San Carlos, con el de Loyola, influyò en Concilio de Trento

Hoy se celebra a San Carlos Borromeo, patrono personal del Papa San Juan Pablo II

 

Por Redacción Central.

ACIPRENSA, 04 de noviembre de 2024.

 

Cada 4 de noviembre la Iglesia Católica celebra a San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y personaje importantísimo de la contrarreforma católica del siglo XVI, junto al fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola.

 

El Papa San Juan Pablo II el Grande le tenía un gran aprecio y devoción, y lo consideraba su santo patrono.

 

Pastor diligente y cuidadoso

San Carlos Borromeo nació en Milán, Italia, el 2 de octubre de 1538, en el seno de una familia noble. Estudió derecho civil y canónico en la Universidad de Pavía, donde se doctoró en 1559. Su tío fue Giovanni Medici, el Papa Pío IV (p.1559-1565), quien lo mandó llamar de Milán a Roma apenas graduado, para que lo asistiera en la administración de su pontificado. Pio IV lo ordenó diácono en 1560 y a partir de ese momento lo hizo ocupar altos cargos eclesiásticos en los que Carlos se desempeñó con eficiencia y pulcritud.

 

En 1561 Borromeo fue nombrado secretario de Estado y luego gobernador. También formó parte del Santo Oficio. Por órdenes del Papa, participó en la organización y desarrollo de la tercera sesión del Concilio de Trento (1545-1563) de 1562, haciendo una importante contribución desde la Secretaría de Estado del Vaticano. Independientemente de la parte organizativa, Borromeo participó en la reforma de los cánones arquitectónicos y artísticos de la Iglesia, haciendo sentir su influencia sobre algunos aspectos de la música sacra o litúrgica.

 

Como funcionario eclesial, se preocupó mucho por la formación de los sacerdotes. Destituyó a muchos presbíteros indignos y los reemplazó por personas que cumplían con las condiciones de honorabilidad y fidelidad a la Iglesia.

 

Su vida, en medio de todas estas responsabilidades dio un giro que terminaría en su ascensiòn al episcopado. El 17 de julio de 1563 fue ordenado sacerdote y en la víspera de la Inmaculada Concepción, en diciembre, recibió la ordenación episcopal. Once meses después (noviembre de 1564) sería creado cardenal cuando ya ocupaba hacía unos meses (desde mayo) la sede arzobispal de Milán. En este proceso de conversión y renovación espiritual profunda jugaron un papel muy importante los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, y, por supuesto, la compañía de sus buenos amigos jesuitas.

 

Complot para acabar con su vida

Por su diligencia y celo evangélico, de la misma manera como cosechó abundantes frutos para Dios, se hizo de peligrosos enemigos. Incluso, en alguna oportunidad, su vida corrió  peligro, cuando un grupo de miembros de la Orden de los Humiliati -poseedora de monasterios, tierras y otras propiedades- intentaron desprestigiarlo ante el Papa. Los Humiliati fueron suprimidos posteriormente por bula papal en 1571.

 

Al no conseguir su cometido, tres priores de la mencionada Orden organizaron una conspiración para matarlo. Jerónimo Donati, sacerdote de los Humiliati, aceptó el encargo de darle muerte a cambio del pago de 20 monedas de oro.

 

Donati llegó a dispararle a Borromeo mientras rezaba en la capilla de su casa, pero providencialmente la bala no llegó a darle de lleno y solo quedó herido.

 

Servicio apostólico y epílogo de santidad

Durante la peste que se propagó en Milán, San Carlos se puso al cuidado de los enfermos. Fue el organizador del clero y las órdenes religiosas que salieron al encuentro de los contagiados, necesitados de asistencia médica y espiritual. Borromeo atendió personalmente a cientos de moribundos, y fue gestor de la ayuda económica a las víctimas y sus familias.

