España: Obispos reclaman proteger “el derecho a la educación y a la libertad de enseñanza”.
Redacción ACI Prensa, 180620.
Los Obispos de la Comisión Episcopal para la Educación y cultura han publicado hoy una nota en la que insisten en la necesidad de “proteger y promover el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, tal como se explicitan en la Constitución y en su interpretación de la jurisprudencia” tras la tramitación en el Congreso de los diputados de la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación.
El pasado 17 de junio, el Congreso de los Diputados rechazó las enmiendas a la totalidad presentadas por el PP, Ciudadanos y Vox al proyecto de Ley Orgánica de modificación de la Ley Orgánica de Educación, conocida por las siglas LOMLOE, y comenzó su tramitación.
El Gobierno de España, de coalición entre PSOE y Podemos, tomó el periodo de estado de alarma por el COVID para avanzar la tramitación de esta reforma de proyecto de ley sin consenso parlamentario. Esta ley eliminaría el criterio de “demanda social” para la programación de plazas gratuitas, por lo que sería Administración educativa la que distribuiría a los alumnos en los centros, sin tener en cuenta la libertad de elección de los padres.
La LOMLOE habla de un “derecho a la educación pública” cuando el único derecho reconocido en la Constitución es el “derecho a la educación”, e introduciría un “comisario político” en los centros concertados y apartaría la enseñanza de la religión imponiendo una asignatura de valores éticos y cívicos.
Ante esta situación los Obispos destacan en su nota que la LOMLOE publicada “en circunstancias tan extraordinarias como las de un ‘estado de alarma’” y afecta sin duda “a toda la sociedad, verdadera protagonista de la educación, de la que formamos parte como Iglesia católica”.
Por ello consideran su “responsabilidad” participar en el debate público en orden a su tramitación y aseguran que el “punto de partida es, sin duda, el compromiso con este bien inmenso que es la educación, uno de los tesoros más valiosos de la sociedad, pues afecta a la vida de los seres más queridos y, de muchas maneras, al futuro de todos”.
Explican que tras examinar con atención el actual Proyecto de Ley, los Obispos de la Comisión Episcopal para la Educación consideran “tener que insistir en la necesidad de proteger y promover el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, tal como se explicitan en la Constitución y en su interpretación jurisprudencial”.
También muestran su preocupación por que “se recojan plenamente las consecuencias de estos principios en la nueva Ley, y en primer lugar el respeto por la responsabilidad y los derechos de los padres en la educación de los hijos”.
“Si el Estado tiene una tarea principal en la defensa y la promoción del bien de la educación para todos, no es sin embargo el sujeto del derecho educativo. En este mismo sentido parece necesario que, a diferencia del actual Proyecto, la futura Ley siga recogiendo la “demanda social” en todas las etapas del proceso educativo, desde la libertad de elección de centro escolar, que incluye la gratuidad de la enseñanza sin discriminaciones, al trato en igualdad de condiciones de los diversos centros y a la libertad para su creación”, insisten.
Además, recuerdan que “la formación integral” es un principio educativo recogido también por la Constitución y por lo tanto “no puede excluirse del ámbito escolar la educación de la dimensión moral y religiosa de la persona, de modo que ésta pueda crecer como sujeto responsable y libre”.
Y es en este ámbito de conocimientos donde se sitúa la asignatura de Religión, como es habitualmente reconocido en los sistemas educativos europeos.
“Queremos insistir en que esta asignatura no puede plantearse de manera ajena a la identidad cultural, moral y religiosa de la persona. Pues esta identidad forma parte esencial de la realidad a cuyo conocimiento la escuela ha de introducir a la persona concreta. Conocer y comprender la propia realidad es el método adecuado para poder luego actuar con libertad”, afirman.
Los Obispos de la Comisión Episcopal para la Educación también recordaron que la persona “no existe nunca como individuo aislado, sino como miembro de un pueblo, partícipe de una cultura, de una tradición. La cual, en el caso de nuestra sociedad, como en el de los diferentes países europeos, no se entendería sin conocer y comprender la fe cristiana”.
Por eso destacan que “la asignatura de Religión católica es una respuesta a estas exigencias en el caso de la mayoría del alumnado. Ciertamente puede ser integrada de varios modos en el área de conocimiento que le corresponda en el currículo, de modo que no se generen para nadie agravios comparativos” y “de igual manera, habrá de respetarse el conjunto de exigencias propias de su presencia en el ámbito escolar, relativas a la metodología o al estatuto del profesorado”.
Pero insistieron en que “no debe ser considerada ajena al proceso educativo. Por ello, debe ser una asignatura comparable a otras asignaturas fundamentales y, por tanto, evaluable de igual manera”.
Estos derechos y libertades, estos bienes relativos a la educación, recogidos en la Constitución, han sido también confirmados en varias ocasiones por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Están contenidos igualmente en los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede.
Y por eso aseguran que “del mismo modo que es importante el diálogo y la participación de todos, no podemos dejar de tener en cuenta el marco jurídico fundamental, que, defendiendo los derechos y libertades fundamentales, constituye la base no sólo de nuestro ‘pacto social’, sino también de un muy deseable ‘pacto escolar’”.
“La presencia de la Iglesia, del “pueblo católico” en nuestra sociedad es grande, y ha desarrollado una tradición educativa secular. Creemos que ha sido y deseamos que siga siendo una riqueza de nuestra sociedad, que posibilite el crecimiento, la libertad y la pluralidad de la propuesta educativa y, sobre todo, que sirva así al bien de los alumnos, las familias y toda la sociedad”, insistieron.
De esta manera destacaron que “creemos que estos grandes bienes justifican suficientemente todo esfuerzo de diálogo y de colaboración leal en el proceso de preparación de la nueva Ley de Educación, para el cual ofrecemos nuestra plena disponibilidad”.
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