Balazos tapan los intentos de diálogo: Papa

El Papa: El estruendo de las armas tapa los intentos de diálogo

En el día dedicado a la Asunción de María al cielo, el Papa Francisco volvió a referirse a Ucrania y a las guerras que laceran el mundo, pidiendo a los fieles, en sus saludos después de la oración del Ángelus, que sigan esperando y rezando para que Dios, que guía la historia, “nos escuche”

 

Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano. V.N., 150823.

 

En el día en que se celebra la Asunción de María al cielo, el Santo Padre Francisco le encomendó la súplica por “la paz en Ucrania y en todas las regiones devastadas por la guerra: ¡que lamentablemente, son tantas!”.

 

“El estruendo de las armas tapa los intentos de diálogo. La ley de la fuerza prevalece sobre la fuerza del derecho. Pero no nos desanimemos, sigamos esperando y rezando, porque es Dios, es Él quien guía la historia, para que nos escuche”

 

Mientras tanto, se siguen contando muertos entre los civiles en Ucrania. Anoche y esta mañana se produjeron bombardeos masivos con misiles rusos, que alcanzaron principalmente edificios residenciales de Leópolis y Lutsk, capital de la región de Volyn, en el noroeste del país, en la frontera con Polonia, donde, al parecer, murieron las tres víctimas.

 

Las autoridades instaron inmediatamente a la población a acudir a los refugiados y a no acercarse a las ventanas. También se registraron explosiones en la región de Kiev y en Zaporizhzhia.

 

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El Papa: Como María, cuando nos inclinamos, es cuando subimos

Alabanza y servicio en el centro de las palabras del Papa Francisco durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro en la solemnidad de la Asunción. El Pontífice elogió el voluntariado y señaló a Jesús y María como modelos: ambos “suben a lo alto glorificando a Dios y sirviendo a los hermanos”, dijo

Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano. VN, 150823.

 

Jesús y María, dos vidas que vencen a la muerte y resucitan, recorren el mismo camino: ascienden a lo alto, glorificando a Dios y sirviendo a los hermanos. Alabanza y servicio son los dos aspectos que destacó el Santo Padre Francisco a la hora del Ángelus desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro, en la solemnidad de la Asunción.

 

Así como el Hijo sube hacia Jerusalén para entregarse en la cruz, dijo, así la Virgen a la que hoy contemplamos en su ascensión en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, “sube hacia una región montañosa para ayudar a su prima Isabel”.

 

Voluntariado: amor que eleva la vida

“Cuando nos abajamos para servir a los hermanos, – observó el Papa –,  es cuando subimos: es el amor que eleva la vida”. El servicio no es un camino fácil: “La Virgen, que acaba de concebir, recorre casi 150 kilómetros para llegar a casa de Isabel”.  El Obispo de Roma añadió:

 

“Admiro el voluntariado. ¡Ayudar cuesta! También nosotros lo experimentamos, en la fatiga, en la paciencia y en las preocupaciones que comporta el cuidado de los demás”

 

Pensemos, por ejemplo, en los kilómetros que tantas personas recorren cada día para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor del prójimo; pensemos en los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un recién nacido o a un anciano; y en el compromiso de servir a los que no tienen nada que devolver, tanto en la Iglesia como en el voluntariado. Es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo!

 

Servicio y alabanza

Sin embargo, el servicio sin alabanza a Dios corre el riesgo de ser estéril. “Las personas aburridas que viven de la cháchara son incapaces de alabar”, señaló el Pontífice. María cuando entra en casa de su prima alaba al Señor. “Quien ama a Dios conoce la alabanza. Y el Evangelio de hoy nos muestra una cascada de alabanzas: el Niño salta de alegría en el seno de Isabel”.

 

“La alabanza aumenta la alegría. La alabanza es como una escalera: eleva los corazones. La alabanza levanta el ánimo y vence la tentación de abatirse. ¡Qué bien hace alabar a Dios todos los días, y también a los demás! ¡Qué bien hace vivir de gratitud y de bendición en lugar de lamentaciones y quejas, levantar la mirada hacia arriba en lugar de enfurruñarse!”

 

Como María

Además, el Papa Francisco pidió a cada uno que afronte las dimensiones del servicio y de la alabanza:

 

“Preguntémonos: ¿Vivo mi trabajo y mis ocupaciones cotidianas con espíritu de servicio? ¿Me dedico a alguien gratuitamente, sin buscar beneficios inmediatos? En definitiva, ¿hago del servicio el ‘trampolín’ de mi vida? Y pensando en la alabanza: ¿exulto, como María, en Dios? ¿Rezo bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿propago su alegría entre las personas que encuentro?”.

 

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El sueño de un mundo en el que todos se sientan hermanos

El Arsenal de la Paz, sede del Sermig, el Servicio Misionero de los Jóvenes, en Turín, cumple cuarenta años. Fue el 2 de agosto de 1983 cuando, ante la presencia del entonces presidente de la República Italiana, Sandro Pertini, y del fundador, Ernesto Olivero, este lugar, que durante mucho tiempo había sido símbolo de la construcción de armas de guerra y muerte, abrió sus puertas de par en par a decenas de miles de personas que cada día encuentran acogida, ayuda y brazos abiertos

Marina Tomarro – Ciudad del Vaticano. VN, 150823.

 

La bondad que desarma. Esto se lee en el gran cartel con el que se saluda a quienes cruzan el umbral del Arsenal de la Paz, en la plaza Borgo Dora de Turín. Un lugar que desde hace cuarenta años visitan cada día miles de personas, desde voluntarios hasta visitantes, pasando por las numerosas personas que necesitan una mano, ya sea una comida caliente, un lugar donde pasar la noche o simplemente intercambiar una palabra y recibir una sonrisa y un abrazo.

