Estados Unidos: Virgen de Guadalupe enseña a reparar el pecado del racismo, dice Obispo.
Redacción ACI Prensa, 151019.
Mons. Mark Joseph Seitz, Obispo de El Paso, Texas (Estados Unidos), denunció que durante siglos la frontera sur del país ha arrastrado un “legado de odio y supremacía blanca”, pero aseguró que la Virgen de Guadalupe “nos enseña cómo podemos reparar el pecado del racismo”.
En su extensa carta titulada “Noche ya no habrá”, publicada en inglés y en español, Mons. Seitz señaló que la Virgen de Guadalupe “nos muestra que nuestra identidad más profunda no nos la da un imperio, ni la política, ni la economía o un colono, sino que es un don de Dios”.
“Nuestra identidad se forma en las relaciones llenas de gracia que perseguimos libremente con Dios, los demás y la Creación”, señaló.
“La historia de Guadalupe es la historia de Jesús, quien se despojó de los privilegios de la divinidad, tomando condición de esclavo, para hacerse carne como nosotros”, dijo.
El Obispo de El Paso indicó que “si después de la Resurrección, la Iglesia continúa la misión de Jesús de restaurar ‘la unidad de todo el género humano’, entonces hablar de la Iglesia y del Reino de Dios es hablar de inclusión y diversidad”.
“Esto es todo lo contrario de la obsesión racista con la blancura y la pureza y las falsas promesas de los resurgentes etno-nacionalismos. Entendido de esta manera, el racismo es un signo del anti-reino y el Bautismo y la Eucaristía son la puerta de gracia para una humanidad totalmente reconciliada”, dijo.
Mons. Seitz recordó en su carta la masacre sufrida el 3 de agosto de este año en El Paso, cuando un hombre armado ingresó y abrió fuego en una tienda de Walmart, en el centro comercial Cielo Vista. El sujeto, arrestado por las autoridades, causó la muerte de 22 personas, entre ellas ocho ciudadanos mexicanos.
En esa ocasión, dijo el obispo estadounidense, “el odio visitó nuestra comunidad y la sangre latina fue derramada en sacrificio al dios falso de la supremacía blanca. El asesinato se convirtió en parte de una creciente letanía de tiroteos mortales en los Estados Unidos”.
Más adelante en su carta, Mons. Seitz señaló que “muchos aquí pueden decir con razón que no cruzaron la frontera, sino que la frontera nos cruzó a nosotros”.
El Paso, con cerca de 700 mil habitantes, es una de las ciudades fronterizas entre Estados Unidos y México. Del lado mexicano se encuentra Ciudad Juárez, con una población aproximada de 1,5 millones de personas.
El Obispo de El Paso recordó que “la Iglesia de El Paso cayó bajo diferentes banderas nacionales en diferentes momentos y bajo la jurisdicción de las diócesis mexicanas de Guadalajara, Durango y luego, sólo hasta después de la Guerra México-Americana, bajo las diócesis de Texas”.
La guerra entre México y Estados Unidos tuvo lugar entre 1846 y 1848. Al concluir, con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, México cedió a su vecino del norte los territorios que actualmente comprenden los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, partes del estado de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.
El Obispo de El Paso señaló que “en América Latina ha habido más fluidez entre razas a través del matrimonio, más mezcla de culturas y religiones en comparación con la experiencia de los nativos americanos y afroamericanos”.
“Sin embargo, las actitudes de los colonizadores españoles incluían la noción errónea de pureza racial basada en la piel clara, una creencia que en algunos lugares continúa hoy, incluso de manera interiorizada”, lamentó.
Pero este racismo español, precisó, “chocó en la frontera con el racismo más evidente de los Estados Unidos. Este fue el racismo de la teoría de una gota, utilizada para justificar la práctica criminal de la esclavitud”.
“Tanto el racismo que privilegia la piel más clara sobre los indígenas, ladinos, mulatos y mestizos, como el racismo utilizado para subyugar a los afroamericanos, permanecen preocupantes en la frontera hoy en día”.
El Obispo se remitió a los inicios del siglo XX, en la época de la Revolución Mexicana, para señalar que en la actualidad se pueden observar “paralelos incómodos” tanto en el trato a solicitantes de asilo de México como “en las políticas actuales, como el despliegue de tropas en la frontera, la política punitiva de Permanecer en México y la detención forzada de familias”.
“Entonces, como ahora, aumentaron los temores y se habló de invasión que condujo a acciones brutales contra los refugiados”, dijo.
Este “legado de odio hacia los latinos”, dijo, continuó durante el siglo XX, como en el abuso de los trabajadores mexicanos que sirvieron como mano de obra agrícola entre 19342 y 1964.
Además, recordó que “la construcción de muros en la frontera no comenzó en 2016”.
“Los habitantes de El Paso han observado su crecimiento en forma y comienzo. Vimos las barreras de acero levantarse en el momento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). En el mismo momento en que NAFTA garantiza el derecho de la riqueza a cruzar libremente la frontera, limitamos y criminalizamos la movilidad humana”, denunció.
Mons. Seitz subrayó que “el muro es un símbolo de exclusión, especialmente cuando se alía con una política abierta de xenofobia. Es una herida abierta en medio de nuestras ciudades hermanas de El Paso y Ciudad Juárez”.
“El muro es un recordatorio físico del fracaso de dos naciones amigas para resolver sus problemas internos y binacionales de manera justa y pacífica”, dijo.
El Obispo de El Paso dijo que la Virgen de Guadalupe “nos invita a dejar atrás el miedo y unirnos a ella en el trabajo de avanzar con alegría hacia la justicia en las Américas”.
“Estamos llamados a morir a una actitud de miedo y a elevarnos con la voluntad de encontrarnos con otros en vulnerabilidad, con la voluntad de ser cambiados para mejor por las relaciones correctas con Dios, los demás y la tierra”, expresó.
Puede leer el texto completo de la carta “Noche ya no habrá” AQUÍ.