CDLVI Aniversario…
(México y Durango tienen Futuro, solo si Preservan la
Unidad ante Riesgos Impuestos por los Globalistas).
Francisco de Ibarra y Nuestra Nacionalidad
José Agapito Salazar Ibarra. DS21, 080724.
En este momento crucial de nuestro país, que nos pone ante el riesgo de irnos al extremo que viven venezolanos, nicaragüenses, bolivianos, etc., o el de asumirnos ya como vil colonia del aún vigente Imperialismo gringo …sì, en este marco, estimula recordar la Fundación de nuestra Capital, pues nos hace ir a nuestros orígenes, para así poder avanzar mejor hacia nuestro Destino.
Hoy hace 456 años, el Capitán Francisco de Ibarra, joven cristiano, de ideales y de carácter, heredero directo de la lucha que liberó a España de los 800 años de esclavitud musulmana, presidió, a la usanza hispana, el acto fundacional.
El 2 de enero de 1492, los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, entran triunfantes en Granada y consuman la liberación española, forjada por lo mejor de la Iberia, como el legendario Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Los monarcas apoyan a Cristóbal Colón y éste descubre nuestro Continente el mismo año.
29 años después, en 1521, Don Hernán Cortés toma la Gran Tenochtitlán, no sin padecer su Noche Triste, dice Bernal Díaz del Castillo, testigo y protagonista.
400 soldados españoles con armas de fuego, no de piedra, cierto, más 200 de apoyo y, con sus propios elementos bélicos, unos 150 mil indígenas aliados, Tlaxcaltecas, la mayoría de ellos, -quienes así se sacudían la tiranía azteca-, chocaron con los defensores, el doble o el triple, liderados por Cuauhtémoc.
42 años después de la caída de la Gran Tenochtitlán, el Fénix de los Conquistadores, Cap. Francisco de Ibarra, funda nuestra urbe (1563).
Sinaloa tiene a Ibarra en bustos y demás, en plazas y centros culturales. Y se honran en decirlo y mostrarlo.
Aquí, hoy, ya tenemos la Plaza de los Fundadores, que enmarca más y mejor la personalidad de Ibarra. Reparamos, así, la omisión de los reacios a lo hispano y a lo mexicano, adictos, por lo contrario, a lo sajón y lo gringo, donde se apoyan.
Hoy tenemos que asumir nuestras raíces hispanas y aborígenes para vigorizar nuestra nacionalidad frente a la globalización. Solo así tomaremos rumbo seguro.
De lo nativo, sus aspiraciones trascendentes que nos hablan por medio de sus regios Centros Ceremoniales, siempre en la cima de lomas, cerritos y montañas.
De lo hispano, la Fe, la más alta, la cristiana, que hoy camina, entre espinas de regeneración, hacia una nueva primavera; Lengua, la más lógica y bella; Instituciones, desde el Ayuntamiento y el Voto, hasta las primeras imprentas y universidades, 100 años antes que en los Estados Unidos de América, EUA.
La Conquista tuvo excesos inexcusables, reconocidos por los mismos conquistadores, pero acá no se dogmatizó -como en el Norte-aquello de que el mejor indio es el indio muerto, ni hubo Reservaciones como persisten allá. Acá hubo tri-centenaria integración racial y cultural, base de nuestra nacionalidad.
Hoy, la modernización alcanzada, es la base para esperar confiadamente, en paralelo al esfuerzo de cada uno y de todos, mejores niveles de existencia, en este inevitable y con todos sus desafíos, supercapitalismo ateo y globalizado.
Esfuerzo que significa un verdadero involucramiento en todo lo concerniente a la vida social, a la vida pública, a la vida en común, como lo recomienda vivamente el Episcopado mexicano en su mensaje post-electoral del día 2 de julio de 2018.
Hay que poner fin a todo tipo de abstencionismo e indiferentismo, como insiste el Papa Francisco. Y èsto, cueste lo que cueste.