Hoy, Apagar TV y Redes y Abrir la Biblia: Papa

Domingo de la Palabra de Dios 2021: El Papa pide apagar la televisión y abrir la Biblia

 

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa, 240121.

 

El Papa Francisco alentó en el segundo Domingo de la Palabra de Dios a pedir al Señor “la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia”.

Así lo indicó el Santo Padre este 24 de enero en la homilía que preparó para la Misa del Domingo de la Palabra de Dios, texto que fue leído por el presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización, Mons. Rino Fisichella, debido a que el Papa no pudo celebrar la Eucaristía por fuertes dolores causados por una “recurrencia de la ciática”.

Durante la Misa, celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, se realizó el rito de la “entronización de la Palabra” después de la lectura del Evangelio y entre los lectores estuvo también una mujer invidente que leyó el texto en braille.

En la homilía, el Papa escribió que el hilo conductor del mensaje de Jesús fue que “Dios está cerca” y destacó que “su Reino ha bajado a la tierra. Dios no está -como muchas veces estamos tentados de pensar- allá arriba en los cielos, lejos, separado de la condición humana, sino que está con nosotros. El tiempo del distanciamiento terminó cuando en Jesús Dios se hizo hombre. Desde entonces, Dios está muy cerca; nunca se separará ni se cansará jamás de nuestra humanidad”.

En esta línea, el Papa explicó que, así como el núcleo del anuncio de Jesús es que “Dios está cerca”, debe ser también “la constante de la vida y del anuncio cristiano” y añadió que “antes de nada, se necesita creer y anunciar que Dios se ha acercado a nosotros, que hemos sido agraciados, ‘misericordiados’. Antes de cualquier palabra nuestra sobre Dios está su Palabra para nosotros, que continúa diciéndonos: ‘No temas, estoy contigo. Estoy y estaré cerca de ti’”.

“La Palabra de Dios nos permite constatar esta cercanía, porque -dice el Deuteronomio- no está lejos de nosotros, sino que está cerca de nuestro corazón. Es antídoto contra el miedo de quedarnos solos ante la vida. De hecho, el Señor a través de su Palabra con-suela, es decir: está con quien está solo. Hablándonos, nos recuerda que estamos en su corazón, somos hermosos para sus ojos, estamos custodiados en las palmas de sus manos”, advirtió el Papa.

Asimismo, el Santo Padre recordó que la Palabra de Dios “es una Palabra de consolación, pero también de conversión” ya que con su cercanía “terminó el tiempo en el que se toman las distancias de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en sí mismo y sigue adelante por su cuenta” y agregó “esto no es cristiano, porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del prójimo, no puede alejarlo con indiferencia”.

En este sentido, el Papa subrayó que “quien es asiduo a la Palabra de Dios recibe saludables cambios existenciales: descubre que la vida no es el tiempo para esconderse de los otros y protegerse a sí mismo, sino la ocasión para ir al encuentro de los demás en el nombre del Dios cercano”.

Además, el Santo Padre destacó que la Palabra de Dios tiene una “fuerza universal” que “alcanza a todos y a cada ámbito de la vida” por lo que “todos pueden recibir” la Palabra de Dios “y encontrarlo personalmente” y destacó que “Jesús hablaba de Dios en el corazón de la sociedad, a todos, allí donde estuvieran. Y no hablaba en los horarios y tiempos establecidos. Hablaba mientras caminaba por la orilla del lago a los pescadores que echaban las redes. Se dirigía a las personas en los lugares y tiempos más ordinarios”.

“Así hace el Señor con nosotros, nos busca donde estamos, nos ama como somos y con paciencia acompaña nuestros pasos. Como a aquellos pescadores, nos espera en la orilla de la vida. Con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de Él”, añadió el Papa.

De este modo, el Santo Padre invitó “no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor escrita para nosotros por Aquel que nos conoce como nadie más. Leyéndola, sentimos nuevamente su voz, vislumbramos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca a Dios; no la tengamos lejos”.

Por último, el Papa pidió nuevamente “llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios”.

“Para poder hacer esto, pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio. En este Año litúrgico leemos el Evangelio de Marcos, el más sencillo y breve. ¿Por qué no leerlo incluso a solas, aunque sea un pequeño pasaje cada día? Nos hará sentir la cercanía del Señor y nos infundirá valor en el camino de la vida”, concluyó el Papa en su homilía.

Al finalizar la Misa, Mons. Rino Fisichella en representación del Santo Padre entregó la Biblia a diferentes personas, entre ellas, un deportista con su familia, una estudiante del Istituto Bíblico, a dos catequistas, a dos jóvenes que recibieron la Confirmación recientemente, a un seminarista de Sudan del Sur que se prepara para el ministerio del lectorado, a un médico especialista en enfermedades infecciosas y a una persona ciega, quien recibió el Evangelio de Marcos en braille.

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El Papa advierte que la salvación no es automática, exige nuestra conversión.

Redacción ACI Prensa, 240121.

 

Durante el rezo del Ángelus de este Domingo 24 de enero, el Papa Francisco advirtió que “la salvación no es automática” sino que es un don de amor que requiere una respuesta libre y nuestra conversión.

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Marcos de este tercer Domingo del tiempo ordinario (Mc 1,14-20) que relata cuando Jesucristo dijo “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio”, el Santo destacó que “Jesús no usaba medias palabras” sino que dirige un mensaje “que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión”.

La salvación no es automática; la salvación es un don de amor, y como tal, abierto a la libertad humana. Siempre cuando se habla de amor, se habla de libertad, un amor sin libertad no es amor, puede ser interés, miedo, muchas cosas, pero el amor es siempre libre, y siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión”, dijo el Papa.

En esta línea, el Santo Padre señaló que la conversión es “cambiar de mentalidad y cambiar de vida: no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, seguir Jesús, como hizo Jesús y como nos enseñó Jesús”.

“Es un cambio decisivo de visión y de actitud. De hecho, el pecado trajo al mundo una mentalidad que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios”, advirtió.

Por ello, el Papa alertó el peligro de “la mentalidad del engaño, que tiene su origen en el padre del engaño, en el gran mentiroso, el diablo, el padre de la mentira, así lo define Jesús”.

De este modo, el Santo Padre invitó a “reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás” ya que “para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en este mundo”.

Luego, el Papa relató una ocasión cuando administró el Sacramento de la unción de los enfermos a un anciano quien le dijo “se me voló la vida, yo creía que era eterna” y añadió que eso es lo que “sentimos nosotros los ancianos”.

La vida es un don del infinito amor de Dios, pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él. Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y al prójimo, y así entrar en la vida eterna”, añadió el Papa.

En este sentido, el Santo Padre destacó que “cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento privilegiado de encuentro con el Señor” y agregó que “la fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa”.

Así, el Papa recordó el ejemplo de la respuesta de Simón, Andrés, Santiago y Juan quienes “eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, enseguida dejaron las redes y lo siguieron”.

“Queridos hermanos y hermanas, estemos atentos y no dejemos pasar a Jesús sin recibirlo, San Agustín decía ‘tengo miedo de Dios cuando pasa’. ¿Miedo de qué? de no reconocerlo, de no verlo, de no recibirlo”, afirmó el Papa.

Por último, el Santo Padre rezó para que la Virgen María “nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo. Cada uno de acuerdo con su propia vida. Y nos ayude la Virgen a convertirnos de la mentalidad del mundo, aquellas fantasías del mundo que son fuegos artificiales, a la del amor y del servicio”.

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