El Papa en la catequesis: No canceles el diálogo con el Espíritu Santo
La vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos. Pero con el discernimiento, leyendo un pedacito de la Biblia cada día recibes “pequeños telegramas de Dios que te llegan de inmediato al corazón”.
Vatican News, 211222.
Continuando con las catequesis sobre el discernimiento, este miércoles 21 de diciembre, el Papa Francisco habló hoy sobre las “ayudas” que pueden facilitar este “ejercicio” de la vida espiritual. Siguiendo estas catequesis se podría pensar cuán “complicado” es discernir, pero en realidad – observó el Papa – es la vida la que es complicada y, si no aprendemos a leerla, corremos el riesgo de malgastarla, llevándola adelante con trucos que terminan por desalentarnos.
La vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos.
La confrontación con la Palabra de Dios
Adentrándose en las “ayudas” para el discernimiento, el Pontífice señaló que la primera e indispensable es “la confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia”, que “ayuda a leer lo que se mueve en el corazón, aprendiendo a reconocer la voz de Dios y a distinguirla entre otras voces, que parecen imponerse a nuestra atención, pero que al final nos dejan confundidos”. “La voz de Dios resuena en la calma, en la atención, en el silencio”:
La voz de Dios no se impone, es discreta, respetuosa, y precisamente por esto es pacificadora. Y sólo en la paz podemos entrar en lo profundo de nosotros mismos y reconocer los auténticos deseos que el Señor ha puesto en nuestro corazón.
Muchas veces – reconoció Francisco – no es fácil entrar en esa paz del corazón, porque estamos ocupados de aquí para allá todo el día… Por eso pidió: “Por favor, cálmate un poco. Entra en ti, en ti mismo”. “Detente. Mira lo que siente tu corazón”. En ese momento de calma, escuchamos “la voz de Dios”.
Una relación afectiva con el Señor
Como para el creyente la Palabra de Dios “no es simplemente un texto para leer”, sino “una presencia viva”, esta relación afectiva con la Escritura “lleva a vivir una relación afectiva con el Señor Jesús”, y esta es otra ayuda. “Leer la Biblia, leer un fragmento, uno o dos fragmentos de la Biblia, son como pequeños telegramas de Dios que te llegan de inmediato al corazón”.
Muchas veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez hosco, severo, preparado para vernos fallar. Jesús, al contrario, nos revela un Dios lleno de compasión y de ternura, preparado a sacrificarse a sí mismo para encontrarnos, precisamente como el padre de la parábola del hijo pródigo.
Quien permanece frente al Crucifijo – constató el Papa – advierte una paz nueva, aprende a no tener miedo de Dios, porque Jesús en la cruz no da miedo a nadie, es la imagen de la impotencia total y a la vez del amor más pleno, capaz de afrontar toda prueba por nosotros.
El Espíritu Santo hace viva la Palabra de Dios
“Nada puede oponerse al amor de Dios”, Padre tierno, afectuoso, que nos ha amado siempre. Francisco lo subraya cuando invita a pensar en la vida con el Señor “como una relación de amistad que crece día tras día”. Sucede que “la amistad con Dios tiene la capacidad de cambiar el corazón” y es “uno de los grandes dones del Espíritu Santo”. Cuando se experimenta este amor “el corazón se derrite y caen dudas, miedos y sensaciones de indignidad”. El Espíritu Santo es “discernimiento en acción” y el don “más grande que el Padre asegura a aquellos que lo piden”. Y es la tercera “gran ayuda” que señala el Papa en la catequesis.
Yo les pregunto: ¿rezan al Espíritu Santo? Pero, ¿quién es? ¿El Gran Desconocido? Rezamos al Padre, sí, el Padrenuestro, rezamos a Jesús, ¡pero nos olvidamos del Espíritu! […] ¡El Espíritu Santo es quien da vida a tu alma! Déjenlo entrar. Hablen con el Espíritu como hablan con el Padre, como hablan con el Hijo […] Es la fuerza de la Iglesia, es Quien te hace avanzar.
Nunca abandonar el diálogo con el Espíritu
«Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme». Esta invocación de salvación de la Liturgia de las Horas, continuó Francisco, “es la petición irreprimible que brota de lo profundo de nuestro ser”. Y, el discernimiento, “tiene el objetivo de reconocer la salvación que el Señor ha obrado en mi vida”:
Me recuerda que nunca estoy solo y que, si estoy luchando, es porque lo que está en juego es importante.
“No canceles el diálogo con el Espíritu Santo”, insiste el Pontífice al final de la catequesis. Él “está siempre con nosotros”.
¿Has hecho algo malo? Habla al Espíritu que está contigo y dile: ‘Ayúdame, he hecho esta cosa feísima…’. Pero no canceles el diálogo con el Espíritu Santo. ‘Padre, estoy en pecado mortal’: no importa, habla con Él para que te ayude a perdonarte. Nunca abandones este diálogo con el Espíritu Santo.
Con estas ayudas, que el Señor nos da, – concluyó Francisco – no debemos temer.