Envidia, el instrumento del diablo para destruir anuncio del Evangelio: el Papa.
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa, 090520.
En la Misa celebrada en la casa Santa Marta de este 9 de mayo, el Papa Francisco explicó que el instrumento que el diablo usa para destruir la proclamación del Evangelio es la envidia.
En su homilía, el Santo Padre comenzó recordando unas frases del Salmo 98, recitadas en la Liturgia del día, que afirma: “canten al Señor una nueva canción porque Él ha hecho maravillas. Su mano derecha y su brazo sagrado le dieron la victoria. El Señor ha dado a conocer su salvación, a los ojos del pueblo ha revelado su justicia”.
“¡Esto es verdad, el Señor ha hecho maravillas! Pero cuánta fatiga, cuánta fatiga para las comunidades cristianas llevar adelante estas maravillas del Señor”, reconoció el Papa al reflexionar en un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (13,44-52) que describe la persecución que obligó a San Pablo y Bernabé a abandonar Antioquía debido a injurias en contra de las declaraciones de San Pablo sobre Jesús.
En este sentido, el Papa Francisco destacó la alegría de todas las personas de la ciudad cuando se reunieron para escuchar la Palabra del Señor predicada por Pablo y los apóstoles porque ellos “predicaban con fuerza, y el Espíritu les ayudaba” pero al ver esa multitud, los judíos “se llenaron de celos, y con palabras injuriosas contrastaban las afirmaciones de Pablo”.
En esta línea, el Pontífice reconoció que “por un lado está el Señor, está el Espíritu Santo, que hace crecer a la Iglesia, y siempre crece más: esto es verdad. Pero por otro lado está el espíritu maligno que trata de destruir la Iglesia”.
“Siempre es así. Siempre es así. Se va hacia adelante pero luego el enemigo viene tratando de destruir. El balance siempre es positivo a la larga, pero ¡cuánta fatiga, cuánto dolor, cuánto martirio! Y esto fue lo que sucedió aquí, en Antioquía, sucede en todas partes en el Libro de los Hechos de los Apóstoles”, advirtió el Papa.
Instrumento del diablo
Por ello, el Santo Padre cuestionó: “¿cuál es el instrumento del diablo para destruir la proclamación del Evangelio?” y respondió: “¡La envidia!” al citar el Libro de la Sabiduría que “lo dice claramente: ‘por la envidia del diablo el pecado ha entrado en el mundo’”.
“Envidia, celos… Siempre este sentimiento amargo, amargo. Esta gente veía cómo se predicaba el Evangelio y se enfadaba, se roían el hígado de rabia. Y esta rabia los llevaba adelante: es la rabia del diablo, es la rabia que destruye, la rabia de ese: ‘¡crucifica, crucifica!’, de esa tortura de Jesús. Quiere destruir. Siempre. Siempre”.
De este modo, el Papa Francisco advirtió que “viendo esa lucha también, es válido para nosotros, la Iglesia va hacia adelante entre las consolaciones de Dios y las persecuciones del mundo. Una Iglesia que no tiene dificultades le falta algo, algo falta, y si el diablo está tranquilo, las cosas no van bien”.
“Siempre la dificultad, la tentación, la lucha, los celos que destruyen. El Espíritu Santo hace la armonía de la Iglesia y el espíritu maligno destruye. Hasta hoy. Hasta hoy. Siempre esta lucha… El instrumento de estos celos, de esta envidia son los poderes temporales”, afirmó el Papa quien alertó sobre el poder temporal que “puede ser bueno, las personas pueden ser buenas pero el poder como tal siempre es peligroso”.
Por ello, el Pontífice señaló que “el poder del mundo contra el poder de Dios mueve todo esto y siempre detrás de éste, ese poder, está el dinero”.
“Esto que sucede en la Iglesia primitiva, la obra del Espíritu para construir la Iglesia, para armonizar la Iglesia, y el trabajo del maligno para destruirla, y el recurso a los poderes temporales para detener la Iglesia, para destruir la Iglesia, no es más que un desarrollo de lo que sucedió en la mañana de la Resurrección”, explicó el Papa quien recordó la descripción bíblica que relata que “los soldados, al ver ese triunfo, fueron a ver a los sacerdotes y compraron la verdad… Y la verdad fue silenciada. Desde la primera mañana de la Resurrección, el triunfo de Cristo, está esta traición, este silenciar de la palabra de Cristo, silenciar el triunfo de la Resurrección con el poder temporal: los sumos sacerdotes y el dinero”.
Al concluir, el Santo Padre animó a tener cuidado “con la predicación del Evangelio, para no caer nunca en la tentación de poner nuestra confianza en los poderes temporales y en el dinero”.
“La confianza de los cristianos es Jesucristo y el Espíritu Santo que Él envió y precisamente el Espíritu Santo es la levadura, la fuerza que hace crecer a la Iglesia. Sí, la Iglesia avanza, en paz, con resignación, alegre: entre las consolaciones de Dios y las persecuciones del mundo”.
A continuación, la lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 13:44-52
44 El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad para escuchar la Palabra de Dios. 45 Los judíos, al ver a la multitud, se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias cuanto Pablo decía. 46 Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé: «Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles. 47 Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra.»
48 Al oír esto los gentiles se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban destinados a una vida eterna. 49 Y la Palabra del Señor se difundía por toda la región. 50 Pero los judíos incitaron a mujeres distinguidas que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad; promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y les echaron de su territorio. 51 Estos sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio. 52 Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.
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