Evaluaciòn general alemana sobre pandemia del COVID

COVID: 5 años del confinamiento en Alemania

Marcel Fürstenau

  1. 220325.

El 22 de marzo de 2020 casi todas las tiendas, negocios y escuelas cerraron para contener el mortal coronavirus. La respuesta sigue dividiendo a Alemania hasta hoy.

 

En domingo, la mayoría de la gente tiene el día libre. El fin de semana es para relajarse, pasear y reunirse con familiares y amigos. Pero el silencio de aquel domingo, 22 de marzo de 2020, era engañoso, inquietante, casi fantasmal. Alemania estaba confinada por el coronavirus. Era la primera vez que los políticos alemanes imponían restricciones tan estrictas para controlar la enfermedad respiratoria que se estaba propagando por todo el mundo.

 

Siete millones de muertos en todo el mundo, 187.000 en Alemania

El muy contagioso coronavirus, también conocido como Sars-Cov2, estaba paralizando prácticamente la vida social y económica en todo el mundo. Durante unos tres años se estarían adoptando en todo el mundo restricciones más o menos estrictas. A pesar de las cuales, casi siete millones de personas murieron por la enfermedad, el covid-19. En Alemania fueron 187.000. Las últimas restricciones relacionadas con el coronavirus, como la obligación de llevar mascarilla en determinadas instalaciones, no finalizarían tras varios amagos hasta abril de 2023.

 

Sin embargo, la enfermedad no ha desaparecido; al contrario, la gente sigue enfermando a causa del virus, que muta constantemente, pero que ahora es menos peligroso para la mayoría de la gente. Muchos sufren efectos duraderos, los llamados post-covid o long-covid, pero también daños causados ​​por las vacunas. Y todavía no hay una reevaluación social ni política integral. Una persona que viene criticando esto desde hace tiempo es el jefe de Estado alemán, el presidente federal Frank-Walter Steinmeier.

 

Steinmeier esperaba más del Bundestag

“La gente de nuestro país espera que abordemos este período con rigor”, declaró recientemente el presidente federal en una mesa redonda que él mismo inició sobre las consecuencias y las lecciones aprendidas de la pandemia. Lamentó que el Bundestag alemán hubiera evitado en gran medida esta cuestión durante el período legislativo que acaba de terminar.

 

“Sostengo que es esencial que se establezca la transparencia para que podamos recuperar al mayor número posible de personas entre quienes dudaron de la democracia y de las instituciones durante la pandemia”, enfatizó Steinmeier. Fueron necesarias muchas restricciones para detener la propagación de la enfermedad. Desafortunadamente, esto también significó reducir los contactos interpersonales tanto como fuera posible. Sin embargo, el presidente federal tiene muchas preguntas acuciantes.

 

“¿Qué papel jugó la política, qué papel jugó el asesoramiento científico?”

“¿Fueron necesarios los generalizados cierres de escuelas? ¿Eran imprescindibles las restricciones a derechos fundamentales como la libertad de reunión? ¿Fue la discusión, que mantuvimos aquí en Alemania sobre la vacunación obligatoria, más bien perjudicial? ¿Qué papel desempeñaron la política, el asesoramiento científico y qué papel deberían desempeñar en situaciones similares en el futuro?

 

Steinmeier recibió respuestas de sus invitados de los más diversos campos: medicina, educación, investigación, enfermería, deportes, cultura, política. Maxi Brautmeier-Ulrich, directora de una escuela primaria en Paderborn (Renania del Norte-Westfalia), como muchos otros participantes en el debate, destacó la creatividad que hubo que echar al principio para hacer posible la enseñanza digital a distancia, por ejemplo. Pero en algún momento se llegó a la extenuación.

 

“Los temores siguen ahí hoy”

“Los que sufrieron también fueron sobre todo los niños y los jóvenes”, destacó la educadora. Ella nota las consecuencias hasta el día de hoy. La confianza en las escuelas y en el sistema educativo ha quedado dañada permanentemente. La razón: las familias de repente tuvieron que hacer muchas cosas por su cuenta, además de su propio trabajo. La conclusión de Brautmeier-Ulrich: “Estos temores siguen existiendo hoy en día”.

 

La directora resume las lecciones de la pandemia en una sola exigencia: “Básicamente, los niños necesitan mucha más atención, ahora y siempre”. Es imposible compensar el daño y las experiencias perdidas. Su observación después del final de la pandemia: Muchos niños tienen déficits en el lenguaje, provocados por el uso prolongado de mascarillas y el mayor consumo de medios digitales.

 

La mayoría de los muertos tenía 80 años o más

Astrid Thiele-Jèrome gestiona una residencia de ancianos en el distrito de Warendorf (Renania del Norte-Westfalia). Vio morir a mucha gente durante las peores fases de la pandemia. Casi la mitad de los 187.000 muertos en Alemania tenía 80 años o más. En aquella época, a veces se prohibía a los familiares entrar en la residencia. Eso le duele todavía hoy a Thiele-Jèrome, ni siquiera sus empleados lo entendían.

