16 de julio de 1228: Francisco, el Pobrecillo de Asís, es santo
(V.N., 160722).- Han pasado 794 años desde la canonización del Santo Patrono de Italia. Revivimos ese día a través de las palabras de su biógrafo Tomás de Celano
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano.
Es el 16 de julio de 1228: en Asís, dos años después de su muerte, San Francisco es proclamado santo por el Papa Gregorio IX. San Buenaventura, biógrafo de Francisco, cuenta que el Pontífice, para ser lo más objetivo posible, había confiado la evaluación de la vida y los milagros del Pobrecillo de Asís “a aquellos de entre los cardenales que parecían menos favorables”.
El otro biógrafo de San Francisco, Tomás de Celano, describe la escena de la canonización: “Obispos, abades y prelados acuden en masa y se reúnen, viniendo de las regiones más lejanas de la tierra; también está presente un rey y una gran multitud de condes y magnates. (…) Dominando el centro está el Sumo Pontífice con una corona en la cabeza como signo de gloria y santidad. La multitud participa, en silencio, en el evento.
A continuación, el Papa, “con las manos levantadas hacia el cielo, grita con voz atronadora las palabras de canonización, y luego, junto con los cardenales, entona el Te Deum. (…) La multitud -escribe Tomás de Celano- responde cantando a coro las alabanzas del Señor. La tierra resuena con voces inmensas, el aire se llena de himnos de gloria, el suelo se moja de lágrimas’.
Inmediatamente después de su canonización, el Papa Gregorio IX ordenó que, en honor del nuevo santo, se erigiera en Asís una basílica dedicada a San Francisco para conservar sus restos mortales. En 1230, el Pontífice ordenó que el cuerpo del Santo fuera trasladado de la iglesia de San Giorgio a la nueva basílica.
La escena narrada por Tommaso da Celano está representada en uno de los frescos de la vida del Santo, pintado por Giotto. En esta escena titulada “Canonización de Francisco por Gregorio IX”, se puede ver a la multitud arrodillada y un gran baldaquín de madera que cubre al Papa.
Tras las huellas de San Francisco
Muchos de los pasos y gestos del Papa Francísco forman parte de una trayectoria que se inicia en Asís y que es claramente perceptible desde los primeros días de su pontificado. El actual Papa es el primer Pontífice que se llama a sí mismo Francisco.
Durante una audiencia con representantes de los medios de comunicación, el 16 de marzo de 2013, explicó la elección de su nombre con estas palabras:
“Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes (fallecido el pasado 4 de julio): un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación”.