 

Borromeo fue amigo de mucha gente de bien y servidores de la Iglesia, algunos de ellos santos, como es el caso de San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Pío V, San Félix de Cantalicio, San Andrés Avelino, entre otros. Como un dato hermoso, se sabe que fue San Carlos Borromeo quien le dio la primera comunión a un adolescente San Luis Gonzaga.

 

Carlos Borromeo murió el 4 de noviembre de 1584. Durante los últimos años de su vida siguió dedicado a la implementación de las reformas establecidas en el Concilio de Trento. En esa tarea siempre había encontrado fuerte oposición, al punto de que fue acusado ante los tribunales eclesiásticos de Roma y Madrid.

 

A los 46 años, durante el retiro anual que realizaba en Monte Varallo, cayó enfermo; y el posterior viaje de retorno a Milán no hizo más que empeorar las cosas. Finalmente fue llamado a la presencia de Dios.

 

San Carlos Borromeo y San Juan Pablo II el Grande

San Juan Pablo II, en audiencia del 4 de noviembre de 1981, realizada meses después de sufrir aquel trágico atentado a manos del turco Ali Agca (13 de mayo de ese mismo año), resaltó ciertos detalles que lo asemejaban a San Carlos Borromeo y que, de hecho, lo unieron espiritualmente mucho a él.

 

El Papa empezó su discurso diciendo: “He aquí el papel que San Carlos realiza en mi vida y en la vida de todos los que llevan su nombre… ”. Se trataba de un primer detalle, relacionado precisamente con su nombre de pila: “Karol” [Wojtila] es “Carlos”. San Juan Pablo II había recibido de sus padres el nombre del santo en el bautismo.

 

Un segundo detalle los unió aún más: ambos habían sido víctimas de atentados contra sus vidas, y, claro está, habían sobrevivido milagrosamente. Así como se pretendió acabar de un disparo con la vida del arzobispo de Milán en el siglo XVI, el Papa Peregrino recibió cuatro disparos en el cuerpo en mayo de 1981. Ambos lograron sobrevivir a aquellas circunstancias, y aunque sus vidas corrieron serio peligro, tuvieron la gracia de una ‘segunda oportunidad’, una ‘segunda vida’.

 

Juan Pablo II se refería a esta experiencia así: “(Haber sobrevivido permite) mirar la vida de modo nuevo: esta vida (…) está unida a la memoria de mis padres y simultáneamente al misterio del bautismo, y al nombre de San Carlos Borromeo”.

 

El tercer detalle está en la relación de ambos santos con Concilios importantísimos. San Carlos Borromeo participó en el Concilio de Trento y San Juan Pablo II del Concilio Vaticano II. Al igual que su santo patrono, el Papa Peregrino también fue un gran difusor de las enseñanzas del concilio, trabajando por llevar a la práctica sus intuiciones.

 

Nota bene: más sobre Carlos Borromeo y Karol Wojtila

A lo reflexionado aquella vez por el Santo Padre, es posible añadir un par de datos más. A los dos los unió un profundo amor y respeto por los pobres y enfermos. Así como recordamos a Juan Pablo II visitando a los más necesitados, Borromeo asistió personalmente a muchos necesitados contagiados por la peste y proveyó de alimento a cientos de menesterosos.

 

Finalmente, es posible afirmar que tanto San Carlos Borromeo como San Juan Pablo II fueron personajes queridos de manera entrañable. Milán estuvo en vela la noche de la agonía de Borromeo, de la misma manera como el mundo entero estuvo en oración durante las últimas horas de vida de Juan Pablo II.

 

“Mirando mi vida en la perspectiva del bautismo, mirándola a través del ejemplo de San Carlos Borromeo, doy las gracias a todos los que hoy, en todo el período pasado, y continuamente, también ahora, me sostienen con la oración y a veces incluso con grandes sacrificios personales” (San Juan Pablo II).

Si quieres saber más sobre la vida y obra de San Carlos Borromeo, puedes leer este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Carlos_Borromeo.

 

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