Infiltrados desvían Autodefensas en Michoacàn

México: “Las autodefensas han dejado una estela de sangre”

Viola Traeder.

DW, 030924.

Ante la rampante violencia en Michoacán, el alzamiento armado de civiles sigue siendo una realidad. Once años después del nacimiento de las primeras autodefensas, ¿cuál es el balance de estos grupos?

 

“De nada sirvió todo el movimiento de las autodefensas que hicimos aquí. De hecho, ahora estamos peor que antes”, reconoce Guadalupe Mora, hermano de Hipólito Mora, fundador y exlíder de las autodefensas en La Ruana, el primer municipio que se levantó en armas contra el cártel los Caballeros Templarios, en 2013.

 

Desde la región de Tierra Caliente, en el estado mexicano de Michoacán, cuenta a DW por vía telefónica que su hermano Hipólito fue traicionado por Luis Antonio Torres, “El Americano”, que habría fundado un grupo criminal con integrantes de los Caballeros Templarios, disfrazado de autodefensas.

 

“‘El Americano’ manchó el movimiento”

“‘El Americano’ manchó el movimiento, y al Gobierno del estado todavía lo tenemos en contra. En lugar de proteger a los michoacanos, está protegiendo a los delincuentes”, dice Guadalupe Mora, que asumió la lucha social de su hermano tras su asesinato, hace un año.

 

El entrevistado asegura que, desde los tiempos del expresidente Enrique Peña Nieto, el Gobierno mexicano armó y legalizó a ese grupo criminal escindido de las autodefensas.

 

Balance “ambiguo” y “contradictorio”

Ante la violencia desenfrenada en Michoacán, el alzamiento armado de civiles sigue siendo una realidad. Apenas el pasado 23 de agosto, la comunidad indígena de San Ángel Zurumucapio informó que había decidido autodefenderse.

 

“Todo el pueblo se levanta en armas, debido a la inseguridad que padecemos día a día por el crimen organizado”, se lee en un comunicado de dicha comunidad.

 

Once años después del nacimiento de las primeras autodefensas, ¿cuál es el balance de estos grupos en Michoacán? ¿Han alcanzado su objetivo de proteger a los ciudadanos del crimen organizado?

 

“El balance es ambiguo y contradictorio”, dice a DW el Dr. Jesús Pérez Caballero, investigador del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte. “Por un lado, comunidades que fueron núcleos de autodefensas de Michoacán, como Tepalcatepec o Aguililla, presentan recientemente un panorama de enfrentamientos casi bélicos. Han sido asesinados líderes emblemáticos, como Hipólito Mora”.

 

Por otro lado, agrega, lugares con autodefensas aún activas, de base indígena, como Aquila, Coahuayana y Ostula, están librando enfrentamientos a distintos niveles. En cambio, poblados, como Tancítaro, sí parecen presentar un modelo exitoso.

 

Transformación del crimen organizado

Apoyado por fuerzas de seguridad estatales y federales, para 2015, el movimiento civil armado en Tierra Caliente había logrado asestar un golpe mortal al cártel de los Caballeros Templarios.

 

“Pero la delincuencia organizada mexicana puede, en caso de que un modo de hacer y una marca se debiliten, transformarse en otro tipo de lógica delincuencial, o adoptar la primacía de un individuo, familia u otro grupo, que permita eliminar del panorama mediático a la marca debilitada”, señala Pérez Caballero.

 

Según el investigador del Colegio de la Frontera Norte, tras el derrocamiento de los Caballeros Templarios, surgieron y resurgieron grupos criminales como la Familia Michoacana, los Viagras y el Cártel Jalisco Nueva Generación, que, en su momento, fue aliado de las autodefensas.

 

“Instrumento del Gobierno”

“Las conversiones de grupos del crimen organizado a autodefensas fueron muy comunes. Desafortunadamente, las autodefensas fueron un instrumento del Gobierno que ha dejado una larga estela de sangre en Michoacán”, sentencia Guillermo Valencia Reyes, exalcalde de Tepalcatepec, una de las primeras comunidades en las que los civiles tomaron las armas.

 

“La región está asolada por la violencia, la situación es compleja, y pasó lo que yo siempre dije que iba a pasar, que solo habría un relevo gerencial en los grupos del crimen organizado”, sostiene el político priísta, en entrevista con DW.

 

Valencia Reyes está convencido de que las autodefensas “nunca fueron un movimiento auténtico del pueblo”: “El Gobierno federal siempre estuvo detrás de los grupos, desde la gestación, al armarlos, protegerlos, legitimarlos y oficializarlos”.

 

La respuesta del Estado

Por su parte, el experto en seguridad internacional Pérez Caballero explica que la forma de funcionamiento de estos grupos depende de si tienen una base indígena o no: “En el primer caso, los usos y costumbres de la comunidad son los que priman. En otros, existe algún grado de asambleísmo propio de grupos que deben tener flexibilidad en el apartado operativo, pero también en el modo de negociar con otras partes del lugar”.

 

¿Y cuál ha sido la respuesta del Estado mexicano ante este movimiento en la última década?

 

“La respuesta del Estado, en general, es tolerarlos, mientras cumplan unos estándares mínimos de orden y se dediquen a labores de control social difuso”, indica el académico.

 

En su opinión, prácticas como “incluirlos en cuerpos preexistente, como los cuerpos de defensa rural, o en reconfiguraciones de la policía, son opciones, al menos, a corto plazo. Pero, a la larga, mantienen latente la capacidad de cooptación de fuerzas que utilicen el buen nombre de la autodefensa para sus agendas”.

(cp).