Clama el Papa por el fin de la guerra en Ucrania

El Papa exige el fin de la guerra en Ucrania: ¡En nombre de Dios, paren esta masacre!

 

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa, 130322.

 

Después de rezar el Ángelus del segundo domingo de Cuaresma, el Papa lamentó la situación de las víctimas de la guerra en Ucrania y exigió el cese del conflicto antes de que las ciudades “se conviertan en un cementerio”.

Tras el rezo del Ángelus del segundo domingo de Cuaresma, el Papa Francisco expresó ante los fieles de la Plaza de San Pedro su profundo dolor por la situación que se está viviendo en Ucrania.

Al finalizar el rezo a la Virgen María, el Papa Francisco habló de Mariupol, la ciudad ucraniana conocida como “la ciudad de María”, que se ha convertido en el lugar que más severamente está sufriendo los ataques de Rusia.

Desde hace varios días, los soldados rusos han sitiado la ciudad y los civiles se encuentran atrapados sin apenas luz, comida o calefacción. Los que no logran sobrevivir son enterrados en fosas comunes que, según denunció el Patriarca ucraniano Sviatoslav Shevchuk, no se veían desde la época nazi.

Este 13 de marzo se cumplen 9 años desde que el Papa Francisco fue elegido Obispo de Roma, una fecha marcada por el dolor de una guerra que ya se ha llevado por delante miles de vidas inocentes.

Han sido a estas personas a las que el Papa ha recordado tras el rezo del Ángelus, donde ha asegurado que “ante la barbarie de la matanza de niños, inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan: lo único que hay que hacer es poner fin a la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca las ciudades a cementerios”.

de inocentes y civiles desarmados, no hay razones estratégicas que tengan solo cesar la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca la ciudad a un cementerio”.

“Con dolor en el corazón, uno mi voz a la de la gente común, que implora el fin de la guerra, en nombre de Dios, que se escuche el grito de quien sufre y se ponga fin a los bombardeos y a los ataques”, rogó el Santo Padre.

A continuación, el Papa exigió a los dirigentes llegar a una “verdadera negociación” y pidió, como en otras ocasiones, “que los corredores humanos sean verdaderamente efectivos y seguros”. “En nombre de Dios os pido, ¡parad esta masacre!”, dijo el Papa dejando ver su frustración y dolor ante la guerra.

“Quisiera una vez más, exhortar a la acogida de tantos refugiados en los cuales está presente Cristo, y agradecer la solidaridad que se ha creado”.

Por último, antes de dedicar un tiempo de silencio para orar por el fin de la guerra, el Papa pidió a todas las comunidades diocesanas y religiosas “aumentar los momentos de oración por la paz. Dios es sólo el Dios de la paz, no es el Dios de la guerra, y quien apoya la violencia profana su nombre”, concluyó.

 

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El Papa asegura que en Cuaresma “Dios quiere despertarnos del letargo”

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa, 130322.

En el rezo del Ángelus de este segundo domingo de Cuaresma, el Papa Francisco comentó el Evangelio de San Lucas que narra la Transfiguración de Jesús y animó a los fieles a “despertar del letargo interior” para poder “mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás”.

Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre comentó el Evangelio de la Transfiguración de Jesús donde, según explicó el Papa, “sus vestidos se vuelven blancos y resplandecientes y en la luz de su gloria aparecen Moisés y Elías, hablando en Él de las Pascua que le espera en Jerusalén”.

A continuación, el Pontífice citó el “sueño de los discípulos” que le acompañaban, que fueron los mismos que más tarde se durmieron en Getsemaní.

Tomando este hecho como referencia, el Papa Francisco animó a los fieles a preguntarse si sienten “este sueño fuera de lugar en momentos que sabemos son importantes”.

“Tal vez por la tarde, cuando nos gustaría rezar, estar más despiertos, pasar un rato con Jesús después de un día de mil carreras y compromisos; o cuando es el momento de intercambiar unas palabras con la familia, ya no tenemos fuerzas”, dijo.

Ante esto, el Papa aseguró que la Cuaresma “es un período en el que Dios quiere despertarnos del letargo interior, esta somnolencia que no permite que el Espíritu se exprese”.

“Porque, no lo olvidemos nunca, mantener el corazón despierto no depende solo de nosotros: es una gracia, y hay que pedirla. Los tres discípulos del Evangelio así lo demuestran: eran buenos, habían seguido a Jesús al monte, aunque solo con sus fuerzas no conseguían mantenerse despiertos. Pero se despiertan justo durante la Transfiguración”, dijo a continuación.

Asimismo, el Papa señaló que “podemos pensar que fue la luz de Jesús la que los despertó. Como ellos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza para orar, para mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás”.

El Papa también invitó a los fieles a pedir ayuda al Espíritu Santo y aseguró que “es posible vencer la fatiga del cuerpo con la fuerza del Espíritu de Dios” y que el momento para hacerlo es la Cuaresma.

“Después de las fatigas de cada día, nos hará bien no apagar la luz de la habitación sin antes ponernos bajo la luz de Dios. Démosle al Señor la oportunidad de sorprendernos y despertar nuestro corazón”.

Para lograrlo, el Papa propuso abrir el Evangelio “y dejarnos asombrar por la Palabra de Dios, porque la Escritura ilumina nuestros pasos e inflama nuestro corazón”. Y también a “mirar el Crucifijo y maravillarnos ante el amor loco de Dios que nunca se cansa de nosotros y tiene el poder de transfigurar nuestros días, de darles un nuevo sentido, una luz diferente e inesperada”.

Finalmente, el Papa Francisco se despidió de los fieles pidiendo a la Virgen María, “que nos ayude a mantener nuestro corazón despierto para acoger este tiempo de gracia que Dios nos ofrece”.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Evangelio según Lucas

Lc 9, 28b-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

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