Conferencia del Episcopado Mexicano.
Hoy, Día Nacional de la Juventud Católica Mexicana
16 de agosto del 2020
Estimados Jóvenes,
¡¡Gozo y Paz!!
El Señor Jesús nos ha llamado a la vida en plenitud y abundancia de frutos por las obras de misericordia, ejerciendo los dones que ha dado a los seres humanos para buscar la paz, la belleza, la justicia, la verdad, el bien. Como hemos reflexionado en medio de estos meses de crisis sanitaria, social, económica, política… los adolescentes y jóvenes católicos queremos recordar el pasado con agradecimiento, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza.
Este grito tiene que llegar a todos nuestras amigas y amigos, para que pueda resonar en todo corazón joven: ¡Cristo Vive y te quiere Vivo! No se trata de un grito vacío ni triunfalista, grítelo todo joven que se sienta amado por Cristo, es un grito de amor y de esperanza para todo aquel que sufre, se lamenta o está cansado o desalentado por las consecuencias de las crisis humanas.
Para ver el pasado con gratitud, es necesario reconocer la presencia de Jesús en tu vida, los momentos en que has experimentado su amor: fortaleza ante problemas más fuertes que tu, consuelo y sanación ante heridas que te han dolido profundamente, moderación ante los impulsos destructivos que se te han presentado por el camino, valentía para superar los miedos propios de tu etapa de vida, los brotes de tus anhelos de paz, de justicia, de alegría y felicidad para todos en la sociedad, la fe que has tenido en tu familia y amistades y la fe que ellos han puesto en ti, tu encuentro personal con Cristo y la perseverancia que has tenido en tus luchas interiores, la esperanza que te ha alentado a superarte y a superar los obstáculos en la vida, el amor que has experimentado de parte de personas sinceras que te han ayudado a conocer y sentir el amor de Dios en sus corazones…, ¡tantos momentos en los que Cristo se te ha manifestado en el camino! Por ello, levanta tu corazón y exclama ¡Amén! ¡Señor, tú vives entre nosotros! Y grita ¡gracias! ¡Señor, en verdad, cuánto amas a los jóvenes!
Para vivir el presente con pasión, es necesario unirte a la pasión redentora de Cristo, pues todo esfuerzo de amor lleva una cruz de desprendimiento de sí mismo y de entrega a los otros seres humanos, hermanas y hermanos muy amados en Cristo. Cuando decimos que queremos vivir el presente con pasión no nos referimos a la “pasión del gusto individualista”, sino a la pasión que redime, que sana, que fortalece y hace soñar, que inspira el compromiso de mujeres y hombres fuertes, capaces de soñar e inspirar, capaces de tomar decisiones fuertes y de tomar iniciativas responsables, capaces de comprometerse consigo mismos, con su familia, con la iglesia, con la sociedad, pues tienen su fe y confianza cimentadas en Cristo, el Hijo de Dios.
Para abrazar el futuro con esperanza tenemos que abrazar la cruz del presente, no podemos negar los grandes desafíos que tenemos ante nosotros. Esta crisis aún está lejos de terminar, sus tentáculos se asoman en el horizonte. En medio del confinamiento voluntario, compartamos la fe lo mejor que podamos, ¡también en el aislamiento han florecido civilizaciones! Tendremos que dar testimonio de nuestra fe con las armas de Cristo: compartir la alegría en Cristo por nuestra vida y nuestro llamado, reconocer, optar y promover el bien para todo ser humano, buscar la verdad y ser fieles a ella, ser justos y generar justicia a nuestro alrededor, siempre amar y servir a nuestros hermanos, involucrarnos con cuidado para compartir el sufrimiento de todos los seres humanos, especialmente de los más necesitados, tomar la iniciativa para atendernos unos a otros, compartir, promover la reconciliación entre todos, perdonar a quienes te hagan el mal, celebrar cada pequeño paso en el camino de la comunión, en definitiva: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente… amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mt 22, 37-39).
Ante los desafíos de nuestro tiempo no se dejen dominar por la incertidumbre y el miedo, no se dejen manipular por nadie, asuman la capacidad de ser compasivos, de pensar críticamente ante las propuestas que se les presentan, de discernir desde la fe los valores del Reino de Dios, tomen las decisiones que busquen el bien común y no sólo el provecho de pocos, de las épocas pasadas tomen lo bueno y dejen pasar lo que no sea necesario, que su luz sea la verdad y la justicia, no las ideas de un individuo, mantengan su conciencia sana, no se dejen corromper, no se dejen robar sus sueños de perfecta alegría por servir a hombres que sólo se buscan a sí mismos y que los tirarán a ustedes como basura cuando los acaben de consumir hasta el último suspiro, no vendan su libertad por un puñado de pesos, tu vida vale más que el oro y la plata y tu libertad más que los likes de las redes sociales ¡Tú eres de Cristo y Cristo es de Dios!
Queridos jóvenes, si se mantienen en el amor de Cristo, él los transformará en esperanza para México, asuman con valentía el llamado del Señor para construir juntos la civilización del amor. El Día Nacional de la Juventud Católica Mexicana no se trata de un día triunfalista por nuestra fe ni de distinción entre los demás, sino un día de respuesta y de compromiso, en gozo y alegría, al llamado del Señor. Ser cristiano, ser católico y celebrar nuestra fe no es motivo de vergüenza para nadie, sino de la expresión y comunicación de tu relación con el Amor Misericordioso de Dios; un día de compartir con todos la alegría de tu fe, el sentido que das a tu vida, el alcance de tus más profundos anhelos de joven y tu compromiso cristiano con la construcción de un mundo mejor para todos. Si quieres amar verdaderamente a tu prójimo, tendrás que amar más profundamente a Cristo y dar testimonio de Él.
Encomendemos a todos los jóvenes a la Flor Más Bella, que comparte con el mundo el perfume del amor de Cristo, María de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, pues los jóvenes son más fuertes por el amor de una Madre que por el poder de sus músculos, que ella los lleve siempre hacia su Hijo Jesús y los mantenga siempre fuertes, siempre serviciales, siempre unidos. Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros.
+Juan Armando Pérez Talamante
Obispo auxiliar de Monterrey y Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de Adolescentes y Jóvenes