Confirma Leòn XIV la Prioridad: ¡Evangelizar!

El Papa León XIV urge a evangelizar a quienes por falta de fe han perdido el sentido de la vida

Por Almudena Martínez-Bordiú.

ACIPRENSA, 09 de mayo de 2025.

 

En la mañana de este viernes 9 de mayo, el Papa León XIV celebró su primera Misa como sucesor de San Pedro en la Capilla Sixtina acompañado por los cardenales que, apenas un día antes, lo eligieron para guiar a los más de 1.400 millones de católicos que hay en el mundo.

 

Bajo la mirada imponente de los frescos de Miguel Ángel, testigos silenciosos de los grandes momentos que han marcado el rumbo de la Iglesia, el nuevo Pontífice regresó al lugar donde en la tarde del 8 de mayo aceptó el cargo de ser el nuevo Papa.

 

Pasadas las 11 de la mañana (hora de Roma), el Papa León XIV ingresó en procesión a la Capilla Sixtina, precedido por acólitos y portando mitra y báculo, hasta el altar situado bajo la escena del Juicio Final.

 

La primera lectura, proclamada en inglés, fue tomada del libro del Apocalipsis (Revelaciones 21, 9b-14). La segunda, de la primera carta del apóstol San Pedro, fue leída en español por Fermina Álvarez, una laica española que trabaja en el Vaticano.

 

El Evangelio escogido para esta relevante primera celebración Eucarística del nuevo Pontífice fue el de Mateo (16:13-19), en el que Jesús encomienda a Pedro la labor de ser la piedra sobre la que va a edificar su Iglesia.

 

Antes de pronunciar su homilía, el Papa León XIV dirigió unas palabras espontáneas en inglés a los cardenales, recordándoles con sencillez que le habían elegido para “portar una cruz”, y les pidió caminar junto a él “porque somos una comunidad que debe anunciar la buena nueva de Cristo”.

 

Con el rostro visiblemente emocionado, el Papa León XIV inició su homilía con una afirmación: “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre”.

 

Una humanidad santa que todos podemos imitar

El Papa León XIV destacó que el Señor nos ha mostrado “un modelo de humanidad santa que todos podemos imitar, junto con la promesa de un destino eterno que, sin embargo, supera todos nuestros límites y capacidades”.

 

“Pedro, en su respuesta, asume ambas cosas: el don de Dios y el camino que se debe recorrer para dejarse transformar, dimensiones inseparables de la salvación, confiadas a la Iglesia para que las anuncie por el bien de la humanidad”, señaló.

 

En este sentido, subrayó que “nos las confía a nosotros, elegidos por Él antes de que nos formásemos en el vientre materno, regenerados en el agua del Bautismo y, más allá de nuestros límites y sin ningún mérito propio, conducidos aquí y desde aquí enviados, para que el Evangelio se anuncie a todas las criaturas”.

 

El “tesoro” de la Iglesia no es la grandiosidad de sus construcciones, sino la santidad de sus miembros

“Dios, de forma particular, al llamarme a través del voto de ustedes a suceder al primero de los apóstoles, me confía este tesoro a mí, para que, con su ayuda, sea su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia; de modo que esta sea cada vez más la ciudad puesta sobre el monte, arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo”.

 

Esto, precisó el Papa León XIV, no se debe “a la magnificencia de sus estructuras y a la grandiosidad de sus construcciones —como los monumentos en los que nos encontramos—, sino por la santidad de sus miembros”.

 

La realidad en la que vivimos, con sus límites y potencialidades

A continuación, el Papa reflexionó sobre la escena evangélica en la que Pedro hace su profesión de fe: “¿Qué dice la gente —pregunta Jesús— sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?” (Mt 16,13).

 

Para el Papa León XIV, esta cuestión “concierne a un aspecto importante de nuestro ministerio: la realidad en la que vivimos, con sus límites y sus potencialidades, sus cuestionamientos y sus convicciones”.

 

Como respuesta, señaló que primero está la opinión del mundo, que considera a Jesús una persona “que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar”.

 

Y así, cuando su presencia se vuelve incómoda por las exigencias de honestidad y las demandas morales que plantea, “este mundo no dudará en rechazarlo y eliminarlo”.

 

Sin embargo, puntualizó que para “la gente común”, el Nazareno no es un “charlatán”, sino “un hombre valiente, que habla bien y que dice cosas justas, como otros grandes profetas de la historia de Israel”.

 

Aun así, advirtió que también ellos lo ven sólo como un hombre y, por eso, en el momento del peligro, durante la Pasión, “también ellos lo abandonan y se van, desilusionados”.

 

La urgencia de evangelizar a quienes creen que Jesús “es un líder carismático”

El Pontífice remarcó la “actualidad” de estas dos actitudes, ya que ambas reflejan pensamientos presentes en muchos hombres y mujeres de hoy.

 

Indicó que hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana es considerada “un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer”.

 

Se refirió también a los ambientes donde “no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece”.

 

Precisamente por esto, subrayó, “son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad”.

 

En este sentido, puntualizó que en estos contextos Jesús es reducido “solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho”.

 

Gastarse hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo

“Este es el mundo que nos ha sido confiado —agregó—, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador”.

 

Afirmó que, para ello, es necesario comenzar por una relación personal con Cristo y con “el compromiso con un camino de conversión cotidiano”.

 

“Lo digo ante todo por mí, como Sucesor de Pedro, mientras inicio mi misión de Obispo de la Iglesia que está en Roma, llamada a presidir en la caridad la Iglesia universal”, afirmó, citando a San Ignacio de Antioquía.

 

Para el Papa, las palabras de este santo mártir “evocan en un sentido más general un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado, gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”.

 

“Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia”, concluyó.

 

Al término de la Misa, los cardenales rompieron a aplaudir mientras que el Papa León XIV abandonaba la Capilla Sixtina.

 

Etiquetas: Vaticano, Capilla Sixtina, noticias católicas, Papa León XIV

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