 

“Si yo puedo entrar a las habitaciones con ropa de protección —con mi traje, mi tapabocas, mi visor—, ¿por qué no se lo permiten a los familiares?”, se preguntaban los cuidadores. “Y entonces abríamos la ventana y los dejábamos entrar para que se despidieran”. Pero esto sólo fue posible porque las ventanas de la planta baja de su residencia de ancianos llegan hasta el suelo.

 

Turnos de doce horas en una residencia de ancianos

Durante el encuentro con el presidente federal se escuchó con especial frecuencia una palabra: solidaridad. “Fue realmente increíble”, recuerda Thiel-Jèrome, recordando la solidaridad de su equipo, que atendía a personas mayores y, por tanto, especialmente vulnerables, en turnos de doce horas. El anfitrión, Steinmeier, también elogió repetidamente la solidaridad generalizada en Alemania.

 

Al mismo tiempo, enfatizó continuamente lo importante que es para él una revisión crítica: cree que es muy importante repasar lo que salió bien y lo que salió menos bien. Sin embargo, no hay que olvidar que muchas medidas se adoptaron basándose en los conocimientos disponibles en aquel momento. “Y siempre se trató de un mismo objetivo: salvar tantas vidas humanas como fuera posible. En definitiva, lo conseguimos”, concluyó Steinmeier.

 

En Brandeburgo hay abierta una comisión de investigación

Sin embargo, espera que el próximo Bundestag y el futuro gobierno aborden finalmente la cuestión del coronavirus cinco años después del primer confinamiento.

 

El estado federado de Brandeburgo asumió la iniciativa y creó una comisión de investigación. El comité incluye miembros del parlamento regional, representantes de autoridades locales y expertos de la comunidad científica.

 

Preocupación por las teorías conspirativas y la renovada desconfianza

“Si no resolvemos esto, quedará mucho por aflorar”, advirtió Steinmeier en sus charlas sobre el coronavirus.

 

Lo que no se aborda abiertamente alimenta teorías conspirativas y nueva desconfianza. Ambos son veneno para la democracia, afirmó el presidente federal. “Ambos le hacen el juego a los populistas y no debemos permitirlo”.

(lgc/mn).

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Cristina Papaleo.

ACIPRENSA, 11/03/202511 de marzo de 2025

La pandemia de COVID-19 dejó huellas en las sociedades de todo el mundo. En América Latina, aún hay mucho camino por recorrer para enfrentar otros desafíos sanitarios como este, dice el virólogo Felix Drexler a DW.

 

Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia de COVID-19, el 11 de marzo de 2020, el mundo entró en estado de shock. Pero, al mismo tiempo, se movilizaron fuerzas a nivel global para enfrentarla.

 

Cinco años después, ¿qué lecciones aprendió América Latina de esta emergencia sanitaria, y cómo podría volver a enfrentar una pandemia? DW entrevistó sobre el tema al Dr. Felix Drexler, virólogo y profesor de la Clínica Universitaria Charité, de Berlín, con amplia experiencia profesional en América Latina, y con quien sostuvimos nuestra sección Diálogo Pandémico durante esa emergencia sanitaria.

 

DW: Dr. Drexler, ¿qué ha cambiado en América Latina en cuanto a la prevención y atención, a cinco años de la pandemia de COVID-19?

 

Dr. Felix Drexler: Algo ha cambiado, pero no mucho. En América Latina no sucede algo muy diferente de otras regiones del mundo, es decir, que se olvidó rápidamente el desastre que fue la pandemia, y sus consecuencias para la salud, la economía y la sociedad. La región no estaba preparada para la pandemia, pero no actuó de mejor o peor manera que otras regiones.

 

El asunto clave es que Latinoamérica es muy heterogénea, con países muy pobres que invierten bastante en salud, y países más ricos que invierten menos, y dentro de los países más ricos hay enormes diferencias regionales.

 

Muchos países latinoamericanos no tenían acceso a los reactivos para detectar el coronavirus, o estos simplemente no estaban disponibles, y cuando llegaron las vacunas, estaban sujetas a un fuerte juego geopolítico en cuanto a qué país adoptaba cuál vacuna. Si querían usar las vacunas desarrolladas en Cuba, la china o la rusa, o si se esperaba a que llegara la vacuna de la iniciativa COVAX.

 

Pero lo que también complicó mucho la situación fueron las diferentes posturas ante la pandemia de los Gobiernos de los respectivos países, e incluso las de las autoridades de los diferentes departamentos, estados o provincias.

 

¿Cuáles son las lecciones que nos dejó de la pandemia a los latinoamericanos?

