El Papa en la catequesis y las cuatro pistas de un buen cristiano
«La perseverancia de los creyentes en la alianza con Dios y con los hermanos se convierte en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás»: lo recordó el Papa en la Audiencia General, en la que enumeró uno a uno, los cuatro indicios que revelan a un “buen cristiano”.
Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano. (vn, 260619).
Dos comunidades – a decir del Papa Francisco – siguieron la catequesis durante la audiencia general en el miércoles 26 de junio: aquella presente en la Plaza de San Pedro, y los enfermos en el Aula Pablo VI, acogidos allí por el fuerte calor del verano en Roma. Fue como el preludio al tema de la catequesis de hoy, referido a lo que fuera la vida de la primera comunidad de fieles cristianos, entre el amor a Dios y el amor a los hermanos, según el pasaje evangélico tomado de los Hechos de los Apóstoles, cap. 2, versículos 42.44-45.
Jerusalén paradigma de toda comunidad cristiana
En efecto, el Pontífice inició su catequesis hablando del fruto de Pentecostés, de aquella “poderosa efusión del Espíritu de Dios sobre la primera comunidad cristiana”, que hizo que muchas personas sintieran sus corazones “traspasados por el feliz anuncio de la salvación en Cristo”. Ese “calor de la fe” de estos hermanos y hermanas en Cristo, dijo Francisco, hizo de sus vidas el “escenario de la obra de Dios que se manifiesta en maravillas y señales a través de los Apóstoles”:
«En los Hechos de los Apóstoles – comenzó diciendo en nuestro idioma– san Lucas nos muestra a la Iglesia de Jerusalén como el paradigma de toda comunidad cristiana. Los cristianos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, hacían memoria del Señor a través de la fracción del pan, es decir, de la Eucaristía, y dialogaban con Dios en la oración».
Cuatro pistas del buen cristiano.
Precisamente las apenas nombradas, son “las actitudes del cristiano”. Actitudes que el Romano Pontífice quiso repetir, una a una, para que quedasen bien grabadas en la memoria de los fieles. Son los “cuatro indicios” de un buen cristiano:
Los cristianos “escuchan asiduamente la enseñanza apostólica”, “practican un alto nivel de relaciones interpersonales también a través de la comunión de bienes espirituales y materiales”, “hacen memoria del Señor a través de la Eucaristía” y “dialogan con Dios en la oración”.
Si tu corazón es egoísta, no eres cristiano
El Santo Padre señaló luego la diferencia entre comunidad de creyentes y la sociedad humana: en esta última “se tiende a hacer los propios intereses sin tener en cuenta o incluso en detrimento de los demás”, mientras que en cambio, la comunidad de creyentes “prohíbe el individualismo para favorecer el compartir y la solidaridad”, pues, de hecho, “no hay lugar para el egoísmo en el alma de un cristiano”:
«Si tu corazón es egoísta no eres cristiano: eres una persona mundana, que sólo buscas tu favor, tu beneficio».
Llamados a compartir los bienes espirituales y materiales
Francisco continuó narrando cómo era la vida de esta comunidad primitiva:
«Los creyentes vivían todos unidos, conscientes del vínculo que los une entre sí como hermanos en Cristo, sintiéndose especialmente llamados a compartir con todos los bienes espirituales y materiales, según la necesidad de cada uno. Así, compartiendo la Palabra de Dios y también el pan, la Iglesia se convierte en fermento de un mundo nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión».
El bautismo revela el íntimo vínculo entre hermanos en Cristo
La gracia del bautismo revela, añadió el Papa, el íntimo vínculo entre los hermanos en Cristo llamados a compartir, a identificarse con los demás y a dar “según las necesidades de cada uno”. Y esta fraternidad, que es la Iglesia, puede vivir una vida litúrgica “verdadera y auténtica”:
«En efecto, la liturgia no es un aspecto más de la Iglesia, sino la expresión de su esencia, el lugar donde nos encontramos con el Resucitado y experimentamos su amor».
Un principio gracias al cual vive la comunidad creyente de cada época
Pero el Pontífice no se detuvo aquí: se centró por último, en lo que san Lucas narra en los Hechos, y es que «la perseverancia de los creyentes en la alianza con Dios y con los hermanos se convierte en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás».
Al finalizar la catequesis en su saludo a los peregrinos de lengua española, exhortó a pedir al Espíritu Santo para que “nuestras comunidades sean acogedoras y solidarias, viviendo la liturgia como encuentro de Dios y con los hermanos”. A los jóvenes, los ancianos, los enfermos, los recién casados, les recordó la Solemnidad, el próximo viernes, del Sagrado Corazón de Jesús, invitándolos a mirar ese corazón y a imitar los sentimientos más verdaderos. También a rezar por los sacerdotes y por su ministerio petrino, para que toda acción pastoral esté marcada en el amor que Cristo tiene por cada hombre.