Siguen atentados anticatòlicos en España

Un detenido tras provocar un incendio en un convento mientras se celebraba la Misa

Por Nicolás de Cárdenas

ACIPRENSA, 03 de mayo de 2024.

Un hombre ha sido detenido en la ciudad española de Cuenca después de provocar un incendio en el convento de las Concepcionistas Franciscanas a primera hora de la mañana mientras se celebraba la Misa.

Según detalla COPE, cadena de radio propiedad de la Conferencia Episcopal Española (CEE), un individuo roció con gasolina la puerta principal del convento y después prendió el lugar con un fósforo provocando el incendio en el exterior del templo.

En el interior, al menos se encontraban 10 religiosas y un número indeterminado de laicos, junto al sacerdote que celebraba la Eucaristía.

Varios vecinos que presenciaron los hechos retuvieron al incendiario hasta que llegaron al lugar miembros del Cuerpo Nacional de Policía, mientras algunos trataban de apagar la importante deflagración con extintores obtenidos de los locales comerciales cercanos, labor que completaron a tiempo los bomberos sin que se hayan registrado heridos.

El hombre detenido “ha protagonizado con anterioridad otros incidentes en la ciudad”, según recoge la agencia Europa Press

Una orden de clausura vinculada a Isabel la Católica

El Monasterio de la Inmaculada Concepción de Cuenca fue edificado a principios del siglo XVI y de aquella época aún se conservaba la portada que ha sido incendiada este viernes, obra de Pedro de Alviz. En el año 2021 el monasterio fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Histórico-Artístico Nacional.

La Orden de la Inmaculada Concepción ocupa el lugar desde hace más de 5 siglos. Fue fundada por la noble lusa Santa Beatriz de Silva, que servía como dama de honor de la Reina Isabel de Portugal.

Tras una visión de la Virgen, que le pedía fundar una orden en honor de su Inmaculada Concepción, huye a Toledo, donde vive en un monasterio durante 30 años sin ser religiosa.

Fue Isabel La Católica, hija de la reina portuguesa del mismo nombre, quien impulsó la creación de la nueva orden. En 1484, la reina castellana cedió unas casas en Toledo a la nueva comunidad.

Fue el Papa Inocencio VIII quien, a petición de Santa Beatriz y de la Sierva de Dios Isabel de Castilla, aprobó la nueva orden en 1489.

NOTA RELACIONADA.

Estas fueron las últimas peticiones de los apóstoles Felipe y Santiago antes de morir

El 3 de mayo la Iglesia Católica festeja a los apóstoles Felipe y Santiago el Menor, quienes murieron mártires por su fe y en defensa de los cristianos. La tradición indica que ambos hicieron unas últimas peticiones antes de morir y que siguen siendo ejemplo de valentía hasta nuestros días.

El Apóstol Felipe y su muerte a ejemplo del mismo Cristo

En el libro Año Cristiano, del P. Juan Croisset S.J., se cuenta que después de Pentecostés, el Apóstol Felipe predicó en la región de Frigia, llegando a su ciudad capital de Hierápolis, en la actual Turquía. En éste último pueblo se encontró que la gente adoraba una horrenda víbora.

San Felipe empezó a predicar y convirtió a muchos de la ciudad, iniciando una floreciente comunidad cristiana. Pero los sacerdotes de ídolos paganos junto a los magistrados lo apresaron, lo amarraron a una cruz y lo apedrearon. De pronto se produjo un terrible terremoto y los enemigos huyeron despavoridos.

Los cristianos aprovecharon para ir en búsqueda del Apóstol y tratar de descolgarlo. Pero el santo les pidió que lo dejaran así, siguiendo el ejemplo del Señor. Luego de encomendar su alma y su pueblo a Dios, entró triunfante en la gloria del cielo.

El Apóstol Santiago y la compasión por los enemigos

El libro Año Cristiano, basado también en la tradición de la Iglesia, describe que Santiago el Menor fue el primer obispo de Jerusalén. El bondadoso, prudente y sabio Apóstol llegó a ser muy respetado y apreciado por el pueblo. No obstante, algunos líderes judíos armaron un complot y lo convocaron a comparecer ante el sanedrín.

La gente acudió en masa a ver lo que sucedería. Los escribas y fariseos le pidieron que les dijera qué juicio debían hacer sobre el Jesús que fue crucificado. Es así que el Apóstol aprovechó para indicarles que Jesús estaba sentado a la derecha de Dios Padre y que un día vendrá a juzgar a todos los hombres. Además, enfatizó que Él era el esperado Mesías.

Muchos judíos se convirtieron en ese momento y aclamaron a Cristo, pero los escribas y fariseos increparon al pueblo diciendo que el Justo Santiago se engañaba. Entonces, llenos de odio tomaron al santo y lo arrojaron de un lugar alto del templo.

Santiago no murió, se puso de rodillas y empezó a pedir a Dios por los que atentaban contra su vida. Los enemigos enfurecidos se pusieron a apedrearlo hasta que uno le asestó un potente golpe en la cabeza y lo mató.

“Su muerte fue tan llorada que nunca se hizo por ningún hombre un sentimiento igual y hasta los mismos judíos miraron esta muerte injusta como una de las principales causas de las públicas calamidades de la nación, y aún de la misma ruina de Jerusalén, que sucedió ocho años después de la muerte de nuestro apóstol”, se indica en la obra.