Briefing Sínodo: laicos son el corazón de la Iglesia
A mitad de los trabajos del Sínodo Panamazónico, las intervenciones en la Oficina de Prensa Vaticana de los obispos brasileños Wellington Tadeu de Queiroz Vieira, de Cristalândia, y Pedro José Conti, de Macapá, del italiano Ambrogio Spreafico, Obispo de Frosinone-Veroli-Ferentino y la indígena peruana Yesica Patiachi Tayori, maestra bilingüe y agente pastoral del pueblo Harakbut, para el vicariato de Puerto Maldonado, junto con Paolo Ruffini y el Padre Giacomo Costa.
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano, 161019.
El Sínodo de los Obispos para la Amazonia, a mitad de camino, ha dado un “salto cualitativo” el martes por la tarde”, dice a los periodistas presentes en la sesión informativa diaria en la Oficina de Prensa del Vaticano, Don Giacomo Costa, secretario de la Comisión para la Información, gracias a las intervenciones libres de algunos padres sinodales, “que pidieron que no se fragmente el camino de la Asamblea en la búsqueda de pequeñas soluciones para temas individuales”, sino más bien, explica Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio de la Comunicación, “para retomar un impulso profético, dejando espacio al Espíritu Santo, para no perder la mirada general”. Una nueva dinámica, más espiritual, que ya ha dado sus frutos, “liberando la palabra” en el trabajo de los doce círculos menores, que se reunirán hasta el jueves por la tarde. Por la noche, los ponentes presentarán los 12 informes, que se harán públicos en la tarde del viernes 18 de octubre. La última semana de trabajo, según lo previsto, se dedicará a discutir el proyecto del documento final, que se votará en el Aula el sábado 26 de octubre por la tarde.
De Queiroz: pocas vocaciones por la poca santidad de los ministros
El obispo brasileño, Mons. Wellington Tadeu de Queiroz Vieira, párroco de la diócesis de Cristalândia subraya que el problema de la falta de sacerdotes es concreto no sólo para la Amazonia, “sino también para Europa, que ve reducirse el número de ministros ordenados”. No hay obstáculos, ni en la Biblia ni en la teología, para la ordenación de los “viri probati”, hombres adultos casados, aclara De Queiroz, “muchos en el Aula piensan como yo, que el celibato no es el principal obstáculo para tener más sacerdotes. El verdadero problema es la incoherencia, la infidelidad y los escándalos causados por los ministros ordenados”. “Debemos asegurarnos de que en los corazones de la gente, especialmente de los jóvenes – añade el obispo brasileño – se desarrolle una tierra fértil. Si nosotros, sacerdotes y obispos, no adquirimos también “el olor de las ovejas”, como nos pide el Papa Francisco, no transmitimos el perfume de Cristo. Porque sólo somos anunciadores de nosotros mismos, que así distanciamos a la gente de Jesús”.
Mala distribución de los sacerdotes en América Latina
El primer camino a seguir es la conversión de los ministros ordenados, porque, continúa Monseñor De Queiroz, “el principal instrumento para despertar la vocación de los jóvenes es la santidad de los evangelizadores actuales: la santidad de la sencillez de vida, de la apertura al diálogo, del anuncio de la verdad cristiana, de la compasión con los que sufren”. Un segundo problema es también la mala distribución de los sacerdotes en el territorio. “En América Latina – lamenta el obispo de Cristalândia – hay zonas con buena presencia de sacerdotes, pero con poco espíritu misionero. Muchos de ellos podrían ir a zonas fronterizas como el Amazonas”.
Conti: son los laicos los que se encargan de las comunidades
Después de él, intervino Monseñor Pedro José Conti, obispo de Macapá, diócesis de 148.000 kilómetros cuadrados (poco menos de la mitad de Italia), que ocupa casi todo el estado de Amapà, en el norte de Brasil, en la desembocadura del río Amazonas. Nos dice que en el Sínodo pidió que se potenciara el papel de los laicos. “En mi diócesis, que es como en todo el norte de Italia -explica Monseñor Conti-, en algunas parroquias tenemos 100 comunidades y un solo sacerdote. Los laicos y las laicas son los que llevan a cabo el trabajo. Los sacerdotes deben prepararlos, seguirlos y guiarlos, pero son ellos los que construyen la Iglesia. Los laicos tienen la experiencia de tener una familia, tienen competencia profesional. Los clérigos, sacerdotes y obispos, pensamos que lo sabemos todo, pero no es verdad, necesitamos las habilidades de los laicos y de los laicos, y esto es también un antídoto contra el clericalismo. Es fundamental, añade el obispo de Macapà, también el servicio de los laicos y laicas comprometidos en la política, que estén capacitados para dar concreción a la doctrina social de la Iglesia.
Pequeños productores laicos salvarán la selva amazónica
Finalmente, serán los pequeños productores laicos, para Monseñor Conti, quienes salvarán la Amazonía. El modelo a seguir es el de las pequeñas cooperativas agrícolas, “que conviven con la selva, la `selva en pie’, y de las que extraen recursos de forma sostenible para comercializar productos naturales, explotando su gran riqueza con la sabiduría ancestral transmitida por los pueblos indígenas”. Estaba emocionado”, dice, “de escuchar sus testimonios. Vivo a 600 km de los pueblos indígenas, en una ciudad de medio millón de habitantes y cada día estoy luchando con todos los problemas urbanos, y siento la urgencia de una conversión ecológica.
Los indígenas Tayori: quieren que desaparezcamos, ¿dónde está la ONU?
Testimonios a menudo cargados de dolor, como el de la indígena peruana Yesica Patiachi Tayori, profesora bilingüe del pueblo Harakbut y miembro de la pastoral indígena del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, quien en la Oficina de Prensa del Vaticano denuncia que las multinacionales que operan en la Amazonía “quieren que desaparezcamos”. “¿Dónde está la ONU? ¿Dónde están las otras organizaciones internacionales? – se pregunta – ante los abusos, los asesinatos, el tráfico de personas, los malos tratos a las mujeres: ¿dónde podemos denunciar estos crímenes? “Los pueblos indígenas somos y seremos los guardianes de la selva -garantiza la docente indígena-, pero la casa común es responsabilidad de todos. Tenemos miedo, porque estamos olvidando nuestro idioma, estamos asfixiados por modelos de desarrollo que vienen de fuera y no respetan la vida. Somos discriminados, considerados como objetos de vitrina y no como una cultura viva”. “Le hemos pedido al Papa -concluye Yesica- que nos ayude a estar representados en las instituciones nacionales e internacionales, para que no nos dejen extinguirnos como pueblo y nos permitan vivir en la autodeterminación. Somos nosotros los que vivimos los crímenes contra la casa común: ningún periodista se ha concentrado en nuestra protesta. No tenemos donde denunciar estos crímenes. Queremos que nuestra causa llegue a la conciencia humana.