Son los Pobres, los Porteros del Cielo: el Papa

El Papa en la Jornada Mundial de los Pobres 2019: Los pobres son los porteros del cielo.

 

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa, 171119.

 

El Papa Francisco calificó a los pobres “como porteros del cielo” porque revelan la riqueza por la cual verdaderamente vale le pena vivir que es “el amor”.

Así lo indicó el Santo Padre este domingo 17 de noviembre al celebrar una Misa Solemne en la Basílica de San Pedro con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres 2019.

Se trató de la tercera ocasión que la Iglesia Universal celebra esta Jornada Mundial instituida por el Papa Francisco en la que participaron numerosas personas pobres e indigentes junto a voluntarios de diferentes realidades caritativas que los asisten diariamente.

“Los pobres nos facilitan el acceso al cielo; por eso el sentido de la fe del Pueblo de Dios los ha visto como los porteros del cielo. Ya desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor”, dijo el Papa.

Al reflexionar en el Evangelio dominical de este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre explicó las palabras de Jesús que dice que “casi todo pasará. Casi todo, pero no todo” y añadió que el Señor “explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son”.

“A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo”, advirtió el Papa. Entonces, para ayudarnos a comprender lo que importa en la vida, Jesús nos advierte acerca de dos tentaciones.

En esta línea, el Pontífice advirtió sobre el peligro de dos tentaciones: la de la prisa y la del yo. Sobre la tentación de la prisa, del ahora mismo, el Papa explicó que “no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente”.

Sin embargo, el Papa Francisco advirtió “cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice ‘ahora o nunca’. Pero esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios.”

De este modo, el Santo Padre dijo que “si nos afanamos por el ahora mismo, olvidamos al que permanece para siempre: seguimos las nubes que pasan y perdemos de vista el cielo. Atraídos por el último grito, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado”.

 “¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles. Se va de prisa, sin preocuparse que las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos”, exclamó.

Por ello, el Papa explicó que Jesús propone como antídoto a la prisa la perseverancia que consiste en “seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo” y animó a pedir “por cada uno de nosotros y por nosotros como Iglesia para perseverar en el bien, para no perder de vista lo importante. Este es el engaño de la prisa”.

  Sobre la tentación del yo, el Santo Padre destacó que “el cristiano, como no busca el ahora mismo sino el siempre, no es entonces un discípulo del yo, sino del tú. Es decir, no sigue las sirenas de sus caprichos, sino el reclamo del amor, la voz de Jesús”.

En este sentido, el Papa invitó “a servir sin buscar recompensas y contracambios” para después preguntarnos: “¿Ayudo a alguien de quien no podré recibir? Yo, cristiano, ¿tengo al menos un pobre como amigo?”, cuestionó.

“¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios! Estando con los pobres, sirviendo a los pobres, aprendemos los gustos de Jesús, comprendemos qué es lo que permanece y qué es lo que pasa”, explicó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre señaló que “los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano” y añadió que “nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu”,

“Entre tantas cosas penúltimas, que pasan, el Señor quiere recordarnos hoy la última, que quedará para siempre. Es el amor, porque ‘Dios es amor’, y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él”, concluyó.