De Efemérides y Algo Más.

+ De Efemérides y Algo Más.

José Agapito Salazar Ibarra. (D-21, 110121).

Reconforta constatar, ver u oír, cuando hay decisión profesional y entusiasta –derivada de la vocación social- de servir a la comunidad de que se forma parte, como en el caso del ingeniero Florencio Rodríguez, metereólogo III.

A los datos climatológicos de hoy -110121- añadió la efeméride que enriquece el dato inmediato: la nevada de 1967, registrada en días como los que corren. Felicidades a este digno chihuahuense durangueñeizado, como tal vez diría don Héctor Palencia Alonso.

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En una ampliación del escenario que hizo histórico ese año, pasé a la Cuaresma, tensada y enfervorizada con el secuestro y martirio del primer obispo de Obregón, Son., forjado en la catolicidad del tiempo de Don José María González y Valencia: Mons. José Soledad de Jesús Torres Castañeda, de cuyo sacrificio, como de aquella nevada, este año harán 54.

Y en ese crimen “todavía no se ha hecho justicia”, consignó en sus Memorias, editadas en vida -2002- el arzobispo emérito de Durango, Don Antonio López Aviña, QdeDG, (Remembranzas de un Obispo, Editorial Diana, Pág. 311). Tampoco se ha resuelto reconocerlo oficialmente como Mártir.

Eso será “hasta que lo decida el Papa”, contestó el actual Pastor de los católicos duranguenses, Don Faustino Armendáriz Jiménez, a pregunta del público, en reciente edición del programa de La Voz de la Arquidiócesis.

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Mientras tanto, nuestro pésame a doña Margarita García de Guerrero Mier y toda la familia, por el sensible deceso de Don Ángel Sergio, ex Gobernador de Durango. Desplegó mejor su carisma político durante el primer sexenio presidencial de oposición al PRI, frente a Vicente Fox… o su mujer, Martha Sahagún.

Su obra de más impacto, quizá, fue la Rúa Durango-Mazatlán, en la cual no manchó su nombre, dice su hijo Rodolfo, y que luego, de sus sucesores, fue la danza multi-millonaria (resultó multiplicado, varias veces, el costo calculado inicialmente) y seguirá siéndolo: su mantenimiento eterno, pues la corrupción bailó sobre toda ella, metro a metro.

El costo creciente de la inmoralidad pública y privada, en vidas humanas, no tiene nombre, lo mismo que, guardadas las proporciones, en lo material. Y espera Juicio y castigo, al menos público o moral, si no fuera ya posible ante los tribunales. Esto, antes de que caiga un castigo del cielo, como muestra la historia universal…