Las lápidas que quedaron al descubierto en la presa Guadalupe Victoria, detectadas hace algunos días por los lugareños, pertenecen al panteón atrial del poblado El Durazno, el cual tuvo que ser reubicado por la construcción de este embalse, así lo dio a conocer el historiador y cronista oficial de la ciudad, Javier Guerrero Romero, quien explicó que este pueblo se construyó en el Siglo XVII, fue una misión Franciscana y según la tradición funeraria de esa época, la gente que moría era sepultada alrededor de los templos.
Agregó que una vez que se hizo el diseño de la presa Guadalupe Victoria y se empieza a construir a finales de los años 50, según los planes se determinó que el pueblo iba a quedar sumergido, por lo que el Durazno quedó reubicado en el lugar en el que se encuentra actualmente, cercano al “Pueblito” consideró que la presencia de estas lápidas puede obedecer a las fuertes corrientes que se generan al interior de estos embalses, “quizá las hayan desprendido y orillado al lugar en el que ahora se localizan”.
En su narrativa, Guerrero Romero manifestó que ese poblado albergó de 300 a 500 personas, era muy similar al Tunal, “esto es más común de lo que se cree cuando se construyen presas y quedan pueblos sepultados, lo que no es común es que las presas se sequen, o lleguen a niveles tan bajos como el que presenta hoy la Guadalupe Victoria”.
Finalmente, el cronista de la ciudad recordó que en la década de los 90, se presentó la sequía más intensa en la historia de esta ciudad, según registros oficiales, el nivel de la presa bajó más que ahora, estuvo por debajo del 20 por ciento y en esa ocasión se alcanzó a ver la torre del templo del Durazno, algo que los ciudadanos pudieron atestiguar con el asombro que este fenómeno ocasiona.