 

Un lugar que vio renacer, cuando en el lejano 1983 Ernesto Olivero con su esposa María y un grupo de amigos se pusieron manos a la obra para transformar la antigua fábrica de armas en un lugar de paz y de acogida. Un sueño que con la contribución de muchos se ha convertido en una realidad concreta.

 

Un lejano día de verano en Turín

“Recuerdo aquella tarde de un lejano verano, era el 2 de agosto, cuando entramos en esta ruina abandonada, completamente desierta y enorme”, cuenta la presidenta del Sermig, Rosanna Tabasso.

 

“Lo primero que hicimos fue mirar hacia arriba, donde hay grandes arcos, y el pensamiento que nos vino fue que era como un monasterio donde experimentaríamos esta fraternidad y encuentro con Dios. No teníamos nada, quizá ni siquiera los conocimientos necesarios, pero entonces llegó un ingeniero y con él empezamos a pensar cómo renovarlo”

 

“Cada día que pasaba, la Providencia se hacía sentir. Teníamos un signo concreto de la presencia de Dios entre nosotros, aunque hubiera dificultades, de hecho sobre todo al principio no todos los habitantes de este barrio estaban contentos con nuestra iniciativa. Pero tal vez esos mismos problemas nos ayudaron a mantener los pies firmemente plantados en la tierra”.

 

Devolver los talentos que se poseen

Y las cifras que cuentan lo que ha hecho el Sermig en estos cuarenta años son realmente impresionantes.  Hablamos de más de veintiocho millones de horas de trabajo voluntario, más de diecisiete millones de noches de hospitalidad a quienes no tenían techo donde dormir, tres mil comidas ofrecidas cada día, más de catorce millones de asistencias a reuniones de formación y oración.

 

“Estos números no se publican en nuestra web para presumir de lo que hacemos – subraya Rosanna Tabasso – sino porque representan todos los pequeños y grandes gestos de las personas que nos echan una mano cada día”.

 

“No existiríamos si no existiera esta generosidad de quienes nos siguen y acompañan. Desde donaciones de dinero o bienes materiales, hasta la aportación gratuita de horas de voluntariado y competencias profesionales, que nos ayudan cada día”

 

“Aquí, en el Arsenal, hablamos de ‘restitución’, es decir, de poner a disposición del prójimo gratuitamente lo que uno ha recibido como don de Dios, un talento que cada uno de nosotros puede tener, en un camino compartido, de modo que lo poco que tengo lo uno con lo que otros pueden dar, y juntos podemos hacer mucho por los necesitados. Por eso a veces ‘damos los números’, para demostrar que la Providencia actúa de verdad”.

 

Los Arsenales en Jordania y en Brasil

Y la Providencia no sólo se ha detenido en Turín, sino que ahora los Arsenales de la Paz también están presentes en Jordania y en Brasil. “Fuimos allí donde entendimos que había un proyecto que nos interesaba”, explica la presidenta Tabasso.

 

“Nos llamaron los obispos locales para contarles nuestra experiencia al principio y luego nos pusimos al servicio de estas personas según las distintas necesidades que pueda haber. Por ejemplo, en Brasil tenemos una gran casa que acoge a hombres de la calle, mientras en Jordania atendemos especialmente a niños discapacitados y a sus familias, tanto cristianas como musulmanas”

 

Todos juntos por Ucrania

El Arsenal siempre ha estado en primera línea para llevar ayuda allí donde se necesita, como ocurrió en Ucrania tras el estallido de la guerra en febrero del 2022. “Cuando vimos lo que estaba pasando en Ucrania – recuerda la presidenta – no perdimos ni un momento e inmediatamente nos organizamos para llevar ayuda a estos hermanos nuestros”.

 

“Lanzamos un llamamiento y ¡la respuesta de los turineses fue extraordinaria!”

 

“Durante días, el Arsenal se convirtió en una auténtica fábrica de ayuda, gracias a las decenas de miles de voluntarios que se acercaron a nosotros y nos preguntaron cómo podían ayudar. Allí nos dimos cuenta de que había una nueva necesidad, la de dar una señal de que la paz aún tenía sentido”.

 

“Ayudar se convirtió en un signo de esperanza. Más de noventa camiones partieron hacia Ucrania. Fue una experiencia intensa que nos conmovió profundamente a todos, y muchos voluntarios se quedaron y se unieron a los servicios regulares de nuestra gran familia”

 

El encuentro con el Papa Francisco

El pasado 7 de enero, la comunidad del Sermig fue recibida en audiencia por el Papa Francisco, quien quiso subrayar lo que anima a quienes forman parte de esta realidad: la fraternidad. “Mientras los señores de la guerra obligan a tantos jóvenes a luchar contra sus hermanos y hermanas – explicó el Pontífice a los presentes – necesitamos lugares donde se pueda experimentar la fraternidad”.

 

“He aquí la palabra: Fraternidad. De hecho, el Sermig se llama ‘fraternidad de la esperanza’. Pero también puede decirse lo contrario, es decir, la esperanza de la fraternidad. El sueño que anima los corazones de los amigos del Sermig es la esperanza de un mundo fraterno”

 

Estas palabras de Francisco se han convertido en una guía a seguir en todo momento. “Fue una emoción enorme sentir que el Papa nos leía en lo más profundo – explica Rosanna Tabasso – como si hubiera vivido días en medio de nosotros. Fue una confirmación de lo que estamos viviendo y fue un relanzamiento hacia un futuro cada vez más en la dimensión de la fraternidad y la esperanza”.