Ventana al Exterior
Por H.C. Esquivel
Rusia y China: El nombre del juego
En su primera gira tras asumir su quinto mandato presidencial, Vladimir Putin visitó a la China de Xi Jinping.
La reunión fue más que el encuentro de dos presidentes al inicio de un nuevo mandato, sino que fue una reunión de estado a donde asistieron los más altos cargos de ambos países, como los ministros de defensa, seguridad, economía, infraestructura, comercio y hasta de cultura.
De acuerdo con especialistas y funcionarios de ambos países, el último encuentro servirá para incrementar los intercambios comerciales en energía y productos primarios, la cooperación en infraestructura, en tecnología, incluso en tecnología espacial, pero la relación “no tiene techo”.
Si bien, los mandatarios de Rusia y China han mencionado en ocasiones anteriores que la unión de ambos países es, por decirlo rápidamente, “a toda prueba”, en la última reunión, realizada entre el 16 y 17 de mayo, ambos mandatarios auguraron que la unión sino rusa será por muchas generaciones hacia el futuro.
Bajo la mirada de Estados Unidos y los países bajo su influencia, es normal leer que se trata de la reunión de “dos autócratas”, miembros del “eje del mal”.
Pero, por encima de la forma de gobierno de ambos países, el hecho de que Rusia es el país más sancionado del mundo, con más de 11 mil sanciones nos da una idea de lo que se trata el juego.
Además, Estados Unidos acaba de sancionar a 20 empresas chinas sospechosas de colaborar con la industria militar rusa, y, rebasando a Trump por la derecha, el Presidente Biden sancionó a la industria china de autos eléctricos con un arancel del 100 por ciento en el territorio estadounidense.
El nombre del juego es Conquista a Eurasia y luego de siglos de tener el dominio sobre ella por parte de occidente, la Rusia y la China que en el pasado jugaron juegos separados e incluso contrapuestos, ahora conforman un solo polo de poder que disputan el tener una voz propia sin recibir órdenes de los países occidentales y proponer nuevas reglas del juego.
El nombre del juego es “Dominar al Mundo” y lo propuso en 1904 Halford John McKinder, un geógrafo inglés, quien al observar el vasto territorio contenido en Eurasia, pensó bajo la lógica de un imperio marítimo, (también llamado talasocrático), que el poder de los barcos no tendrían efecto alguno en medio de la gran masa terrestre.
Por otro lado, razonó, si alguien domina esa parte central, el corazón del mundo, el “Heartland”, podrá establecer rutas comerciales terrestres a donde el poder marítimo no tendrá influencia y tendría, por tanto, poder sobre todo el planeta, (un poder telurocrático).
“Quien domina el este de Europa, domina Heartland, quien domina Heartland, reina en la ‘Isla del Mundo’, quien domina la ‘Isla del Mundo’, gobierna el mundo entero”, propuso McKinder.
Resulta que el “Heartland” de McKinder se encuentra en lo que hoy es Rusia, el país más grande del planeta, con 17 millones de kilómetros cuadrados y 11 zonas horarias, pero una parte importante también lo tiene China. Juntos, ambos territorios suman casi una quinta parte de toda la superficie de tierra sobre el planeta.
Cuando McKinder propuso su teoría, Inglaterra tenía dominio sobre los puertos de China, como Hong Kong y Shangai luego de las guerras del opio, (entre 1839 y 1860), en las que el imperio británico impuso mediante las armas su derecho a seguir comerciando el opio a un pueblo chino.
Suena raro, pero sí, para emparejar un poco la balanza en su comercio con China, los ingleses eran narcotraficantes “legales”, con permiso y financiamiento de la reina, a la vez que mediante el vicio sumían al milenario imperio chino en su llamado “siglo de la vergüenza”.
El llamado “padre de la geopolítica”, McKinder, fue clave en el rediseño de la Europa que surgió de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, periodo en el que cayeron los grandes imperios monárquicos y nacieron nuevas repúblicas.
Entre la primera y segunda guerra mundial, Inglaterra entregaba a Estados Unidos la estafeta del dominio mundial. Eran ahora los estadounidenses los que diseñaban el tablero.
McKinder murió cuando Alemania avanzaba sobre Rusia, pero a un costo de más de 20 millones de vidas, los rusos terminaron por resistir la invasión y empujaron al ejército alemán hasta Berlín para firmar los acuerdos de paz.
En esos momentos, el geopolitólogo estadounidense Nicholas Spykman propuso la teoría del “Rimland”, que proponía contener con una especie de paréntesis al (Heartland), donde en el lado occidental el paréntesis izquierdo, fueron los países de Europa donde Estados Unidos creó la OTAN, la misma organización atlántica que ha empujado hacia las fronteras de rusia, avance que desató la actual guerra en Ucrania.
Para crear el paréntesis derecho y contener la parte oriental del centro del mundo, Estados Unidos tomó Japón y creó en el país una gran base militar, se desató en los años 50 la guerra de Corea, otra base militar, luego vino la de Vietnam y conflictos similares que permitieron a occidente tener presencia e influencia en los mares de China.
En medio de la guerra fría, en 1972, el Estados Unidos de Nixon firmó acuerdos con la China de Mao y el país asiático se convirtió en la gran manufacturera del mundo, a la vez que esa alianza aislaba política y económicamente al bloque soviético.
Con planeación y un gran sacrificio de su población, China creció económicamente y ahora es además, una potencia tecnológica.
La crisis bancaria de 2008 que causó a China grandes pérdidas, los puso en el camino de alejarse de la economía estadounidense y las presiones del gobierno de Barack Obama sobre Putin terminaron por forzar la alianza de las dos principales potencias de Eurasia, la llamada “Trampa de Brzezinski”, el pensador geopolítico polaco-estadounidense, quien postuló que Estados Unidos no debería permitir nunca la unión de ambas potencias.
Las posteriores sanciones europeas y estadounidenses no hacen más que reforzar los lazos chino-rusos y para presionar al corazón de la tierra, la maquinaria bélica se quiere despertar en Europa para un posible conflicto contra Rusia después de la inminente caída de Ucrania, mientras por el lado de China, Taiwan, Japón, Australia y Filipinas elevan la presión para una escalada militar.
Otros conflictos como en Georgia, al sur de Rusia, en la región del Sahel de África o en Israel, para nada son ajenos y forman parte de la lucha por el poder mundial, el nombre del juego.