Se cumple un año del puente más grande del que se tenga memoria. Un viernes 13 de marzo fue la última vez que muchos de nosotros dejamos de tener clases presenciales y empezamos a ver clases “desde la comodidad de nuestra casa”.
A mi generación no le tocó escuchar sobre los atentados de las Torres Gemelas o el asesinato de Colosio. Si le preguntas a alguien a quien sí le tocaron esos acontecimientos: ¿Qué estabas haciendo cuando sucedió el atentado de las Torres Gemelas? O ¿Dónde estabas cuando te enteraste de la muerte de Colosio? Te contestarán desde qué desayunaron hasta qué sintieron. Nosotros, por otro lado, nos acordamos del último día de clases antes de la pandemia.
El viernes 13 de marzo empezó algo extraño, pues el día anterior, jueves 12, se confirmó el primer caso de coronavirus en el estado y había un grupito de primer año de prepa que ya estaba usando cubrebocas, la verdad yo los veía raro. Si mal no recuerdo, el profesor titular nos dijo que debíamos tener cuidado con el virus y que evitáramos compartir cosas como botellas de agua.
Después empezaron las clases de una manera normal, mundo contemporáneo, matemáticas e ingles. Estas clases pasaron rápido y llegamos al receso, ahí me di cuenta que un muy buen amigo mío había agarrado puente para faltar a clases de viernes a lunes, este último era día de asueto por el natalicio de Benito Juárez. Entonces, sin saberlo, perdió su último día de prepa.
En el receso, estaba con mi grupito de amigos en el mismo lugar de siempre y hablando de cómo estaba yendo el día hasta que salió el tema del coronavirus. Cada quien tenía una idea, pero más o menos llegábamos a la misma conclusión: tarde o temprano cancelarían las clases y nos mandarían para la casa. En ese momento todo era jijijis o jajajas pensando qué serian unas vacaciones de Semana Santa largas… ¡Qué equivocados estábamos!
Pero bueno, después del receso regresamos a la segunda hora de Inglés, y la verdad se sentía otro ambiente, el profe nos pregunto que íbamos a estudiar y en dónde. Cada quién le iba comentando más o menos lo que haríamos. Esa fue la única actividad de inglés. Al terminar la clase tocaba estadística, es una de las clases que más recuerdo porque la miss empezó a hablar del virus y usarlo en su materia, de hecho fue la única que dejó tarea para el fin de semana. La última clase era etimologías y la teníamos con el titular del grupo, esta hora de etimologías la usábamos para practicar el examen CENEVAL. El profe Toño ponía música mientras que en un libro rojo contestábamos y corregiamos 50 preguntas. Pasados los 45 minutos empezó la toma de conciencia, 15 minutos donde reflexionamos sobre el día y contestábamos dos preguntas.
Una vez terminada la toma de conciencia, ya podíamos salir. Busqué a mis amigos y nos despedimos, sin saber que ese había sido nuestro último día de prepa y que cada quién iba a seguir un camino distinto.
Una vez canceladas las clases presenciales empezamos las clases virtuales, que me gustaría dividir en dos partes, antes y después de las vacaciones de Semana Santa. La primera parte fue muy ligera, los profesores mandaban los trabajos con fecha límite de entrega y ya uno se organizaba para entregarlos. Después de Semana Santa todo cambió, empezamos a tener un horario de clases y exámenes por Meet.
El principal problema de las clases virtuales es la conexión de internet tan lenta que tenemos en México, tenía profesores a quienes no se les podía escuchar muy bien por bajones de la conexión, e incluso ocasiones en que su señal de Internet los retiraba de la reunión. Esto cansa mucho, pues no es problema tuyo ni del profe, es de algo que no esta en nuestras manos. A veces el internet va rápido y otras veces no puedes ni abrir una nueva pestaña.
La vuelta a clases en México no se ve del todo clara, las escuelas privadas tienen permiso del Gobernador José Aispuro y del Presidente López Obrador, pero en cambio las escuelas públicas volverán hasta que el semáforo epidemiológico esté en color verde.
El regreso a clases es algo importante, no es el mismo nivel de aprendizaje cuando estás en la clase presencial con tus amigos y compañeros a estar en tu casa viendo la cámara de tu computadora y viendo una clase. Así lo han entendido varios países europeos como España, una de las naciones más afectadas por el coronavirus.
El semestre pasado empecé mi carrera en ese país, y la mitad del ciclo escolar lo cursé desde en México mediante clases grabadas y Zoom. Fue hasta el mes de octubre que llegué a Pamplona para iniciar con clases en un formato mixto, algunas eran presenciales y otras virtuales.
Una vez en la Universidad de Navarra, me tenía que hacer un test PCR y dar negativo a coronavirus para poder entrar a la facultad. Este lo hice un lunes al medio día y tuve que esperar hasta el martes por la tarde para saber los resultados, entonces mi primer día en la universidad fue el miércoles.
El primer día en la facultad fue muy tranquilo, solo tenia una clase pero me di cuenta de varias adaptaciones que habían hecho por el tema de la pandemia, por ejemplo en la cafetería había unas mesas larguísimas donde solo podían comer dos personas, una en cada extremo, en la sala de trabajo había unos paneles de plástico para separar tu lugar de los demás y en las aulas había que respetar cierta distancia (dos lugares) al momento de agarrar sitio, adema de que cada 45 minutos había que salir para que se ventilara.
También tenías que realizar reservaciones para usar los salones de estudio, en las prácticas de radio no nos podemos quitar la mascarilla y una vez que alguien graba dentro del estudio hay que esperar cinco minutos mientras desinfectan el micrófono.
Los exámenes fueron presenciales y, al menos en mi universidad, no se omitió ninguna recomendación de salud, todos estábamos separados por dos espacios, estaban las ventanas abiertas para que circulara el aire.
Volver a asistir a clases es algo necesario, y en España los colegios representan un 6% de los brotes de COVID-19, un número relativamente bajo.