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Parolin: Un acuerdo sobre bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China

Entrevista con el Cardenal Secretario de Estado sobre la renovación por dos años más del Acuerdo Provisorio entre la Santa Sede y la República Popular China

 

Andrea Tornielli. (VATICAN NEWS, 221022).

 

“El centro del Acuerdo tiene ciertamente que ver con la consolidación de un buen diálogo institucional y cultural, pero se trata principalmente de bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China”. Con estas palabras el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, entrevistado por L’Osservatore Romano y Radio Vaticano-Vatican News, explica las razones que han llevado a la Santa Sede a firmar y renovar por segunda vez el Acuerdo Provisional con la República Popular China.

 

Eminencia, ¿puede compartir con nosotros el camino que ha llevado a la Santa Sede a elegir la renovación del Acuerdo Provisional?

 

Para responder, es necesario recordar el hecho: el 22 de septiembre de 2018, la Santa Sede y el Gobierno de la República Popular China firmaron un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos. Este Acuerdo es “provisional” porque todavía estamos viviendo un periodo de experimentación. Como siempre ocurre, este tipo de situaciones difíciles y delicadas requieren un tiempo adecuado de aplicación para poder comprobar la eficacia del resultado e identificar posibles mejoras. Además, como sabemos, la pandemia de Covid-19 ha creado obstáculos comprensibles para los encuentros entre las delegaciones, que siguen y evalúan atentamente la aplicación del Acuerdo mismo. Por estos motivos, la vigencia del Acuerdo se prorrogó una primera vez en 2020 y ahora se vuelve a prorrogar por otros dos años. El Papa Francisco, con determinación y paciente previsión, ha decidido continuar por este camino, no con la ilusión de encontrar la perfección en las normas humanas, sino con la esperanza concreta de poder garantizar que las comunidades católicas chinas, incluso en un contexto tan complejo, sean guiadas por pastores dignos e idóneos para la tarea que se les encomienda.

 

Para nombrar nuevos obispos en China se siguen procedimientos especiales acordados con el gobierno de Pekín. ¿Qué puede decirnos al respecto?

 

La historia nos enseña que la Santa Sede ha llegado a menudo, en la delicada e importante cuestión del nombramiento de los obispos, a acordar procedimientos que tienen en cuenta las condiciones particulares de un país, sin dejar nunca de hacer lo que es esencial y fundamental para la Iglesia, es decir, el nombramiento de buenos y válidos pastores. El procedimiento establecido en el Acuerdo fue atentamente ponderado, teniendo en cuenta las características particulares de la historia y la sociedad chinas y el consiguiente desarrollo de la Iglesia en China. A este respecto, no puedo dejar de recordar también las numerosas situaciones de agitación y, a veces, de laceración en las que se han encontrado las comunidades católicas en las últimas décadas. Por lo tanto, parecía prudente y sabio tener en cuenta tanto las necesidades expresadas por las autoridades del país como las necesidades de las comunidades católicas.

 

Si analizamos estos primeros cuatro años desde la entrada en vigor del Acuerdo Provisional, ¿qué frutos se han recogido?

 

En lo inmediato, creo que hay tres frutos principales, pero espero que haya más en el futuro. El primero es que, a la par del Acuerdo, desde septiembre de 2018 todos los obispos de la Iglesia católica en China están en plena comunión con el Sucesor de Pedro y no ha habido más ordenaciones episcopales ilegítimas. Para los simples fieles, esto puede verse cotidianamente en la Santa Misa celebrada por cualquier sacerdote chino: de hecho, se menciona explícitamente al Papa en la plegaria eucarística, algo impensable en años anteriores. El segundo fruto son las primeras 6 ordenaciones episcopales que se realizaron en el espíritu del Acuerdo y conforme al procedimiento establecido que deja al Papa la última y decisiva palabra. El tercer fruto es que en este tiempo los primeros 6 obispos “clandestinos” también han obtenido el registro y, por lo tanto, se ha oficializado su posición, siendo reconocidos como obispos por las instituciones públicas. Estos pueden parecer pequeños logros, pero, para quienes miran la historia con los ojos de la fe, son pasos importantes hacia la progresiva sanación de las heridas infligidas a la comunión eclesial por los acontecimientos del pasado. Por lo tanto, conviene subrayar una vez más, por si fuera necesario, que el corazón del Acuerdo tiene ciertamente que ver con la consolidación de un buen diálogo institucional y cultural, pero se trata principalmente de bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China. Pienso, por ejemplo, en la validez de los sacramentos celebrados y en la certeza para millones de fieles chinos de poder vivir su fe en la plena comunión católica, sin que sean sospechosos de no ser ciudadanos leales al propio país.

