Parolin en México. Abrir nuevos espacios de diálogo entre Iglesia y Estado.
En el XXX Aniversario del restablecimiento de las relaciones entre México y la Santa Sede, el Secretario de Estado Vaticano recordó que la Iglesia Católica es una valiosa colaboradora de los Estados para la promoción de la armonía social y la búsqueda del bien común, por lo que la libertad religiosa y la debida consideración de su dimensión pública, es indispensable.
Alina Tufani Díaz – Vatican News, 260422.
El trigésimo aniversario del restablecimiento de las relaciones entre México y la Santa Sede fue celebrado con una conferencia organizada por la Nunciatura Apostólica y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, que reunió, ayer, martes 26 de abril, bajo el tema “Laicidad positiva y la libertad religiosa”, al canciller mexicano Marcelo Ebrard Casaubón y al cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, junto con el cardenal Carlos Aguiar Retes, Primado de México y monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del episcopado mexicano (CEM).
“Emoción” fue la palabra utilizada por el cardenal Parolin al recordar, en la apertura de su intervención, la labor realizada entre 1989 y 1992, cuando siendo un “joven sacerdote asignado a la Delegación Apostólica en México”, presenció la intensa actividad de la Conferencia del Episcopado Mexicano, de las autoridades civiles y de quienes, a nombre de la Santa Sede, en particular el Nuncio Girolamo Prigione, para dar inicio al nuevo camino en la historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano.
Una fe que transforma la manera de interactuar en la vida y en la sociedad
Tras reiterar que la Iglesia católica en México está en primera línea para servir a la población en los distintos ámbitos de su acción pastoral, desde la educación y la salud, hasta la dimensión catequética, caritativa y litúrgica, el cardenal Parolin afirmó que “transcurridos treinta años, México y la Santa Sede miran al futuro juntos, compartiendo los mismos valores de paz, fraternidad, justicia social y respeto de los derechos humanos”.
El Secretario de Estado, al retomar el tema de la “laicidad positiva”, subrayó que el cristianismo “no es simplemente un culto que afecta la esfera privada de una persona, sino una fe que transforma la manera de interactuar en la vida y en la sociedad”. De hecho, recordó que, a lo largo de los siglos, el Evangelio ha inspirado la filosofía, la política, el derecho o la economía y que la doctrina cristiana ha contribuido a la visión política y económica de las sociedades democráticas de hoy con conceptos como el de la liberación de toda forma de esclavitud, garantizar la justicia social o el concepto teológico de persona y de su sacralidad.
Reconocimiento mutuo del propio rol en la sociedad
“Todas estas contribuciones nos muestran que la Iglesia Católica es una valiosa colaboradora de los Estados donde ella ejerce su actividad pastoral para la promoción de la armonía social y la búsqueda del bien común”, puntualizó el cardenal Parolín. Y agregó que la “laicidad “positiva”, a su juicio, consiste en “superar la posible tentación de eventuales incomprensiones entre el Estado y la Iglesia al reconocer mutuamente el papel y los valores que cada uno está llamado a ofrecer en la sociedad”.
En este contexto, el purpurado vaticano también enfatizó la importancia de la libertad religiosa para que la Iglesia pueda cumplir su función pastoral. Remitiéndose a la declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa del Concilio Vaticano II, el cardenal Parolin reiteró que la Iglesia católica reconoce que la libertad religiosa es un derecho humano fundamental que brota de la dignidad de la persona humana, de la naturaleza profunda de cada ser humano y, por lo tanto, protege la necesaria libertad psicológica y de conciencia d toda persona.
“Esto implica que el derecho humano a la libertad religiosa no sólo protege los derechos de los creyentes sino también de los no-creyentes para vivir con entera libertad, de manera individual o asociada, en la vida privada o en el espacio público, de acuerdo a sus convicciones sobre el significado último de la vida”, explicó el Secretario de Estado. Además, retomó las palabras de Benedicto XVI que, en su intervención ante la Asamblea General de la ONU en 2008, decía que “no se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión”.
