El Papa rendirá homenaje a un mexicano en su viaje a Japón.
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa, 191119.
Entre los 26 mártires a los que el Papa Francisco rendirá homenaje durante su visita al Japón figura San Felipe de Jesús, el primer santo nacido en México.
De acuerdo al programa oficial de su viaje a Tailandia y Japón, el Papa Francisco realizará un “homenaje a los santos mártires en el Monumento de los Mártires”, en la colina de Nishizaka, en Nagazaki.
El Museo y el Monumento a los 26 Mártires fueron inaugurados en la colina de Nishizaka el 10 de junio de 1962 para conmemorar el 100º aniversario de la canonización de los 26 cristianos ejecutados en cruces en ese lugar, el 5 de febrero de 1597.
Entre los 26 mártires figuran 20 japoneses cristianos y seis sacerdotes extranjeros, entre los cuales había cuatro españoles, un mexicano y uno de la actual India, entre franciscanos y jesuitas.
Los mártires japoneses son San Francisco, San Cosme Takeya, San Pedro Sukejiro, San Miguel Kozaki, San Diego Kisai, San Pablo Miki, San Pablo Ibaraki, San Juan de Gotoo, San Luis Ibaraki, San Antonio, San Matías, San León Karasumaru, San Ventura, Santo Tomás Kozaki, San Joaquín Sakakibara, San Francisco, Santo Tomás Dangui, San Juan Kinuya, San Gabriel y San Pablo Suzuki.
Los mártires españoles son San Pedro Bautista, San Martín de la Ascensión, San Francisco Blanco y San Francisco de San Miguel.
San Felipe de Jesús, también conocido como De las Casas, nacido en México y San Gonzalo García, de la actual India, también fueron crucificados ese día.
Los 26 fueron arrestados y condenados a muerte por predicar la fe cristiana, contra las órdenes de Toyotomi Hideyoshi, conocido como Taikosama, gobernante unificador del Japón.
En su texto La Colina De Los Mártires, el Beato Diego Yuki, testigo martirizado años después, escribió que mientras eran llevados a la colina, los santos mártires “rezaban el rosario. Todos tenían las manos atadas. Sus pies descalzos marcaban huellas rojizas en el áspero camino”.
“Vale la pena detenerse a contemplarlos. Hace ya un mes que salieron de Kyoto, después de sufrir la mutilación de la oreja izquierda. Un mes orientados hacia su Calvario, renovando cada mañana su decisión, ofrendando cada anochecer la dura jornada. Ese mes de vía crucis, en el corazón del invierno, marca una ruta espiritual”.
El Beato Diego Yuki continúa más adelante: “Basta verlos para convencerse: esos hombres no son desde luego malhechores, tampoco son rebeldes. Son, sencillamente, eso: sembradores. Los testigos han dejado acá y allá diversas pinceladas del cuadro: que a Fray Francisco Blanco le sangraba aún la herida de la oreja, que Fray Pedro Bautista, olvidado de sus pies heridos avanzaba a pasos largos, como con prisa por llegar, que Fray Felipe de Jesús estaba muy pálido y demacrado”.
Entre los diálogos que recoge de los momentos previos a la crucifixión de los mártires, el Beato Yuki señala que “alguien pide a Fray Francisco de San Miguel su rosario como recuerdo, y el humilde hermano se excusa con sencillez: ‘Ahora, cuando termine de rezarlo’”.
Cercanos a la muerte, algunos recurrieron a la oración y al canto de alabanzas a Dios, y San Pablo Miki predicó a los asistentes y aseguró su perdón “a todos los que tuvieron parte en esta mi muerte”.
San Felipe de Jesús es actualmente el patrono de la Ciudad de México y de la Arquidiócesis Primada de México.
En un video publicado recientemente, el P. José de Jesús Aguilar, canónigo de la Catedral Metropolitana de México, recordó que el santo mexicano “había viajado a Filipinas para realizar sus estudios” y “estaba esperando la ordenación sacerdotal”.
“Con gran alegría Escribió a sus familiares que ya venía a México para recibirla”, señaló, pero “lamentablemente la barca en la que venía tuvo un naufragio que la obligó a llegar a Japón, donde el emperador Taikosama había decretado una persecución contra todo aquel que hablara de Jesucristo”.
El gobernante japonés, continuó el presbítero mexicano, “les había advertido ya a los frailes franciscanos y jesuitas que no lo hicieran, y ellos, desafiando, continuaron predicando en secreto hasta que lamentablemente los pudieron atrapar”.
“Cuando el emperador supo que Felipe de Jesús era también un religioso, un cristiano y católico, pero que no había llegado al Japón a evangelizar, sino como parte de un naufragio, le permitió que saliera”, señaló, e indicó que “Felipe entonces tuvo una disyuntiva, y se puso seguramente a pensar: qué servirá más para el reino de Dios, miles de Misas, miles de predicaciones o el testimonio de dar mi vida en la cruz, anunciando que Cristo está vivo, en medio de nosotros y que debe de ser conocido”.
Ante la disyuntiva, destacó el P. Aguilar, San Felipe de Jesús “decidió aceptar el martirio juntamente con sus compañeros”
Además, indicó que “entre todos los que murieron en aquel 5 de febrero de 1597, la primera sangre que se derramó fue la de San Felipe de Jesús”.
“A estos mártires, y particularmente a San Felipe de Jesús les pedimos que en este viaje del Papa Francisco intercedan ante Dios para que le dé las palabra sabias, la inteligencia oportuna y abierta para predicar, como lo hizo San Felipe de Jesús con su testimonio, con su palabra y por supuesto, iluminado por el Espíritu Santo”, expresó.