Drones al servicio de la criminalidad: ¿carrera sin freno?
Maricel Drazer.
DW, 190225.
“Cárteles, guerrillas y grupos insurgentes han encontrado en los drones una herramienta efectiva y de bajo costo para desafiar la superioridad militar de los gobiernos”, aseguran expertos.
Disidentes de la extinta guerrilla de las FARC atacaron con drones y explosivos un centro médico temporal en el suroeste de Colombia esta semana.
¿Se trató de un hecho aislado? ¿Cuál es el papel que desempeñan estos artefactos en manos de cárteles y guerrillas? ¿Y hasta dónde pueden llegar?
“No es un episodio aislado, sino un reflejo del cambio de la naturaleza del conflicto armado y el crimen organizado en América Latina”, asegura en diálogo con DW Axel Lodovico Molina, profesor adjunto de Derecho Internacional Público y Derecho de la Informática de la Universidad del Salvador.
“Lo que alguna vez fue de uso exclusivo de los ejércitos estatales, hoy ha sido adoptado por cárteles, guerrillas y grupos insurgentes, que han encontrado en los drones una herramienta efectiva y de bajo costo para desafiar la superioridad militar de los gobiernos”, agrega el académico franco-argentino, también especialista en seguridad, ciberseguridad e inteligencia artificial.
Expansión de una amenaza emergente
“El uso de drones por parte de grupos criminales en la región se ha convertido en una herramienta recurrente en conflictos irregulares”, sostiene Lodovico Molina. “Si bien no reemplazan por completo las tácticas tradicionales, sí han modificado las estrategias de combate y el crimen organizado, permitiendo ataques de precisión, misiones de reconocimiento, transporte de drogas y armas, y guerra psicológica”, detalla el experto.
“Países como México y Colombia, donde los grupos armados no estatales cuentan con divisiones militares altamente entrenadas y equipadas, son los países donde mayormente se ha registrado el uso de drones.
No obstante, organizaciones criminales en Brasil, Panamá y Ecuador también han experimentado con drones en el transporte de mercancías y en tareas de vigilancia aérea”, da cuenta en el mismo sentido, Juan Camilo Jaramillo, investigador de InSight Crime, en entrevista con este medio.
Una elección que otorga ventajas estratégicas
“La proliferación de drones en el crimen organizado responde a su alta eficiencia en relación con su costo”, explica Ludovico Molina. “Por una fracción del precio de un arma convencional, un grupo armado puede ejecutar ataques de precisión, recolectar inteligencia en tiempo real y transportar cargas ilícitas, sin exponer a sus operativos al combate directo”, enumera Ludovico Molina las ventajas de estos artefactos.
Ahora bien, ¿cómo acceden estos grupos a esta tecnología?
“Los drones detectados en manos de organizaciones criminales son principalmente de origen comercial”, revela Jaramillo desde Bogotá. “Algunos de ellos pueden ser adquiridos por plataformas digitales, por un costo que va entre los 30 y 50 dólares”, precisa el experto de InSight Crime.
“También se ha documentado la proliferación de drones de fabricación casera, ensamblados con componentes adquiridos en línea y sistemas de vuelo programables”, suma al respecto Lodovico Molina.
Y agrega: “Otro factor clave es la disponibilidad de tecnologías de uso dual, aquellas que tienen aplicaciones tanto civiles como militares. Sistemas de navegación GPS, circuitos electrónicos y baterías de alto rendimiento son de venta libre y pueden utilizarse en plataformas de ataque improvisadas”
Un cambio en la dinámica del conflicto
“La introducción de drones ha alterado la naturaleza de los enfrentamientos en la región. Hasta hace poco, las guerrillas y los cárteles dependían de tácticas de emboscada, guerra de guerrillas y control territorial mediante el terror. La llegada de drones les ha permitido expandir su capacidad de ataque y vigilancia, extendiendo el conflicto a espacios antes inaccesibles y generando un impacto psicológico considerable en sus adversarios”, destaca el profesor de la USAL.
Con todo, la profesora de Política y Gobierno de la Universidad Georg MasonGuadalupe Correa advierte sobre la “espectacularización” del tema, “que no ayuda a entender el fenómeno”. “No me sorprende que estos grupos quieran utilizar las tecnologías que están disponibles”, relativiza.
La respuesta de los gobiernos: una estrategia fragmentada
En este marco, la reacción de los gobiernos, según coinciden los expertos, no ha estado a la altura de las circunstancias. “Hay una red de protección política que opera, y que no ha sido desmantelada desde los gobiernos federales, y es un problema hemisférico”, señala la profesora mexicana.
“Hasta el momento, los gobiernos de la región han reaccionado de manera reactiva y descoordinada, con escasos avances en el diseño de una estrategia integral para contener esta amenaza”, analiza, por su parte, el especialista franco-argentino Lodovico Molina.
“Falta mayor inversión y estrategias de prevención de estos dispositivos”, asegura, por su parte, Jaramillo.
El futuro de la guerra en el aire
“El dominio del espacio aéreo se ha convertido en un factor clave en la lucha contra la insurgencia y el crimen organizado en América Latina. Si los gobiernos no logran adaptarse a esta nueva realidad, corren el riesgo de perder el control de los cielos ante grupos cada vez más sofisticados y mejor equipados”, concluye y advierte a la vez, Lodovico Molina.
(ms).