Dios, en la Hora Mortal, no Pasa al Injusto

El Papa en el Ángelus: el Señor no reconocerá a los que obran la injusticia.

Los “hacedores del mal”, no serán reconocidos por el Señor, cuando llegue la hora de la salvación. A la hora del Ángelus dominical el Papa Francisco reiteró que el Señor nos reconocerá “por una vida humilde y buena”, traducida “en obras”. Para eso es necesario “pasar por la puerta estrecha”, lo que requiere compromiso y una voluntad firme de vivir según el Evangelio.

 

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano. (VN, 250819).

 

El Señor no nos reconocerá por nuestros títulos, sino por una vida humilde y buena, una vida de fe que se traduce en obras: lo dijo el Papa Francisco este domingo a la hora del Ángelus, reflexionando sobre el Evangelio del día, Lucas 13, versículos 22 al 30. El Evangelio del XXI domingo del tiempo ordinario se centra en la respuesta de Jesús a un hombre, que le pregunta si “son pocos” los que se salvan. El Papa señaló que la respuesta de Jesús, no se enfoca en la “cantidad” sino en la “responsabilidad”, con lo que nos invita a “usar el bien”, en el tiempo presente. En efecto, el Maestro dice: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán» (v. 24).

 

No hay número cerrado en el Paraíso

Las palabras de Jesús, hacen comprender que “no se trata de una cuestión de número”, pues “no hay ‘número cerrado’ en el Paraíso”. Se trata, dijo Francisco, de atravesar desde ahora el pasaje correcto, que está ahí para todos, pero es estrecho:

 «Este es el problema. Jesús no quiere ilusionarnos diciendo: “Sí, tranquilos, es fácil, hay una hermosa carretera y en el fondo una gran puerta…”. No, Jesús nos dice esto: nos habla de la puerta estrecha. Nos dice las cosas como son: el pasaje es estrecho. ¿En qué sentido? En el sentido de que para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, ¡y esto no es cómodo! Es una “puerta estrecha” porque es exigente, el amor es exigente siempre, requiere compromiso, más aún, “esfuerzo”, es decir, una voluntad firme y perseverante de vivir según el Evangelio. San Pablo la llama “la buena batalla de la fe”. Se necesita el esfuerzo de todos los días, de todo el día para amar a Dios y al prójimo».

 

El Señor no reconocerá a los “operadores de injusticia”

Ahondando en la parábola narrada por Jesús a estos hombres, el Santo Padre explicó que hay un “dueño” de una casa que “representa al Señor”, y su casa “simboliza la vida eterna, la salvación”:

«Aquí vuelve la imagen de la puerta. Jesús dice: “En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’”.».

Estas personas, “tratarán de ser reconocidas”, recordando al propietario que han comido y bebido con él y que han escuchado sus consejos, sus enseñanzas en público. Pero el Señor repetirá que no los conoce y los llama “agentes de injusticia”. “Este es el problema”, señaló Francisco. Pues, “el Señor nos reconocerá no por nuestros títulos, – mira, Señor, que yo pertenecía a aquella asociación, que era amigo de aquel monseñor, de tal cardenal, de tal sacerdote…’, no. Los títulos no cuentan. El Señor nos reconocerá solo por una vida humilde, una vida buena, una vida de fe que se traduce en obras”.

 

Luchar contra todas las formas de maldad e injusticia

El Romano Pontífice concluyó señalado el significado que esto tiene para nosotros los cristianos. Y es que estamos llamados a establecer una verdadera comunión con Jesús “orando, yendo a la iglesia, acercándonos a los Sacramentos y nutriéndonos con su Palabra”.

«Esto nos mantiene en la fe, alimenta nuestra esperanza, reaviva la caridad. Y así, con la gracia de Dios, podemos y debemos prodigar nuestras vidas por el bien de nuestros hermanos y hermanas, luchando contra todas las formas de maldad e injusticia».

 

Nos ayude María, Puerta del Cielo

El Santo Padre Francisco terminó rogando a la Virgen María para que nos ayude en esto. Ella que “pasó por la puerta estrecha que es Jesús”, “ lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida”, “aun cuando no entendía”, aun cuando “una espada atravesaba su alma”.

«Por eso la invocamos como “Puerta del Cielo”; una puerta que sigue exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, corazón exigente, pero abierto a todos nosotros».