Ventana al Exterior
Por H.C. Esquivel
“El riesgo nuclear es hoy mayor que en cualquier otro momento desde lo más profundo de la guerra fría”.
Antonio Guterrez, Secretario General de la ONU, febrero 2024.
Bajo el mecanismo de la Destrucción Mutua Asegurada, (Mutual Assured Destruction), cuyas siglas “MAD” también significan “loco”, las potencias nucleares pueden acabar en cuestión de minutos, con la humanidad como la conocemos.
La locura en algunos gobernantes de Estados Unidos, Rusia, Francia, Israel y la Unión Europea empujan a un conflicto con el uso de armas nucleares que en pocas horas puede terminar con 900 millones de personas, pero cuyo costo en vidas pueden rebasar incluso los 5 mil millones en las semanas siguientes y cambiar el rostro del planeta.
En medio de un conflicto en Ucrania que ha tensionado como nunca la posibilidad de una respuesta nuclear de Rusia, el lunes pasado el Presidente de Francia Emmanuel Macron, afirmó que tras una reunión de líderes europeos en París, que no se descartaba el envío de soldados franceses y de otros países a pelear a Ucrania.
Macron, al igual que los presidentes de España, Países Bajos, Suecia, Polonia y Alemania, entre otros asistentes, saben que enviar tropas contra Rusia equivale a una declaración de guerra, que probablemente se respondería con misiles rusos volando hacia esos países que forman parte de la OTAN.
El Artículo 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte dice en resumen, “si atacan a uno de nosotros, todos juntos respondemos contra el atacante”, lo que equivale a la automática entrada de Estados Unidos y Reino Unido al conflicto. En cuestión de minutos la tercera guerra mundial y de inmediato, la aniquilación nuclear de los participantes, con consecuencias indirectas para el resto de la humanidad.
Ante las palabras de Macron, el mismo Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, lo dijo este miércoles 29 de febrero ante su gabinete ampliado, gobernadores, los diputados y senadores.
“Todo esto nos puede llevar a un conflicto nuclear y hacer desaparecer toda una civilización”.
El punto más cercano que conocemos de un conflicto nuclear ocurrió en octubre de 1962, durante la conocida como “Crisis de los Misiles”, donde el Estados Unidos de John F. Kennedy, y la Unión Soviética de Nikita Krushev, estuvieron a punto de la aniquilación mutua.
La película 13 Días, (Roger Donaldson, 2000) nos da una idea de los momentos de tensión vividos en la Casa Blanca ante el descubrimiento de que más de 40 misiles intercontinentales balísticos rusos eran desplegados en distintos puntos de la isla de Cuba por más de 3 mil 400 soldados soviéticos.
La cercanía de Cuba con Estados Unidos y la velocidad de los misiles les daba al Ejército estadounidense una ventana de 5 minutos antes del impacto de bombas de 3 megatones, equivalente cada una de ellas, a la potencia equivalente a 187 bombas “Little Boy” lanzada sobre Hiroshima.
El Estado Mayor y los asesores, presionaban a Kennedy aprobar un bombardeo e invasión a Cuba, asesinando a tropas rusas, pero el freno estaba en la posible respuesta de Krushev y lo que ello representaba.
El escenario más posible era un ataque ruso a la Berlín occidental, lo que implicaba la entrada de la OTAN y la rápida escalada a un conflicto nuclear donde se involucraban Estados Unidos y Europa.
Con el paso de las horas la posibilidad de que los misiles entraran en operación orillaban a Estados Unidos a atacar y desatar con ello la hecatombe nuclear, hasta que, a través de “canales traseros”, Estados Unidos ofreció a Krushev desmantelar los misiles nucleares que había colocado en Turquía, a unos 800 kilómetros de la frontera sur de Rusia, a cambio de que los rusos desmantelaran y se llevaran sus misiles de Cuba, país sobre el cual se impuso desde entonces un bloqueo.
Pero la crisis de los misiles ha vuelto, aunque de manera más lenta.
Con la caída de la Unión Soviética en 1991 se disolvía el Pacto de Varsovia (la unión militar de países de la esfera comunista), en teoría terminaba la amenaza del comunismo y, por ende, la necesidad de una OTAN.
El Gobierno de Ronald Reagan aseguró al Presidente Mijail Gorbachov, que la misma OTAN no amenazaría a Rusia, misma promesa que le hicieron a su sucesor, Boris Yeltsin.
Sin embargo, seis años después, en 1997, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, un joven presidente Vladimir Putin, recordaba los peligros de instalar bases estadounidenses con 5 mil soldados en Bulgaria y Rumania.
“Es obvio que la expansión de la OTAN no tiene ninguna relación con la modernización de la alianza ni con garantizar la seguridad de Europa, por el contrario, representa una grave provocación”.
Antes de ese episodio, el mismo Putin pidió a Bill Clinton unir a Rusia a la OTAN y conformar un mecanismo ampliado de defensa. La respuesta inicial fue “sí”, pero luego de consultarlo con sus asesores, le dijo que no sería posible.
Ron Aledo, ex oficial de Inteligencia y Operaciones del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos afirma que desde 1996, un grupo de militares convencieron al Presidente Bill Clinton de expandir la OTAN a las fronteras de Rusia, y aunque 50 expertos militares le enviaron una carta advirtiéndole del peligro presente o futuro de esas intenciones, el plan de puso en marcha y continuó hasta la toma de Ucrania en 2014, considerada por EU, como “la joya de la corona” en su plan por desmembrar a Rusia y partirlo en varios países que puedan ser dominables por occidente.
Los misiles nucleares cada vez están más cerca de las fronteras de Rusia y, el país resultante de la caída de la URSS, en crisis económica y devastado en sus primeros años, se levantó, en 2023 desplazó a Alemania como quinta economía mundial y sus misiles hipersónicos, imposibles de detener, pueden llevar en minutos cabezas nucleares con potencia de 3 mil 500 bombas de Hiroshima a cualquier país del mundo.
Pero, así como los funcionarios israelíes que pedían a Netanyahu lanzar bombas atómicas sobre la Franja de Gaza, prácticamente detrás de la barda donde ellos viven, hay en Europa y Estados Unidos gobernantes que claman por una guerra nuclear, como si desconocieran sus efectos.