MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS EMITIDO POR LA CXIII ASAMBLEA DE OBISPOS
Prot. No 162/22
Una realidad compleja y desafiante que nos interpela a todos
Si el Señor no cuida la ciudad, en vano vigilan los centinelas (Sal. 127,1).
Los obispos de México, reunidos en la CXIII Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano, saludamos con afecto fraterno a todas las personas de buena voluntad de nuestra patria.
Compartiendo el gozo de creer y los grandes anhelos de este pueblo que ha superado muchas y muy variadas dificultades en su historia, queremos expresar, a través de este mensaje, nuestra preocupación ante la realidad que estamos viviendo y, a la vez, nuestro deseo de seguir colaborando en la construcción de un país más justo, fraterno, unido y en paz.
Los tiempos actuales son complejos y desafiantes. Nos preocupan, entre otras cosas, la pobreza creciente y la destrucción del medio ambiente; la inseguridad y la violencia; el narcotráfico y la drogadicción; las extorsiones y los secuestros; los feminicidios y los miles de desaparecidos; los desplazamientos forzados de tantos migrantes, quienes buscando una vida mejor, atraviesan el territorio nacional convertidos, tristemente, en mercancía humana; las amenazas a la democracia, la libertad religiosa y de expresión; la polarización ante las diversas propuestas políticas, alimentada, muchas veces, por quienes deben promover la unidad para el bien del país.
Ante esta realidad, Jesús nos dice: «no pierdan la paz ni se acobarden» (Jn. 14,27); palabras que nos llenan de esperanza y nos llevan a ser sensibles frente a la situación actual y a no quedarnos cruzados de brazos ante los problemas que afectan a todos.
A este respecto, el Papa Francisco nos propone que no trabajemos de manera aislada, sino que hagamos un trabajo de respuesta conjunta: «comenzando por las familias; involucrando a las comunidades, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad, sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas…» (Mensaje del Papa a los obispos de México, 13 de febrero de 2016).
Los obispos de México percibimos que la inmensa mayoría de los mexicanos sueña y está dispuesta a construir una sociedad en la que todos podamos sentarnos en armonía en la mesa común, donde nadie tenga que comer las «migajas que caen de la mesa» (Mt. 15,27), sino que como hermanos nos demos la mano para encontrar caminos nuevos en las relaciones sociales, políticas y económicas, que nos lleven construir una patria mejor para todos. Signo de esperanza es la organización de conversatorios y foros, con miras a un diálogo nacional para acuerdos por la paz que involucre a diversos sectores de la sociedad civil, y a los que deseamos sumarnos.
Estamos seguros de que la intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe, presente en el corazón de todos sus hijos, que nos ha dicho: «¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?», nos ayudará a renovar la mente y el corazón para construir la «casita sagrada» que «es un lugar donde nadie se siente extraño, un lugar de encuentro, convivencia y cercanía…» (Plan Global de Pastoral, 152).
Los obispos de México pedimos por ustedes, nuestro pueblo, y nos encomendamos a su oración.
Lago de Guadalupe, Cuautitlán Izcalli, 10 de noviembre de 2022
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