El Papa: Hay que reaccionar ante el grave invierno demográfico
Al recibir en audiencia al Foro de Asociaciones Familiares, Francisco destacó que la alegría de ser familia es esa realidad concreta de padres, hijos, abuelos, tíos y primos que intentan cada día salir adelante con un estilo de sencillez y servicio, animó a hacer buenas políticas para las familias y con las familias, y pidió decisiones concretas para invertir la tendencia de la natalidad.
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano, 031222.
Una voz “capaz de interpretar la realidad y las necesidades de las familias italianas, especialmente de las que tienen más hijos”, que son penalizadas: así define el Papa Francisco al Foro de Asociaciones Familiares recibido en audiencia esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Familias que testimonien sobre todo la “alegría de ser familia”, que es, explica el Papa, el mensaje central de la exhortación Amoris laetitia, esa alegría que puede pasar por momentos felices y dolorosos, más serenos y más difíciles, a veces duros.
Hay una alegría que puede atravesar todas estas situaciones, porque se encuentra en un nivel más profundo, y que proviene precisamente de ser familia, percibida como un regalo, con un íntimo sentido de la gratitud. Una gratitud que se dirige en primer lugar a Dios, y luego a nuestros antepasados, bisabuelos, abuelos, padres; pero también a los hijos y a los nietos, por supuesto, porque los pequeños regeneran el amoris laetitia en los mayores y en los adultos.
En diálogo con las instituciones por el bien común
Y “si cada familia tiene su propio camino y su propia historia”, es el estilo de sencillez y servicio “con el que padres e hijos, junto con los abuelos, los tíos y los primos intentan día a día salir adelante” lo que testimonia precisamente la alegría de ser familia, añade Francisco, que en segundo lugar anima al Foro de Asociaciones Familiares a seguir “estimulando una buena política para las familias y con las familias”, “sobre la base de la doctrina y la práctica social de la Iglesia”. Un compromiso que se lleva a cabo a través del diálogo “con todas las instituciones responsables de las políticas familiares”, en la búsqueda del bien común.
La familia cristiana -pero yo diría que toda familia fundada en el amor- está abierta y atenta a lo que ocurre fuera del hogar, busca ser acogedora y solidaria, empezando por las situaciones de barrio, de condominio y de vecindad, hasta las de un nivel social más amplio, así como en otros países y otros continentes. La familia está llamada a ser un factor de fraternidad, un factor de amistad social, arraigada en un territorio y al mismo tiempo abierta al mundo.
Invertir la tendencia de la natalidad
Para el Papa, el compromiso político es entonces “la única manera de lograr una inversión de la tendencia de la natalidad”, para superar el invierno demográfico que se vive en el mundo occidental, en Europa y particularmente en Italia.
Lo he dicho, pero quiero repetirlo: estamos viviendo un grave invierno demográfico y debemos reaccionar con ello, con toda nuestra fuerza, con nuestro trabajo, con nuestras ideas para convencer. Mi secretario me dijo que el otro día, iba caminando por la plaza de San Pedro y vio a una señora con un carrito de niños… miraba a los niños, había un perrito dentro… Es un símbolo, por eso lo digo. Necesitamos niños. Necesitamos niños.
A continuación, el Pontífice elogió al Foro por las iniciativas que buscan sacar a la luz el tema de la natalidad y por la vigilancia “sobre el trabajo de las instituciones encargadas”, realizado de forma constructiva, con “propuestas realistas y documentadas, ofreciendo el asesoramiento de expertos por encima de las partes”.
Avanza por estos dos caminos: el testimonio alegre de ser familia y el compromiso de una buena política para y con las familias. Pero debo añadir: ¡cuídense, como parejas y como familias! Dediquen tiempo a la oración, al diálogo entre sus cónyuges y con sus hijos, y a la vida comunitaria en la Iglesia.
El ejemplo de los cónyuges Beltrame-Quattrocchi
Las familias que quieran comprometerse a nivel asociativo y social deben “alimentar la vida espiritual y la espiritualidad conyugal y familiar”, concluye Francisco, que recuerda el ejemplo del matrimonio Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi, beatos, que confían las familias a la protección de la Virgen María y San José.