 

Ante todo, el mensaje principal es que no hay un Gran Hermano que cuide de nosotros, es decir, esa tendencia a pensar que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Estados Unidos o Europa solucionarán las cosas. Eso no es lo que ha sucedido.

 

El segundo mensaje importante es que no hubo suficiente colaboración regional. En América Latina, hay países con fronteras conjuntas enormes, con poblaciones comparables, con el mismo idioma, que no supieron colaborar estratégicamente. Hubo gran cooperación entre los científicos y los médicos, pero no necesariamente entre los Gobiernos de la región. Es una región muy compleja, donde cualquier Gobierno simplemente puede rechazar la cooperación con un país vecino por tener otra línea política.

 

Como actor de salud, y sin agenda política, puedo decir que no importa quién esté gobernando un país, porque hay que trabajar juntos por el bien de la población. El covid fue, por su transmisibilidad, un ejemplo brutal de que las enfermedades no respetan las fronteras. Y a pesar de ese impacto común, los países latinoamericanos no desarrollaron estrategias conjuntas lo suficientemente eficaces.

 

En la comunidad científica se habla de crear un Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) a nivel regional. ¿Qué hay de cierto y de posible en esto?

 

Es una idea que presentaron algunos exministros de Salud, como reacción a la pandemia. Pero también hay otras opiniones. Brasil, por ejemplo, ya implementó su propio centro y tiene la capacidad de tomar un rol de liderazgo en la región. Sin embargo, habría que desarrollar la idea, y se necesitaría un mandato suprarregional. También existe un CDC en el Caribe, y eso es una buena medida. Pero esos centros siempre dependen de la financiación, por lo cual no es fácil sostenerlos.

 

¿Cuáles son los pasos a dar, concretamente, para generar más resiliencia y conciencia sobre las pandemias?

 

La posibilidad de coordinar esfuerzos, tanto de prevención como de reacción ante una nueva pandemia, es algo en lo que cada país debería concentrarse, en la relevancia de la interacción coordinada con los demás. Pero ese es un aspecto que se ve dificultado en todo el mundo, no solo en Latinoamérica.

 

Hay que trabajar en las organizaciones multilaterales existentes, fortalecerlas, otorgarles un mandato claro y desarrollar soluciones regionales. Por ejemplo, los países andinos -Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela- podrían trabajar perfectamente juntos y aunar esfuerzos. Son países que tienen fronteras con miles de kilómetros, con gran flujo de personas.

 

Por otro lado, en cada uno de los países se debería descentralizar la atención sanitaria. No alcanza con que la gente reciba cuidados médicos en los grandes centros urbanos, como Bogotá, Lima o Quito. Hay que trabajar en una solución para atender a la población de la áreas más remotas, que es muy vulnerable.

 

Una mujer de espaldas observa un muro con homenajes a las personas fallecidas por COVID-19 en Ciudad de México.Una mujer de espaldas observa un muro con homenajes a las personas fallecidas por COVID-19 en Ciudad de México.

Homenaje a las personas fallecidas por COVID-19 en Ciudad de México.Imagen: Alfredo Estrella/Getty Images/AFP

Mucha gente ya no se cuida tanto de los contagios como lo hacían durante la pandemia de coronavirus. ¿Es eso una señal de que ya no es necesario hacerlo y de que podemos relajarnos?

 

De hecho, si bien aún hay contagios con el coronavirus, estamos más inmunizados, tanto por las infecciones sufridas como por las vacunas. Sin embargo, y sin dramatizar, el asunto principal es cómo reaccionaremos cuando aparezca la próxima pandemia. Las decisiones principales siguen estando en manos de los Gobiernos.

 

¿Qué piensa sobre las medidas de recorte en la investigación científica en estos momentos, por ejemplo, en Argentina, en el CONICET, pero también en Europa y en Estados Unidos?

 

Si bien en algunos casos es necesario disminuir gastos, no se debe exagerar, y los criterios y las medidas deben ser transparentes. También en Alemania debemos hacernos la misma pregunta. Aquí, el porcentaje del PIB en salud es muy elevado, pero la digitalización marcha muy lentamente. Si los recursos se usan de manera eficiente, no se deberían imponer recortes a ciegas, porque todos pagaremos el precio de eso en el futuro, tal vez muy próximo.

 

¿Qué se puede mejorar en la cooperación científica y médica entre América Latina y Europa como aprendizaje de la pandemia de covid?

 

Los países de América Latina y Europa que tienen un vínculo cultural y un respeto mutuo muy alto, y deberían trabajar más en conjunto de lo que lo hicieron. Alemania, por ejemplo, se está retrayendo de su colaboración económica con varios países de América Latina en la cooperación bilateral. Y esto es cuestionable porque tenemos mucho que ganar los unos de los otros. Xxx

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