 

En estos cuatro años se han producido 6 nuevas ordenaciones episcopales tras el Acuerdo Provisional. ¿No le parece que son pocas?

 

Son las primeras, mientras que otros procedimientos están en curso. Al mismo tiempo, somos conscientes de que todavía hay muchas diócesis vacantes y otras que tienen obispos muy mayores. También hay diócesis en las que el camino hacia la reconciliación, tan deseado por el Papa Francisco, está marcando el ritmo. Por último, hay diócesis en las que, a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad, no se logra mantener un diálogo fructífero con las autoridades locales. Esperamos vivamente que en los próximos dos años podamos seguir identificando buenos candidatos al episcopado para la Iglesia en China según el procedimiento establecido. Obviamente, no ocultamos las no pocas dificultades que afectan a la vida concreta de las comunidades católicas, sobre las que ponemos nuestra máxima atención, y para cuya buena solución son necesarios nuevos pasos adelante en una relación de colaboración que tiene muchos protagonistas: la Santa Sede, las autoridades centrales, los obispos con sus comunidades, las autoridades locales.

 

A la luz de una gran confianza en la Providencia de Dios y confortados también por el sufrimiento y los luminosos testimonios de tantos cristianos chinos, los Sumos Pontífices de nuestro tiempo (San Juan Pablo II, Benedicto XVI, el Papa Francisco), han decidido emprender y continuar, más allá de toda contrariedad, el camino del diálogo constructivo con China, en el que el Acuerdo Provisional para el nombramiento de Obispos ocupa una parte limitada pero significativa. El objetivo último de este camino es que la “pequeña grey” de los católicos chinos avance en la posibilidad de vivir serenamente y libremente una vida cristiana, hecha de anuncio del Evangelio, de sólida formación, de celebración gozosa de la Eucaristía, así como de testimonio laborioso de caridad, para estar cerca de quienes tienen más dificultades para afrontar la vida, como ocurrió en el difícil momento de la pandemia.

 

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Tagle: Decisión para preservar la sucesión apostólica para los católicos chinos

El cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, afirma que el Acuerdo busca garantizar que los obispos católicos chinos puedan ejercer su ministerio en plena comunión con el Papa, salvaguardando la vida sacramental de la Iglesia católica en China.

 

Gianni Valente. (vn, 221022).

 

“El motivo de todo es salvaguardar la válida sucesión apostólica y la naturaleza sacramental de la Iglesia católica en China”, con el deseo de “tranquilizar, consolar y alegrar” a los católicos chinos. El cardenal Luis Antonio Gokim Tagle utiliza tonos tranquilos y palabras calibradas para reiterar lo que mueve a la Santa Sede a prorrogar junto al gobierno de Pekín por otros dos años la vigencia del Acuerdo Provisional sobre el Nombramiento de Obispos Chinos firmado en septiembre de 2018 y ya renovado una primera vez el 22 de octubre de hace dos años.

 

“Se trata de un tema específico”, dice, “que toca un punto neurálgico en la vida de la comunidad católica en China. En ese país, los acontecimientos históricos han provocado dolorosas laceraciones en el seno de la Iglesia, hasta el punto de arrojar una sombra de sospecha sobre la propia vida sacramental. Así, estaban en juego cosas que afectaban a la naturaleza íntima de la Iglesia y a su misión de salvación. Con el Acuerdo se intenta garantizar que los obispos católicos chinos puedan ejercer sus funciones episcopales en plena comunión con el Papa”.

 

“La Santa Sede”, observó el cardenal, “siempre ha reiterado la naturaleza circunscrita del Acuerdo, que toca una cuestión vital para la Iglesia y también por esta razón no puede reducirse a un elemento de contorno de alguna estrategia diplomática. Cualquier consideración que ignore u oscurezca esta singular fisonomía del Acuerdo termina por darle una falsa representación”.