En este contexto, el cardenal Parolín observó que tanto el Estado como la Iglesia deben contribuir a la promoción de la sociedad, de los valores democráticos, y, para ello, deben ver los retos del futuro “no como una ocasión de división”, sino como una oportunidad para trabajar juntos, para “dar esperanza a quien se resigna a la lógica del conflicto, a quien sigue cínicamente la búsqueda de la ganancia a cualquier precio, a quien se entrega desesperado a los métodos inicuos de la violencia”.
El evento guadalupano venció la violencia de la espada
Luego de adentrarse en la historia de los orígenes de la nación mexicana y el proceso de colonización con sus dominios, violencias e incomprensiones, el cardenal Parolin dedicó un amplio espacio al evento guadalupano que introdujo en la historia mexicana una visión distinta, “basada en el amor a la libertad y a la dignidad de todos”. Y agregó que, como lo han dicho los obispos mexicanos, “no fue la violencia de la espada ni la conversión forzada, sino la misteriosa atracción de María de Guadalupe la que llevó a ambos pueblos y culturas, españoles e indios, a una nueva manera de comprenderse y relacionarse desde la fe en Jesucristo”.
“Hoy también, en México – afirmó el Secretario de Estado Vaticano -, la Iglesia y el Estado están llamados a ser un ejemplo para los demás países, para mostrar que es posible superar extremismos y polarizaciones, creando cada vez más una cultura de fraternidad, de libertad, de diálogo y de solidaridad. Y concluyó que a treinta años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, es necesario “mirar al futuro abriendo nuevos espacios de diálogo y de colaboración institucional”.
Libertad religiosa y bien común
El sugestivo patio colonial del Palacio de la Facultad de Medicina de México fue el lugar escogido para la conferencia conmemorativa que se abrió con el saludo del cardenal Aguiar Retes, quien resaltó la importancia del reconocimiento jurídico de las iglesias en México para garantizar la libertad religiosa de los mexicanos. “Una nación que asume y garantice los derechos de sus ciudadanos -expresó el purpurado mexicano – es un gran país, donde cada persona puede desarrollar sus capacidades y colaborar en la construcción de una sociedad fraterna, el bien común y la paz social”.
El presidente del episcopado, monseñor Cabrera López se hizo portavoz de los obispos mexicanos en su agradecimiento a la Santa Sede y al gobierno mexicano por este encuentro conmemorativo que recuerda los pasos importantes, tanto jurídicos como sociales y religiosos, de convivencia y promoción del bien común de la sociedad. Sin embargo, puntualizó que en el compromiso asumido hace 30 años, de respetar y de hacer valer la ley, “aún falta mucho por hacer”. “La verdadera libertad religiosa – reiteró -no podemos limitarla a la mera libertad de culto, sino que tiene que llegar a permitir que cada persona practique y viva su fe, viva según su conciencia, sin llegar nunca a violentar los derechos de las demás personas, antes bien contribuyendo a la construcción de una mejor sociedad”.
Afinidad de posturas de la Santa Sede y México
El canciller mexicano Ebrard Casaubón, puso de relieve la coincidencia de posturas que unen a México y la Santa Sede en el ámbito internacional, colocando en primer lugar el trabajo conjunto realizado recientemente en el seno de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales para “garantizar el acceso universal a vacunas, al tratamiento y medicamentos de las personas. Además, el diplomático mexicano recordó las concomitancias en temas como la paz, las acciones concretas para reducir la producción y proliferación de armas en el mundo, así como la protección de los derechos de los migrantes, de la mujer, la superación de la pobreza y otras “causas afines entre México y la Santa Sede”.
México agradece la labor de la Iglesia durante la pandemia
El canciller Ebrard tuvo también palabras de agradecimiento para el cardenal Aguiar Retes, los obispos y la estructura de toda la Iglesia católica por su respaldo durante la pandemia de Covid-19. “Una participación destacada, decidida y desinteresada que permitió salvar muchas vidas”, dijo el diplomático al reiterar que este tipo de acciones conjuntas son un reflejo concreto de las relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano.