida y lo colmó de atenciones.

Aquél captó y habrá coptado desde entonces al traidor útil y dócil para los próximos años… con efectos hasta el siguiente siglo. Servil a las luces y consignas que Poinsett le habrá dejado, López inició una rebelión contra Iturbide, desde Veracruz, con la bandera del Federalismo que promovió el después Plenipotenciario de EUA, Joel R. Poinsett.

Después, en 1846, cuando tenía que detener y expulsar la invasión norteamericana, López mostró que era cómplice de la misma, al ordenar retirada en la batalla de La Angostura, de noche, cuando ya estaba ganada esa jornada y los invasores al mando del general Taylor estaban dispuestos a la rendición.

Y en 1847,  mientras caía la Capital mexicana, el vomitable López inmovilizó la Caballería y le fue indiferente que otros generales con sus fuerzas hasta se retirasen de la Capital, como lo hizo Juan N. Álvarez, que ya antes había impedido el avance de refuerzos al norte, para defender las Californias.

En tanto, los no castrados se agotaban en la defensa de Chapultepec, última resistencia, con su simbolismo militar y nacionalista, como gente al mando del Gral. Bravo; y en las laderas del Castillo morían en el cumplimiento de su deber hombres muy valiosos por su estirpe como el Comandante Felipe Xicoténcatl, descendiente de aquel Xicoténcatl que se inmoló para salvar a la Gran Tenochtitlán.

¡Vivan Juan Escutia, Juan de la Barrera, Agustín Melgar, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca, Leonardo Márquez!… Y que por sus pares de ayer y de hoy… ¡Viva México!.

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Hoy tenemos que diseñar nuestro propio Modelo de desarrollo frente a la globalización  liberal y sus Recesiones, (su “Reinicio” post-pandemia), a la vista de nuestra Historia, mediante un ejercicio democrático efectivo, no simulado, más allá de los Poderes fácticos y partidistas, lo cual es hoy el gran desafío para todos los mexicanos. Es la hora de la Sociedad Civil. Es la Época de Jóvenes como los de Chapultepec.