Cardenal Cupich critica el “miedo al otro” y llama a la unidad en la convención Demócrata
Por Peter Laffin,
ACIPRENSA, 20 de agosto de 2024.
En su oración de invocación en la noche de apertura de la Convención Nacional Demócrata el lunes, el Arzobispo de Chicago (Estados Unidos), Cardenal Blase Cupich, lamentó las “injusticias actuales en nuestra vida nacional” al tiempo que llamó a la unidad del país.
Hablando ante una sala llena en el United Center en Chicago el lunes por la noche, el Cardenal Cupich dijo que los estadounidenses están llamados regularmente a “retejer el tejido de Estados Unidos”, señalando que el país es “una nación compuesta por todos los pueblos y culturas, unidos no por lazos de sangre sino por las profundas aspiraciones de vida, libertad, justicia y esperanza ilimitada”.
“En cada generación, estamos llamados a renovar estas aspiraciones”, dijo el purpurado. “Lo hacemos cuando vivimos las virtudes que habitan en nuestros corazones, pero también cuando enfrentamos nuestros fracasos para erradicar las injusticias actuales en nuestra vida nacional, especialmente las creadas por la ceguera moral y el miedo al otro”.
El arzobispo pidió a Dios que avive “en nosotros la determinación de proteger” su obra.
“Que nuestra nación se convierta más plenamente en un constructor de paz en nuestro mundo herido, con el coraje de imaginar y perseguir juntos un futuro lleno de amor”, rezó el arzobispo. “Y que nosotros, como estadounidenses individuales, nos convirtamos más plenamente en instrumentos de la paz de Dios”.
El Cardenal Cupich también pidió la paz mundial, especialmente “por las personas que sufren la insensatez de la guerra”, y evocó al Papa Francisco animando a la audiencia a que “‘sueñe sueños y vea visiones’ de lo que, por la gracia [de Dios], nuestro mundo puede llegar a ser”.
Los comentarios del Cardenal Cupich se producen después de que el Arzobispo de Milwaukee, Mons. Jerome Listecki, hiciera la invocación en la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, el mes pasado.
“Rezamos para que ayudes a nuestros funcionarios electos y candidatos a proteger siempre nuestras libertades, preservar nuestra democracia y gobernar de manera justa”, dijo Mons. Listecki el mes pasado.
“Concédeles todos los días la sabiduría para poner el bien de nuestra nación por encima del interés personal y para apreciar nuestra unión. Enséñanos a todos a respetar la justicia y nuestra igualdad ante la ley”, dijo el arzobispo.
A continuación el texto completo de la invocación del Cardenal Cupich:
Te alabamos, oh Dios de toda la creación. Aviva en nosotros la determinación de proteger la obra de tus manos. Tú eres la fuente de toda bendición que adorna nuestras vidas y nuestra nación.
Te pedimos que nos ayudes a comprender y responder verdaderamente al llamado sagrado de la ciudadanía. Somos una nación compuesta por todos los pueblos y culturas, unidos no por lazos de sangre sino por las profundas aspiraciones de vida, libertad, justicia y esperanza ilimitada. Estas aspiraciones son la razón por la que nuestros antepasados vieron a Estados Unidos como un faro de esperanza. Y, con tu guía constante, Señor, que sigamos siéndolo hoy.
En cada generación, estamos llamados a renovar estas aspiraciones, a retejer el tejido de Estados Unidos. Lo hacemos cuando vivimos las virtudes que habitan en nuestros corazones, pero también cuando enfrentamos nuestros fracasos para erradicar las injusticias actuales en nuestra vida nacional, especialmente las creadas por la ceguera moral y el miedo al otro.
Oramos por la paz, especialmente por las personas que sufren la insensatez de la guerra. Pero mientras oramos, también debemos actuar, porque construir el bien común requiere trabajo. Requiere amor.
Por eso oramos: Que nuestra nación se convierta más plenamente en un constructor de paz en nuestro mundo herido, con el coraje de imaginar y perseguir juntos un futuro lleno de amor. Y que nosotros, como estadounidenses individuales, nos convirtamos más plenamente en instrumentos de la paz de Dios.
Guíanos, Señor, para que asumamos nuestra responsabilidad de forjar este nuevo capítulo de la historia de nuestra nación. Que esté arraigado en el reconocimiento de que para nosotros, como para cada generación, la unidad que triunfa sobre la división es lo que hace avanzar la dignidad y la libertad humanas.
Que sea impulsado por las mujeres y los hombres elegidos para servir en la vida pública, que saben que el servicio es la marca del verdadero liderazgo.
Y que este nuevo capítulo de la historia de nuestra nación esté lleno de una esperanza abrumadora, una esperanza que se niegue a limitar nuestra visión nacional, sino que, como ha dicho el Papa Francisco, “sueñe sueños y vea visiones” de lo que, por tu gracia, nuestro mundo puede llegar a ser.
Pedimos todo esto, confiando en tu cuidado siempre providente para con nosotros. Amén.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.