 

El Cardenal filipino recuerda con palabras de agradecimiento el sensus fidei de tantos católicos chinos, cuyo testimonio “no ha brotado en jardines bien cultivados y protegidos, sino en un terreno áspero y desigual”. Reconoce que “ciertas heridas necesitan tiempo y el consuelo de Dios para ser curadas”. Recuerda que “los obispos no son ‘funcionarios del Papa’ ni ‘clérigos del Estado’, sino ‘sucesores de los Apóstoles'”.

 

“La intención de la Santa Sede -subraya- es sólo favorecer la elección de buenos obispos católicos chinos, dignos e idóneos para servir a su pueblo. Pero favorecer la elección de obispos dignos e idóneos también interesa a los gobiernos y autoridades nacionales, incluidos los de China. Entonces, uno de los deseos de la Santa Sede ha sido siempre promover la reconciliación, y ver curadas las laceraciones y los contrastes abiertos dentro de la Iglesia por las tribulaciones que ha atravesado”.

 

Por último, confiesa cómo y por qué incluso las últimas palabras que escuchó de su abuelo chino, un católico concreto y pragmático, le ayudan hoy “a considerar lo que puede ser más útil” en el diálogo con el gobierno de Pekín: “Cuando le confié a mi abuelo mi deseo de entrar en el seminario, me dijo: ‘No me imaginaba que me iba a encontrar con un nieto sacerdote… ¡No entiendo este mundo de curas! Me sentí un poco mortificado, así que añadió: ‘No lo entiendo, pero sigo queriendo que seas un buen sacerdote’. Ahora bien, cuando me planteo el diálogo con el gobierno chino sobre cuestiones eclesiásticas, creo que a veces es mejor buscar argumentos sencillos y directos, para conocer el enfoque concreto y pragmático de nuestros interlocutores. No podemos esperar que capten en profundidad el misterio de la Iglesia, vivificada por el Espíritu Santo. También me resultó difícil explicar a mi abuelo el origen de mi vocación sacerdotal… Y aun así fue importante para mí tener en cuenta su simple deseo de que fuera un buen sacerdote”.

 

 

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Renovado por segunda vez el Acuerdo Provisorio entre Santa Sede y China

Tras “oportunas consultas y evaluaciones”, las dos partes han acordado prorrogar por otro bienio la validez del acuerdo estipulado por primera vez en el 2018 sobre el nombramiento de los obispos. La Santa Sede tiene la intención de continuar un diálogo respetuoso y constructivo para favorecer la misión de la Iglesia católica y el bien del pueblo chino.

 

Vatican News, 221022.

 

“La Santa Sede y la República Popular China, tras oportunas consultas y evaluaciones, han acordado prorrogar por otro bienio la validez del Acuerdo Provisorio sobre el nombramiento de Obispos, estipulado el 22 de septiembre de 2018 y renovado una primera vez el 22 de octubre de 2020”. Así lo informa hoy un comunicado difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

“La Parte vaticana -continúa el comunicado- está resuelta a continuar el diálogo respetuoso y constructivo con la Parte china, para una aplicación fructífera del mencionado Acuerdo y para el ulterior desarrollo de las relaciones bilaterales, con vistas a favorecer la misión de la Iglesia católica y el bien del pueblo chino”.

 

El Papa Francisco, en una entrevista concedida a la agencia Reuters el pasado mes de julio, había manifestado su deseo de que el acuerdo pudiera renovarse este mes de octubre. “El acuerdo va bien” -había dicho refiriéndose a los nombramientos de los obispos- aunque “se va lentamente”, “a la manera china” -había añadido- “porque los chinos tienen ese sentido del tiempo que nadie les apura” y además “ellos también tienen problemas”, porque las autoridades locales actúan de manera diferente con la Iglesia católica y “no es la misma situación en todas las regiones del país”.

 

El Papa, recordando los esfuerzos diplomáticos del cardenal Agostino Casaroli, artífice de la Ostpolitik del Vaticano hacia los países de Europa del Este, había hablado del “martirio de la paciencia”: “Muchos han dicho muchas cosas contra Juan XXIII, contra Pablo VI, contra Casaroli. Pero la diplomacia es así. Ante una situación cerrada hay que buscar el camino posible, no ideal, la diplomacia es el arte de lo posible y de hacer que lo posible se convierta en real”.