El Papa propone escribir esta frase en la entrada de las iglesias.
Redacción ACI Prensa, 150919.
“Aquí, Jesús recibe a pecadores y los invita a su mesa”. Esa frase, procedente del Evangelio de San Lucas, es la que el Papa Francisco propuso, este domingo 15 de septiembre durante el rezo del Ángelus en el Vaticano, colocar en la entrada de las iglesias para recordar el sentido del mensaje evangélico.
El Santo Padre explicó en su enseñanza que Jesús convierte las críticas que recibía por parte de algunos contemporáneos suyos en anuncios evangélicos. Como ejemplo, citó el episodio del Evangelio de este domingo en el que se narra cómo le criticaban por ir en compañía de publicanos y pecadores.
La frase despectiva que le dedican, “este acoge a pecadores y come con ellos”, se convierte en “un anuncio maravilloso”. “Jesús acoge a los pecadores y come con ellos”. Eso mismo es lo que hace con nosotros en cada Misa, en cada iglesia: Jesús está contento de recibirnos a su mesa, donde se ofrece a sí mismo por nosotros”.
“Esa frase la podríamos escribir sobre las puertas de nuestras iglesias: ‘Aquí, Jesús recibe a pecadores y los invita a su mesa’”.
Francisco subrayó que el corazón del Evangelio es “el amor infinito de Dios por nosotros, pecadores”. “Dios salva con el amor, no con la fuerza; proponiendo, no imponiendo”, señaló el Santo Padre.
Así lo explica el mismo Jesús en las parábolas que expuso como respuesta a las críticas que recibía: la parábola del pastor que tiene cien ovejas y, al perder una, deja a las otras noventa y nueve para rescatar a la perdida. O la parábola de la mujer que tiene diez monedas, pierde una y barre la casa entera para encontrarla. Y, finalmente, la parábola del hijo pródigo.
De esas parábolas se puede aprender que “nos equivocamos cuando nos creemos justos, cuando pensamos que los malos son los demás. No nos creamos buenos”, advirtió el Pontífice, “porque solos, sin la ayuda de Dios, que es bueno, no sabemos derrotar al mal”.
“¿De qué modo se derrota al mal? Acogiendo el perdón de Dios. Ocurre cada vez que acudimos a la confesión: allí recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado”.
El Papa Francisco concluyó: “Dios acaba con el mal, nos hace nuevos por dentro y, de esa manera, hace renacer en nosotros la alegría”.