LENGUAJE CORPORAL EN EL AMBITO POLITICO – ELECTORAL
POR: LIC. VANESSA HUIZAR VILLANUEVA
Los candidatos que aspiren a ganar unos comicios deberían tener en cuenta no solo la banda verbal, sino también el canal no verbal. Esto no significa en ningún caso que los actores políticos hayan de anteponer los gestos a las palabras, pero cuando se trata de transmitir credibilidad, eficacia e influencia los códigos no verbales son vitales.
Los políticos, saben que el lenguaje no verbal es algo de gran importancia. Desde la elección de qué vestimenta van a usar, a cómo van a realizar su entrada, si van a sonreír o dar la mano, son cosas que han sido ensayadas una gran cantidad de veces.
Los políticos, por tanto, han de prestar atención a las cinco categorías que influyen en el mensaje: la kinesia (los gestos, la postura y las maneras), el aspecto físico y la apariencia, la proxémica (las distancias), el paraleguaje (cualidades vocales) y el entorno.
Uno de los escenarios de comunicación que más temen los políticos son los debates. Y es lógico, teniendo en cuenta que es una palestra llena de oportunidades, pero también de riesgos.
Es evidente que la mayoría de los votantes actuamos de manera emocional. Votamos por coherencia con las ideas familiares, o todo lo contrario. Votamos porque los candidatos nos parecen atractivos, o porque se parecen a nosotros. Votamos sin haber leído el programa electoral. Aúnasí votamos convencidos de nuestra decisión.
Cuando nos comunicamos utilizamos tres tipos de lenguaje: el lenguaje verbal, el lenguaje paraverbal y el lenguaje corporal. Tanto la palabra, como la entonación o los gestos son importantes en cualquier conversación; los tres lenguajes deben ser coherentes para transmitir lo que queremos a nuestro receptor.
En los debates, ya sean políticos o no, debemos expresar seguridad, firmeza y serenidad al mismo tiempo. Lo que no le gusta al público es que el candidato o representante caiga en la provocación del rival y pierda los papeles. Uno de los retos principales en un debate es mantener siempre el control, dentro de la firmeza, y mantener siempre seguridad y serenidad
En cuanto al lenguaje verbal, debemos ser cuidadosos en cómo verbalizamos las ideas; las frases demasiado largas y complejas, o inacabadas dificultan la comprensión y transmiten una imagen de persona confusa. Las frases que transmitan las ideas clave deben ser cortas, para que cada una pueda convertirse en un titular.
Si un candidato político quiere llegar a sus electores, deberá huir del lenguaje abstracto y concretar situaciones en las que la gente se sienta identificada. Evitar términos demasiado complejos que la audiencia no entienda, pero también huir de un lenguaje demasiado coloquial o vulgar. Por supuesto, el insulto debería ser descartado si uno quiere mantenerse dentro de los límites del respeto y la tolerancia.
Nuestro lenguaje corporal debe acompañar en todo momento nuestras afirmaciones; las manos deben “acompasar” la palabra, al mismo tiempo que deberemos tener en cuenta que los movimientos de nuestras manos no sean bruscos o demasiado abiertos y tapen nuestra cara. Huiremos de movimientos grandilocuentes que dificultan la visión de nuestra expresión facial y distraen. Es importante adoptar un lenguaje corporal abierto y una expresión serena; para ello, si estamos de pie, nuestra posición será la llamada posición “VASE” (vertical, abierta, simétrica y estable).
El dominio consciente del lenguaje corporal es la clave del éxito para generar confianza y para resultar atractivo a los espectadores. Seguramente no recordarán lo que has dicho, pero sí recordarán tu imagen, tu actitud, si estás preparado para gobernar y si eres una persona en quien confiar. Y todo esto se transmite a través del lenguaje no verbal
El nuevo liderazgo, tanto en la política como en cualquier otro ámbito profesional o personal, requiere prescindir de la comunicación como herramienta de manipulación, y rescatar sus valores como elemento positivo de persuasión y de influencia en la sociedad.
Estos tres elementos básicos y universales pueden ser un buen comienzo para el cambio:
1.En primer lugar, tomar conciencia del comportamiento no verbal propio y ajeno, aprender a descifrarlo y a expresarlo correctamente.
2.En segundo lugar, la congruencia. No olvidar nunca que entre las palabras y el comportamiento tiene que haber siempre congruencia. Ser, hacer y parecer. Armonía entre quiénes somos, lo que hacemos y lo que parecemos.
3.Y en tercer lugar, autenticidad, transparencia emocional, ser genuinos. No se trata de cambiar la forma de ser, sino de encontrar nuestro propio estilo y pulirlo para transmitir lo que de verdad squeremos transmitir.
Así se construye un nuevo liderazgo. Esa es la revolución pendiente en la comunicación política que nos dejará esta terrible pandemia, una nueva forma de comunicar, de conectar con la gente y de rendir cuentas de verdad ante la sociedad. Realismo, autenticidad y transparencia emocional serán imprescindibles para recuperar la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes.